Nicolás Massot: “Pareciera que hay una distancia muy grande entre la forma de pensar de Milei y la de muchos de sus funcionarios”
El diputado nacional que integrará la comisión bicameral que tratará el DNU, enviado el viernes al Congreso, indicó que el Gobierno “tiene un déficit en su esquema de prioridades”; consideró la incorporación del decreto a la ley “ómnibus” habilita la discusión de su contenido
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Nicolás Massot ingresa temprano a su despacho de diputado nacional de la avenida Rivadavia. Habla por teléfono y cruza unas palabras rápidas con su asesora. Tiene un día cargado de actividad por delante: se conformarán las comisiones que darán inicio al debate legislativo de la “ley de bases” enviada por el Poder Ejecutivo al Congreso; acompañará al gobernador chubutense, Ignacio Torres, en su reclamo por la reforma en la ley de pesca; y se reunirá junto a su bloque con representantes del petróleo.
No parece que vaya a ser un enero tranquilo en la Cámara baja, donde recién en la última semana el oficialismo logró hacer despegar su actividad parlamentaria, luego de semanas de negociaciones y especulaciones por la integración de las comisiones. “La inexperiencia es entendible y hasta bienvenida si es la expresión de una renovación. Tal vez lo que uno esperaría es que el Gobierno se deje ayudar un poco más”, reflexiona sobre las primeras dificultades que el bloque libertario tuvo en su debut legislativo.
Respecto del rol del bloque que integra, de 23 legisladores, considera que serán parte de la oposición dialoguista “que lo único que quiere es discutir a viva voz” en el Congreso. “Hay una retórica muy peligrosa del oficialismo que no tiene nada que ver con el cambio de un país”, indica, a la vez que le marca la cancha al Gobierno: “A mi nadie me va a empujar con el kirchnerismo, al que combato desde hace 15 años”.
-Hoy arranca la actividad en Diputados, ¿Por qué se demoró tanto el inicio del trabajo legislativo?
-Es una mezcla, muy entendible, de inexperiencia y novedad para muchos de los que ingresan, no solamente en la Cámara de Diputados, sino también en el Gobierno y la complejidad adicional de la debilidad parlamentaria que tiene el oficialismo. Con lo cual, si bien siempre en los organismos colegiados hay que tomar las decisiones por mayoría, cuando estás tan lejos de esa mayoría la decisión te lleva más tiempo.
-¿Es inexperiencia o puede haber algo de estrategia detrás de esta situación?
-Ojo, la inexperiencia no es una crítica, sino una descripción. En buena hora que la política se renueve y que cada cuatro, ocho o nueve años ingrese gente por primera vez. Como nos pasó a nosotros en 2016, hay una curva de aprendizaje que quienes ingresan por primera vez tienen que pagar. Es entendible, razonable y hay que tener un poco de paciencia. Respecto del Poder Ejecutivo, creo que tal vez no llegaron con la preparación necesaria en su plan de gobierno. De ahí se explica el haberse nutrido de cuadros de Juntos por el Cambio (JxC) que venían trabajando en profundidad las propuestas de la candidata Patricia Bullrich.
-¿Cómo analiza la apuesta del Gobierno en reposar sobre su capital en la opinión pública, dándole la espaldas al Congreso?
-La inexperiencia es entendible y hasta bienvenida si es la expresión de una renovación. Tal vez lo que uno esperaría es que el oficialismo se deje ayudar un poco más. Cuando un gobierno de buenas ideas no tiene éxito en impulsarlas, no fracasa el Gobierno, fracasan las ideas. Este gobierno no es el dueño de ideas que muchos compartimos y por las cuales venimos luchando mucho antes que el propio oficialismo. Hay muchas iniciativas que impulsa que nosotros compartimos y uno siente un poco de impotencia cuando ve que el Gobierno, con inexperiencia y cierto nivel de improvisación, tiene una reticencia a los acuerdos que puede lograr con quienes pensamos parecido. La principal crítica al DNU, que ahora vemos que sigue el derrotero que todos sabíamos que iba a seguir, bastardeado y desafiado judicialmente, no va a lograr finalmente su cometido porque cuando uno quiere hacer reformas profundas tiene que hacerlo con estabilidad jurídica. Eso es todo lo que no tiene esta herramienta. El capítulo de empleo acaba de ser desafiado judicialmente. Pero con la terminación de la industria del juicio y con la creación de un cese de empleo estábamos de acuerdo todos, o muchos, hace años. Uno se queda medio perplejo de que eso no lo manden por ley. Así, una buena idea que compartimos muchos hoy está trabada judicialmente y perdiendo legitimidad, no por el fondo de la idea sino por la herramienta elegida.
-Pasó algo similar el miércoles con el proyecto de la boleta única de papel en el Senado. Es un proyecto que se impulsó desde su bloque.
-Sí, a veces puede dar la impresión de que el Gobierno, sobre todo el Presidente, hace las cosas más para afuera que para que ocurran. Eso es peligroso, uno no va a buscar un dictamen si no tiene los votos. No hay nada de malo en que en la tercera semana del Gobierno uno espere unas semanas más para encontrar dictamen de un tema tan relevante como la Boleta Única. A veces a uno le da la sensación de que fuerzan las cosas para tener razón en una premisa, a mi modo de ver equivocada, que es que están solos en el cambio y que todos aquellos que podamos observar, sugerir alguna mejora, o lisa y llanamente oponernos a alguna mala idea, somos automáticamente parte de la casta y estamos buscando un interés particular. Y todos aquellos que son integrantes históricos de la casta pero que mágicamente, o por una alineación de intereses, adhieren a las ideas del Gobierno, de repente dejan de ser parte de la casta y son bienvenidos en las fuerzas del cielo. Hay una retórica muy peligrosa que no tiene nada que ver con el cambio de un país, que es en lo que estamos consustanciados muchos. Un cambio que vuelva a poner a la Argentina en el mundo, que fomente la iniciativa privada, que limite al Estado después de haber desbordado en sus regulaciones. Pero hoy hay que lograr los cambios, ya se acabó la campaña. Muchas veces da la impresión de que hay algunos que quieren tener razón y no tener efecto.
"El Gobierno introdujo en la ‘Ley de Bases’ la ratificación del DNU. Al hacer eso, permite la discusión del contenido del DNU en extraordinarias"
-¿Cómo y con quién es el diálogo, si es que lo hay, con el oficialismo?
-Tenemos un diálogo muy fluido con Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, y también con Guillermo Francos como ministro del Interior. Con Omar De Marchi - secretario de Relaciones Parlamentarias del Gobierno- hemos hablado una vez, que es alguien conocido acá. Por supuesto que yo trabajé para que la actual ministra de Seguridad sea presidenta de la nación, con lo cual yo tengo muchos vínculos ahí. Los tengo también con Luis Caputo, a quien considero que es una persona muy capacitada, y con muchísimas otras personas del Gobierno. De manera que sí existen los vínculos. Me da la impresión que hay una distancia muy grande entre el presidente Milei y su forma de pensar que la de muchos de sus funcionarios y hay allí un salto que pocos se animan a recorrer. Vamos a necesitar de muchos funcionarios se animen a plantearle al Presidente algunas cuestiones que por ahí ellos ven y que no necesariamente están alineadas con el rumbo del Gobierno. Hay que decirlo: lo peor que se puede hacer con un Presidente es llevarle el diario de Yrigoyen.
-Usted conforma un bloque de 23 legisladores, ¿tienen diálogo con otros espacios “de centro” que podrían acompañar algunas propuestas del Gobierno?
-En nuestro bloque de origen, que lo preside Miguel Pichetto, son todos integrantes de JxC y siempre quisimos preservar la coalición. Nosotros intentamos hasta hace poco conservar el interbloque con la UCR, la Coalición Cívica (CC) y con Pro. La dificultad con Pro es que tanto la UCR, La CC y nosotros teníamos en claro que no somos parte del Gobierno, que no estamos cogobernando, sino que somos una oposición que no va a especular con el quorum ni que va a tirar palos en la rueda y que lo único que quiere es discutir a viva voz en el Congreso, que es lo que se supone que ocurre en este país. Y así, lograr la mejor síntesis entre el oficialismo y la oposición que decide unirse al juego republicano. Lamentablemente, no pudimos reflotar JxC pero nos parecía muy importante poder cuidar la representatividad de un mosaico de bloques chicos -con Cambio Federal, CC, Innovación Federal, Hacemos por nuestro país- para tener una coordinación parlamentaria. Después nos dimos cuenta de que las posiciones iban a ser más similares de lo que creíamos. Además, hubo un condimento que también ayudó que fue un acuerdo muy difícil de entender entre el presidente del bloque Pro, Cristian Ritondo, y el jefe de bloque de Unión por la Patria (UxP), Germán Martínez, para obtener algún lugar adicional en las comisiones a expensas de los acuerdos parlamentarios o interbloques más chicos. Todo eso terminó favoreciendo a la formación de un bloque de 23 y un interbloque de 33, con Innovación Federal (donde están los oficialismos de Misiones, Salta y Río Negro).
-Deslizó un acuerdo entre Ritondo y Martínez..
-Sí, lo vimos todos. Espero que no se repita. No tiene nada que ver con lo que representa Pro ni con el espíritu de la Cámara.
-¿Hay diálogo con Ritondo?
-Por supuesto. Tanto con Cristian como con todos aquellos que hasta hace muy poco compartimos bloque y hoy con muchos sigo compartiendo amistades y obviamente posiciones políticas que son muy similares. La única diferencia es que nosotros no nos consideramos parte del Gobierno. Eso no nos transforma en adversarios, y es algo que el Presidente debería aprender. No estar en el Gobierno no es estar en contra del Gobierno. Es estar a favor del debate parlamentario, del debate de ideas. El Presidente se va a sorprender cuando vea que muchas de las medidas que él envíe van a ser perfeccionadas acá, que es lo que nos pasó a nosotros cuando comenzamos a gobernar en minoría en 2016.
-¿Hay un cierto temor, tal vez por la retórica del oficialismo, de que al oponerse a determinadas iniciativas se los identifique con el kirchnerismo?
-Mirá, cuando uno hace política es muy mal consejero buscar legitimidad en la opinión pública diaria. Uno no hace política para quedar bien con la gente. Uno tiene que hacer política por convicciones y representar a la gente. A mi nadie me va a empujar con el kirchnerismo, al que combato desde hace 15 años, mucho antes de que la mayor parte del Gobierno de hoy hiciera política. Si hay una simplificación de la realidad o una moda que coyunturalmente genere esa confusión, yo estoy dispuesto a pagar el costo por mis convicciones. A mi no me van a correr de ahí ni nos van a llevar con las tendencias de las redes sociales.
-Entiendo que hubo un acercamiento con un sector más dialoguista de Pro, para armar un agrupamiento o interbloque, que después no se dio. ¿Se puede dar esa cohesión en un futuro?
-No sé, pero tampoco me inquieta tanto. A mi me parece muy bien que Pro quiera ser parte de la coalición oficialista a través de ministerios, secretarías y acá en el Congreso también. Me parece bien que se asuma y yo descuento que una gran parte del electorado Pro así lo quiere. También me parece bien que aquellos que no lo sentimos tratemos de constituir una oposición diferente a la de Unión por la Patria. Una oposición que controle y limite, como puede ser el caso de todas las observaciones que queremos introducir al proceso de privatizaciones. Que no esté dispuesta a dar por tierra de vuelta con la fórmula de los jubilados y que sean ellos, una vez más, quienes paguen el ajuste. Los que queremos encontrar alternativas fiscales para que la administración tenga equilibrio fiscal y no caer en otra medida fácil como la vuelta al impuesto a las ganancias después de todos los aumentos que han habido. O que le quiera encontrar la vuelta a otro recurso facilista como es la suba de retenciones.
-Dentro de su bloque hay referentes de gobernadores, como Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Ignacio Torres (Chubut) y Martín Llaryora (Córdoba), ¿Cómo se conjugan estas agendas ejecutivas, de Gobierno, con la postura de oposición que me acaba de describir?
-Es fácil de compatibilizar. Tanto Rogelio, como Ignacio y Martín fueron legisladores. Conocen perfectamente la dinámica parlamentaria. Los tres fueron opositores durante mucho tiempo, también oficialistas y tuvieron cargos ejecutivos. Ellos entienden las vicisitudes de la dinámica legislativa. Pero, además, la transmisión de intereses provinciales al Congreso Nacional es el corazón del federalismo. Donde por ahí, de manera confusa, el Presidente Milei ve intereses espúreos o extorsiones, todos los que somos republicanos vemos federalismo. Lo lógico es que los representantes de las provincias en el Congreso luchen por la realidad de sus provincias. Entonces, a mí me preocupa muchísimo que tengamos legisladores chubutenses que no reaccionen frente a esta reforma de la Ley de Pesca. Lo raro es eso, y no que no reaccionen. Hay que notificar a la Casa Rosada de que eso está bien. Y eso es lo que nosotros vamos a garantizar que ocurra en la Argentina, con este Gobierno y con cualquier otro. No hay que tomar posiciones de suma cero, hay que entender que los funcionarios también se pueden equivocar, que hay rondas de consulta que tal vez omitieron realizar y que cuando esto toma conocimiento público y empiezan a aparecer los actores involucrados, muchos pueden tener razón.
-¿Qué piensa que puede pasar en la calle ante la postura del Gobierno con las protestas sociales?
-El Gobierno, en la justa medida y no este disparate de prohibir las aglomeraciones de tres o más personas que se incluyó en el DNU, está tomando una demanda social muy extendida para controlar la protesta social. Me parece que eso está bien. Hay una convivencia de derechos que no estuvo garantizada todo este tiempo y está bueno que tenga los apoyos para modificar eso. Pero eso no tiene nada que ver con restringir el derecho a huelga ni a la protesta, que por supuesto va a seguir ocurriendo y que es posible, en un momento de recesión y crisis económica, que vaya en ascenso. Lo importante es que el Gobierno logre esa demanda tan abarcativa de modificar culturalmente la ocupación de la calle y la convivencia de derechos. Pero eso tiene que convivir con la receptividad a los diferentes grupos que ven una necesidad en la protesta y que puedan ser canalizados de otra manera. No puede pasar que el Gobierno pretenda el control de la calle sin ningún tipo de diálogo institucional con los promotores de las protestas. Tiene el deber de intentar, primero, por los canales institucionales y políticos, de evitar las protestas.
"No me gusta cómo se está tratando el capítulo de privatizaciones. Ni en el DNU ni en la ley."
-Va a integrar la comisión bicameral de Trámite Legislativo, que será la encargada de tratar el mega DNU, por Hacemos Coalición Federal. ¿Qué pasa que todavía no se constituyó?
-Nosotros le estamos pidiendo al presidente de la Cámara de Diputados que complete la integración para que pueda abocarse a su tarea. El Senado ya lo hizo. Desconozco por qué está tomando tanto tiempo. De todas maneras, la discusión del DNU tiene algunas consideraciones importantes. La primera es que está vigente, y que ya está en efecto. Lamentablemente, no en pleno efecto por lo que decíamos al principio: el Gobierno eligió una herramienta equivocada para algunos temas que necesitan una solvencia jurídica que el DNU no les da y que, por lo tanto, pierden efecto. Mucho más el capítulo de empleo que acaba de ser desafiado judicialmente y que todo el proceso jurídico hasta tanto eso quede firme, ya sea por su aceptación o por su rechazo, va a tardar meses. Mucho más largo el período judicial que lo que hubiera sido el proceso parlamentario. El segundo tema relevante es que el Gobierno introdujo en la “Ley de Bases” la discusión del DNU, que es una innovación del proceso normal de los DNU, pero que tiene antecedentes. Al hacer eso, permite la discusión del contenido del DNU en la “Ley de Bases” y en extraordinarias. Esa es una salida. Sí creo que en el período de ordinarias deberíamos abocarnos a una reforma de la ley de DNU, no para impactar en este DNU sino para los que vienen, para que se configure con claridad y de manera taxativa qué es necesidad y urgencia; que puedan ser modificados; y que necesiten la aprobación de ambas Cámaras para que queden vigentes como cualquier ley.
-Entonces, ¿su cuestionamiento al DNU no tiene que ver con la forma sino con el fondo?
-Sí. No me gusta cómo se está tratando el capítulo de privatizaciones. Ni en el DNU ni en la ley. Esta idea de que el Congreso le de una autorización de una sola vez para privatizar todas las empresas del Estado sin que el Congreso pueda participar, más allá de a título informativo, de todos los procesos yo no la comparto. Hasta ahora, la discusión del DNU era por sí o por no en su totalidad y eso a mi me anteponía una dificultad. Hoy, que fue incluido en la ley y que puede ser modificado en esta ley o en otra, nos podemos abocar al tratamiento del fondo del DNU sin tener que rechazarlo. Lo ratificó el procurador del Tesoro, Rodolfo Barra y yo coincido con él. Me parece sano que el Gobierno esté pensando de esta manera, que reconoció que equivocó el camino.
-¿Considera que los plazos del Gobierno se pueden cumplir? En relación con su intención de aprobación la ley “ómnibus”, así como otras reformas que pueda mandar, en el período de extraordinarias, convocadas hasta el 31 de enero.
-El Gobierno tiene un déficit en el esquema de prioridades. En la ley hay cuestiones urgentes, que entendemos que son urgentes para el Gobierno, que son los capítulos fiscales, administrativos, tarifarios y energéticos. Pero después hay otros, que es prácticamente la mitad de la ley y del DNU, que tienen que ver con la toga y el martillo de los jueces, reformas de la justicia, del sistema de defensa, de seguridad y política. No digo que no sean importantes, pero que mezclado con lo urgente tiene un efecto adverso que es la demora en los tiempos. De manera que el Gobierno debería enfocarse en el corto plazo en sus prioridades y darle un tratamiento más expeditivo que el Congreso está dispuesto a darle, al capítulo económico, energético y previsional. En paralelo, darle un tratamiento menos urgente al resto del contenido. Por otro lado, la amenaza del Presidente de sacar decretos de necesidad y urgencia si no se aprueban estas medidas cae en saco roto porque no tiene potestad de hacerlo así en el grueso de contenidos de esta ley. No lo va a poder hacer por más fuerza que él ponga, de manera que lo invito a la pausa y a la reflexión.
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