No hay peor castigo que perder la identidad
Es una noticia muy importante, como la de cada nieto que apareció, aunque la figura de Estela de Carlotto lo convierte en un hecho mucho más fuerte, porque ella es muy conocida. Me encantaría que también apareciera la nieta de María "Chicha" Mariani, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, y tantas otras abuelas que todavía buscan justicia.
Estoy muy emocionada, feliz. Las abuelas comenzaron su lucha durante la dictadura, reclamando por los hijos. Pero cuando supieron que sus hijos estaban muertos, comenzaron a reclamar la aparición de sus nietos. Ha sido mucho el sufrimiento a lo largo de estos años, y mucho el dolor. Y me emociona también este hecho porque casos como el de Laura, la joven mamá de este chico, me traen a la memoria a mi propio hijo, Pablo, a quien perdí en esos años, y que para mí siempre sigue presente.
De modo que nos enfrentamos a un hecho feliz, que viene de otro hecho más que desgraciado. No hubo crimen peor durante la dictadura que estos chicos, adolescentes y jóvenes, a quienes les mataron a sus padres y se les prohibió conocer lo más importante que uno puede tener: su propia identidad, su familia biológica.
Es uno de los baldones más fuertes, de lo más perverso de lo mucho y malo que les hizo el oscuro gobierno de los militares a los argentinos. No hay peor castigo que no saber quién uno es, y ellos se encargaron de esconderles esa verdad a muchos.
Me impresiona mucho cómo la vida, a pesar de todo, sigue empujando por salir a la luz. Ignacio Hurban, que ahora es Guido, ese muchacho fue y se sometió voluntariamente a un examen.
Quiere decir que el muchacho algo sintió, que algo estaba presintiendo y que algo quería encontrar. Es el regreso de la vida luchando contra lo peor, que te anulen tu identidad. Es un pasito más que da la vida para sobreponerse a la muerte.
Protección
En este momento, seguramente el nieto está con sentimientos contradictorios, contrapuestos. Hay que protegerlo de la insistencia de los medios, de muchas cosas a las que nosotros ya nos acostumbramos y a las que él seguramente no está habituado.
Pero de seguro recupera una familia, a la que va a tener que aprender a querer. La verdad no lastima ni mata; lastima y mata la mentira, y las Abuelas siempre fueron muy moderadas, se instalaron en el centro de la sociedad, y por eso la gente se identificó siempre con su dolor y su lucha. Está bien que preserven su identidad, que no lo expongan de manera innecesaria, ya habrá tiempo para eso.
Ojalá que este caso estimule a muchos otros jóvenes a que se busquen a sí mismos, que reclamen, que recolecten datos, que se acerquen si tienen dudas sobre quiénes son. Estos hechos provocan muchas veces un efecto benéfico de contagio y no tengo dudas de que en este caso puede pasar lo mismo.
La abrazo muy fuerte a Estela. Fueron muchos años los que duró la tormenta, y la búsqueda por suerte tuvo finalmente su premio.
La autora fue ministra de Desarrollo Social e integrante de la Conadep
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