"No creo en los salvadores"
Hay cosas que me niego a aceptar: la enorme cantidad de problemas que aquejan a los vecinos de Buenos Aires y la falta de compromiso para resolverlos por parte de aquellos que han sido elegidos por el pueblo para servir y no para servirse de los recursos que son de todos.
Siempre pensé que la resignación es el peor remedio. La democracia nos abre posibilidades ilimitadas para que cada ciudadano y cada ciudadana tengan una vida más plena y más digna en una sociedad que se sienta orgullosa de su identidad cosmopolita y diversa.
Educación, salud, seguridad gratuitas y de calidad, viviendas dignas y un espacio público recuperado no son palabras. Son metas concretas que forman parte del ideario constitucional que nos legaron nuestros mayores hace más de 100 años y que hoy se presentan como desafíos pendientes e ineludibles. Son consensos a los que ha llegado nuestra sociedad después de décadas de desacuerdos. Lo que ahora necesitamos es hacer, llevarlos a la práctica, gestionar, innovar, provocar que las cosas sucedan.
Esa gestión es el ejercicio de poder que cotidianamente nos ceden los ciudadanos, por lo que debemos ser muy cuidadosos con los recursos y los controles. Todos los recursos deben estar al servicio de los habitantes de la ciudad y no perderse en el laberinto de la prebenda o el clientelismo. Deben ser los ciudadanos quienes controlen.
Desde el primer día de gobierno, vamos a comunicarnos con la gente para explicitar qué encontramos, explicar los medios para solucionar los problemas y proponer los plazos concretos en los que las metas serán alcanzadas. Es sabido que critico a quienes estimulan una prensa adulona o complaciente del poder: los medios de comunicación también deben controlar al gobierno.
Pero esa gestión no será unipersonal. No creo en salvadores que individualmente logran grandes resultados. La gestión debe ser en equipo, apelando a los mejores en cada área más allá de sus horizontes políticos, ideológicos o profesionales. Esa es nuestra forma de entender las ideologías: deben estar al servicio de la resolución de los problemas y no, como suele ocurrir, ser una excusa para argumentar por qué la realidad no cambia.
Somos nuevos en política y en esta campaña hemos podido demostrar nuestro aporte: no vinimos a pelear, confrontar u obstruir. No pretendemos imponer gritando nuestros argumentos. Nos gustan el diálogo y la elaboración colectiva. Venimos a construir. En el contacto con la gente aprendemos y mejoramos; así también será nuestro gobierno.
Nuestro sueño es el de una Buenos Aires más justa, inclusiva y segura. Con chicos en la escuela, con un espacio público abierto y ordenado, con posibilidades de desarrollo para todos. Sin miedos. Es más que un sueño: es un proyecto que empieza a hacerse realidad.
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