Norberto Oyarbide: “En la Justicia siguen las mismas personas, ahora ajustadas a la nueva melodía política”
El ex juez federal asegura que no existe una real división de los poderes y dice que recibía amenazas en el despacho de su tribunal
La entrevista tuvo lugar en el restaurante Estilo Campo, en Puerto Madero.
–Y un día, después de 40 años en la Justicia y 21 como juez federal, Norberto Oyarbide aceptó jubilarse. ¿Cómo se siente con eso?
(Conmovido) –Fue muy de golpe. A la luz del gobierno actual y, por cierto, del estampillado que me colocaron cuando sobreseí a Néstor y Cristina Kirchner (en 2009), a partir de ahí comencé a transitar la noche más oscura de mi vida.
–Dice que lo estampillaron. ¿Qué dice esa estampilla?
–Me trataron de corrupto o adicto al poder y me menospreciaron diciendo que era el personaje más horrendo o despreciable del país.
-De manera que con el sobreseimiento empieza “la noche más oscura”...
-Claro, es un antes y un después. Yo te decía que fue un poquito rápido...
-¿Rápido el sobreseimiento?
-No, no no. Ya si quieres hablar de ese tema vamos a hacerlo. Pero yo te quiero contar sobre mi persona. Cuando se eligió al señor Mauricio Macri como presidente yo presentí que me quedaba poco hilo en el carretel.
-Pero cuando asumieron otros gobiernos usted ya estaba cuestionado y sin embargo su carretel siguió teniendo hilo. ¿Por qué con Macri se cortó?
-Yo no fui elegido para hacer los trajes a medida de las personas sino para fallar de acuerdo a mi conciencia y pruebas recogidas. ¿Qué quiero significar con esto? Me llovían los juicios políticos y había perdido por completo la tranquilidad y la paz para desempeñar el rol de magistrado.
-Pero usted ya había tenido un juicio político y serias objeciones. Y se sostuvo, como el 11 de septiembre de 2001.
-Ese día fue la absolución. Pero empezó en el 98 con el doctor Granillo Ocampo como ministro de Justicia, que tuvo un pronunciamiento muy particular cuando dijo de mí: “ese juez se deber retirar porque es deshonrosa su actitud y avergüenza a todo el Poder Judicial”. Y cuando soy absuelto ese 11 de septiembre de 2001, uno de los primeros que me vino a ver a ver a mi despacho fue Granillo Ocampo, investigado por enriquecimiento ilícito y a quien le encontré cuentas bancarias impresionantes en Estados Unidos. Yo trabajé como loco, pero la causa prescribió en la Corte. Tres puntos suspensivos...
-¿Se dio cuenta? Ya en ese momento había adjetivos que lo perseguían: deshonroso, vergonzoso...
-Sí, claro, pero este juez vergonzoso y deshonroso regresó a Comodoro Py en 2001 y quiero decirte, sin que falte una sola letra, que cuando me dirigía al ascensor, la gente huía para no viajar junto conmigo, como si tuviese lepra.
-¿Y cómo hizo para sobrellevarlo?
-Ahí empecé a construir nuevamente mi casa, ladrillo por ladrillo. ¡Yo no estuve 40 años en el Poder Judicial para dictar el sobreseimiento de Néstor y Cristina Kirchner! Fueron muchas las causas que han pasado, como la de Zanola. ¡Fui el único que se atrevió a llevar dos años a prisión a un sindicalista por vender medicamentos truchos! También lo hice con enormes narcotraficantes. Logré acreditar la primera situación de lavado de dinero y le atribuí esa responsabilidad penal a Pérez Corradi, que la Sala 1 lo dejó inmediatamente en libertad.
-¿Qué está intentando contarme con estos ejemplos?
-¡Que no solamente sobreseí a Néstor y Cristina Kirchner sino que, además, por Dios, observen la enorme cantidad de labor desarrollada! Yo no soy un sastre que te hace un traje a medida a tí. No fui nombrado para fallar de acuerdo a tu apetito.
-Pero algo ocurre, porque usted enumera las nobles causas que llevó adelante, sin embargo se lo identifica como el sastre de Menem y después de los Kirchner.
-Perdón, pero también hay algunos sastres en la actualidad, que más que sastres son desastres. Sólo que han tenido la posibilidad de un cambio morfológico que no sé cómo han hecho, porque yo los conozco íntimamente. Me recuerdo las palabras de mi querido y respetado Mauricio Macri, que en su discurso prometió que iba a acabar con la corrupta justicia federal. Pues quiero contarte, ¡que el jubilado soy yo! ¡Soy el único que está afuera!
-¿Cómo es eso?
-Él fue tan explícito y tan verdadero con sus principios, que por Twitter dijo: “A Oyarbide le firmé la renuncia porque no le perdonaré jamás que me haya citado a declaración indagatoria por las escuchas ilegales”.
-Esa es una versión: que usted le armó la causa. Y que Macri no se la perdona.
-Hay que observar que la causa está en juicio oral. Hay tres jueces que perdieron su cargo por juicio político, uno de ellos se mató, la cosa no es moco de pavo. La misma sala que confirmó todos mis procesamientos, entre ellos los de Mauricio Macri, ¡es la misma sala que sobreseyó a Macri! (se ríe) No sé en base a qué... Pero bueno, es parte de la historia argentina.
-Usted dijo una frase: “iban a reformar la justicia federal y el único jubilado soy yo”.
-Es la verdad. Al principio me sentí al borde del precipicio, sólo tenía la nada por delante.
-Usted no se quería jubilar...
-Oíme, ¿cómo me ves a mí?
-No sé, entero...
-Tengo 65. La jueza Servini de Cubría es una señora de 80. ¡Yo estoy pleno! Y otros colegas míos están bastante grandecitos, que no la jueguen de niños de salita celeste.
-O sea que usted no se jubila. Lo jubilan.
-No, yo decidí jubilarme y se lo hago saber a Garavano. Nadie puede tolerar recibir veinte juicios políticos por día.
-¿Y por qué cree que habrá sido el concentrador de tantos juicios políticos?
-Para saber eso tendrías que continuar la nota con la señora Elisa Carrió y un grupito de políticos.
-Cuando asumieron otros gobiernos usted ya estaba cuestionado y sin embargo su carretel siguió teniendo hilo. ¿Por qué con Macri se cortó?
–Yo no fui elegido para hacer los trajes a medida de las personas, sino para fallar según mi conciencia y pruebas recogidas. Me llovían los juicios políticos y había perdido por completo la tranquilidad y la paz para desempeñar el rol de magistrado.
–¿Se considera un chivo expiatorio dentro de la justicia federal?
–No sé. Pero en la justicia federal siguen las mismas personas, ahora ajustadas a una nueva melodía política.
–¿A qué melodía?
–Estas causas últimas que han aparecido son exhumaciones. Es lo mismo que rescatar a Tutankamón desde las profundidades más increíbles. Y muchas de esas causas las tuve yo. Y permítame que destaque esta palabra: exhumadas.
–¿Y para qué los jueces las exhuman?
–Presumo que hay un deseo de permanecer en el poder, porque el poder es adictivo, como la cocaína.
-¿Qué sensación genera en el cuerpo la droga del poder?
-Te hace sentir como un ser que no pisás la tierra sino que caminás un poco más elevado.
-¿Le pasó?
-Si, me pasó en algún momento, en el año 98 antes del primer juicio político. Ya después tenía los pies sobre la tierra.
–¿Qué sensación genera en el cuerpo la droga del poder?
–Te hace sentir como un ser que no pisás la tierra, sino que caminás un poco más elevado.
–Así que para seguir con la droga muchos se adaptan a la nueva sinfonía política...
–No me cabe la menor duda, ¡fijate cómo suena! Les falta Zubin Mehta para que los dirija, pero son la Sinfónica de Londres, es algo absolutamente espléndido, suenan maravillosos y no hay un solo violín desafinado.
–¿Y quién es acá el director de orquesta?
–Cuando en la Argentina se habla de justicia independiente, yo quiero decirte que acá eso no es posible por una sola y sencilla razón: porque el poder del Estado es uno solo, dicho por Germán Bidart Campos, que fue el más grande constitucionalista que existió en la Argentina. Existen tres órganos que cumplen funciones distintas y la Constitución dice que no deben inmiscuirse o invadirse. Pero la realidad camina por otro lado.
–¿Por dónde camina?
–Por las visitas inesperadas que yo supe tener en mi despacho de Comodoro Py.
–¿Cómo eran esas visitas?
–Personas de carne y hueso como usted, pero que me decían que sería bueno que no pase demasiado tiempo para solucionar lo de tal o cual persona, normalmente funcionarios. Venían señores que me decían: “Nosotros tenemos varios juicios políticos en contra de su persona en el Consejo de la Magistratura y los estamos analizando”. Era una sutil, espléndida y descarada extorsión.
-¿Con qué gobiernos sufrió extorsiones?
-Absolutamente con todos. Pasó, pasa y seguirá pasando por el resto de los siglos.
-¿Puede dar algún nombre o mencionar alguna extorsión?
-No importa, lo que importa ahora es cómo se recompone esta situación. Acá se destruyó la célula madre llamada familia. El hambre, el desempleo, los secuestros, la locura del materialismo que impera en todo el mundo, relegada de la espiritualidad. Ahora importa quién tiene el auto más grande, el barco, la casa más grande.
-Pero usted también estuvo en ese mismo plan materialista. Usted fue especialmente ostentoso.
-Sí, puede ser. Ahora mismo, en la foto que me van a sacar, va a notarse que me gusta vestirme bien, ¡pero no tener un crucero apto para que aterrice un helicóptero!
-Usted dice que lo suyo pasa por lo estético...
-Exacto, pasa por ahí y punto. Si acá se quiere investigar en serio, los jueces no pueden hacerlo. Mirtha Legrand me preguntó si yo había encarcelado a algún corrupto y le respondí que no tuve oportunidad debido a las leyes que surgen del Congreso. El delito de enriquecimiento ilícito tiene una pena de seis años de prisión y es excarcelable. ¡Paremos esta burla contra el país! Los que gobiernan y que son los que también cometen altos actos de corrupción, se dictan ellos mismos las leyes, hacen sus propios trajes a medida. No se los puede encarcelar de ninguna manera y los jueces quedan como los culpables por no encerrarlos. A mí me preocupa la enorme corrupción que hay aún en el actual gobierno.
-¿A qué casos de corrupción se refiere?
-A muchas, los mismos periodistas han denunciado.
-¿Pero a cuáles específicamente?
-Las que son de público conocimiento.
-Usted mencionaba una “orquesta” que interpreta la nueva melodía política. ¿Angelici toca algún instrumento ahí?
-Angelici, a raíz de una denuncia pública y notoria de la señora a la que yo llamo la fiscal de la Nación, dueña de la vida y la muerte de todos los argentinos...
-Lilita Carrió y su denuncia a Angelici por tráfico de influencias...
-Si, ella cambió de hábitos permanentemente como la monja Ana, sólo le falta integrar la comparsa de papelitos en Gualeguaychú. (se ríe) Si decide hacerlo, yo la acompaño. Esa señora es tan versátil que tiene un montón de principios que, si no gustan, tiene otros principios y luego otros.
-Carrió siempre ha dicho que lucha contra las mafias y la corrupción.
-Ella fue la que denunció y yo contesté que conocía a Daniel Angelici por ser presidente de Boca y todas sus cuestiones públicas pero no tuve contacto con él. Jamás me vino a ver ni me dijo que yo debía renunciar por pedido especial del presidente Macri. Pero escuchame, ¡tenés que tomar champagne!
-Sí, tomo. Pero volvamos a lo que usted llama los “Tutankamones” que están exhumando.
-Sí, ¡y faltan algunos todavía exhumar!
-¿Puede anticipar alguno?
-No, ya mi vida corre por otros carriles. Pero vos sabés que estas exhumaciones se practican en determinados tiempos políticos cuando algunas medidas económicas no resultan tan exitosas como los repartidores del poder creían. Entonces estas denuncias vienen como anillo al dedo para distraer a la gente. Es pan y circo.
-¿Usted no cree que alguien importante pueda terminar preso?
-Como una demostración, puede tomarse una medida rigurosa como el encarcelamiento de tal o cual persona, pero por la vía recursiva, eso llega hasta la Corte Suprema.
–¿Cristina puede ir presa?
–En este país puede suceder. Yo no conozco la causa, pero sí conozco en detalle el dictamen del fiscal y lo que dijo la señora Cristina Kirchner. Existió la oportunidad de detenerla y no fue detenida.
–¿Cuándo?
–Cuando fue a declarar a Comodoro Py.
–¿Debió haber sido detenida?
–Eso solamente lo puede contestar Bonadio.
–¿Y usted qué opina de Bonadio?
–Es una persona más joven que yo, pero él no es de carrera política. Perdón, de carrera judicial.
–Mire qué fallido.
–No es ningún fallido. Quiero decir que dentro de la justicia somos muy pocos los de carrera judicial completa. Yo empecé cosiendo expedientes, recorrí todas las instancias, fui secretario, fui fiscal y fui juez. Bonadio empezó con Corach y saltó directamente a ser juez. No tiene carrera judicial.
-¿Y qué diría de Casanello? Algunos dicen que actúa lento, otros que actúa bien...
-O que era de La Campora...
-¿Era de La Campora?
-Habría que averiguarlo. Eso se comentaba en radio pasillo de Comodoro Py. Tal vez te lo puedan decir los camaristas de la Sala 1, donde él trabajaba.
–Quiero hacer un balance y expresarle una sensación. Usted ahora dice que no hay justicia independiente y que lo extorsionaban para fallar en favor del poder. ¿Por qué no denunció todo esto antes? Porque alguien podría retrucar: “Oyarbide se quedó afuera y por eso tira del mantel”.
-¡Que retruquen! Y bueno, pues, que vayan y vigilen, y observen las visitas a los despachos.
–Finalmente quisiera hablar de su historia familiar. ¿Qué cosas de aquella infancia en Entre Rios pudieron haber sido determinantes para usted?
–Le haré una confesión que no se la hice ni siquiera al papa Francisco. Cuando era niño vivíamos en una hermosa localidad llamada Villa Elisa, en una casita muy humilde donde mi papá, Gregorio Mario, tenía su peluquería (¡no sé por qué me pusieron Norberto, me hubieran puesto Gregorio, que es más poderoso!). Mi padre era un galán muy requerido por las mujeres y lo sorprendí en situaciones de infidelidad.
–¿Qué recuerda de aquellas escenas?
–Yo tenía 5 años cuando descubrí a mi padre robándole un beso en la boca a una dama que no era mamá. Él vio que lo descubrí y me prohibió hablar. Me dijo que tuviese mucho cuidado. Esas palabras me quedaron grabadas como si hubiese sido Hitler el que me estaba hablando (con los ojos húmedos). Yo jamás abrí la boca. Años después, gracias a algunas lecturas, descubrí que yo tenía rasgos perfeccionistas. Y entendí que yo me forcé en ser perfeccionista para salvar la dignidad de mi familia.
–¿El perfeccionismo consistió en su silencio?
–No, mi perfeccionismo fue evolucionar al salir del medio del campo, entre la bosta de las vacas, y hacer una carrera brillante. En realidad, señores, fue todo una máscara: interpreté a un personaje que trató de rescatar la dignidad de mi familia, porque mi padre era alcohólico. Si bien no la castigaba ni a mi madre ni a mí, a mí me avergonzaba verlo llegar ebrio a casa.
–Pronunció una frase fuerte: “Señores, fue todo una máscara”...
–¿Escuchó hablar de John Bradshaw y de la “pedagogía ponzoñosa”? ¿Puedo leerle un párrafo? (Nota del entrevistador: Bradshaw fue un educador y psicoterapeuta estadounidense que definió un concepto llamado “pedagogía venenosa”, una modalidad tóxica de enseñanza donde se controla la conducta del niño mediante el abuso de poder, causándole un dolor extremo. Bradshaw postula que si el niño se convierte en adulto sin haber elaborado el daño de la experiencia, podría llegar a perpetuar el abuso del poder en la edad adulta.)
–¡Por supuesto, lo escucho!
–“Cuando crecemos en familias que son profundamente democráticas, nuestro deseo de compartir y conectarse con los demás se extenderá hacia nuestra ciudad. Y de ahí a nuestro Estado. Y se desbordará hasta transformarse en amor a nuestro país” (cierra el libro, conmovido). En nuestro país, lamentablemente, se resintió y se maltrató el núcleo familiar. Quiero decir por último que todo lo que le conté fue desde el fondo de mi alma.
-Dejamos acá.
Historia clínica
Norberto Mario Oyarbide
Edad: 65 años
Ocupación
Ex juez federal
Observaciones
Extremadamente atento y dispuesto a hablar de todos los temas
Otras noticias de Norberto Oyarbide
Más leídas de Política
Análisis. Milei, entre Lula y el Gordo Dan
"Guardia pretoriana". Preocupación en los intelectuales por la idea de crear “un brazo armado libertario” para defender al Gobierno
"Ficha limpia". Fracasó la sesión para discutir el proyecto que preocupa al kirchnerismo
En detalle. Sturzenegger explicó los cambios para comprar a partir de ahora medicamentos de venta libre