Navidad con extraños: ¿pasarías las Fiestas con un grupo de desconocidos?
Marta Doñetz, de 71 años, tiene living enorme y ahora que vive sola, no quería que su casa se convirtiera en un museo. Entonces, decidió publicar en la página web en la que suele anotarse para cursos, paseos y talleres, que su casa estaba abierta para que viniera todo aquel que no tenía con quién pasar Navidad. Ya tiene más de 25 inscriptos y hay gente en lista de espera.
Roberto Fernández volvió solo de Italia hace cinco años porque se separó. Sus hijos, ya grandes, quedaron allá. Hizo lo mismo que Marta. El jueves tuvo que pedir que se cerrara la convocatoria. "Estoy viendo si el sillón sale por la puerta, para que tengamos lugar para bailar", dice.
Hasta el año pasado, iba con la familia de mi nuera y me di cuenta de que no quería ser una invitada. Quería mi propio festejo. Y lo organicé
Diana Aruj es de familia judía y se cansó de quedarse sola en casa durante la Navidad y Carlos Farías quería recuperar ese rol de anfitrión de la fiesta y no de invitado, que había perdido desde que se divorció. Todos ellos decidieron hacer algo para no pasar las fiestas solos. Decidieron preparar una mesa grande, tender el mantel y abrir la puerta para que la casa se llene de desconocidos que, como ellos no tenían con quién pasar las fiestas. Y no se equivocaron. Enseguida la convocatoria los desbordó y en la mesa no quedaron platos vacíos, ahuyentando cualquier sentimiento de soledad durante las fiestas.
Otras propuestas
Pero no son los únicos. Alejandra Pineda, de 33 años decidió abrir sus casa para recibir a perros cuyos dueños iban a estar fuera de casa durante la Nochebuena. Y María José Libert recorrió los locales del shopping Dot, para buscar un regalo para Marcos, un chico de siete años que no tiene papás y al que no conoce en persona.
Porque la Navidad no sólo significa sentarse a la mesa con la familia o abrirle el corazón a los propios. Sino que son muchos los que durante estas fiestas deciden sumarse a alguna propuesta que incluya a un desconocido en el programa de los festejos.
No le voy a decir a nadie que no. Que vengan todos. Y si hace falta, paramos el sillón contra la pared. Y sino, vamos a bailar a la calle
Marta es profesora de arte, está jubilada y desde hace algún tiempo se inscribió en el portal Encontrarse.com, un sitio orientado a personas de más de 50 para encontrar amigos, pareja y salidas grupales. Se anotó y enseguida abrió su casa para talleres de arte: cómo mirar ópera y cómo mirar danza, son algunas de las propuestas con las que todas las semanas recibe a desconocidos. Pero el año pasado, le llamó la atención una campaña de la página: "Qué nadie pase las Fiestas solo". La propuesta era a abrir la casa para que otros se inscribieran y recibirlos para Navidad o Año Nuevo. Marta tiene 71 años y vive en Villa Crespo. Hace más unos 30 años falleció su hija adolescente. Y su marido murió dos años después. Se quedaron ella y su hijo mayor, que tiempo después se casó. Marta quedó sola en la casa. "Siempre fue una casa de puertas abiertas, pero últimamente ya no. Mi hijo me decía, mudate, porque se te está convirtiendo en un museo. Y en cambio, yo decidí abrir la casa, porque me encanta que esté llena de gente. Y el año pasado me animé a organizar Navidad en casa", cuenta.
El miedo del hijo
A su hijo le dio miedo que llegaran extraños, sobre todo porque él no iba a estar. "Hasta el año pasado, siempre para Navidad yo iba atrás de la familia de mi hijo, y me di cuenta de que no quería ser una invitada a la fiesta de otros. Quería mi propio festejo. Y lo organicé. Y fue fantástico. Así que este año, repito. Y para Fin de Año, me voy a festejarlo a Mar del Plata con un grupo que se organizó", dice.
Para quienes abren las puertas de su casa, lo desconocido no produce miedo y la seguridad no es un problema. En los portales para encontrar amigos los usuarios están registrados con nombre completo y DNI. En el caso de encontrarse.com, el sitio sólo acepta mayores de 18 años, exige datos personales como dirección o estado civil y se reserva el derecho de aceptar el ingreso de personas que suministren información incompleta, tergiversada o de dudosa veracidad.
Con 66 años, Roberto es el encargado del Convento San Román, sobre la calle Reconquista. Su departamento balconea a la avenida Directorio, en Flores. "No le voy a decir a nadie que no. Que vengan todos. Y si hace falta, paramos el sillón contra la pared. Y sino, vamos a bailar a la calle, porque los vecinos suelen cortar el tránsito y bailar afuera", dice. Esta es su segunda experiencia y está encantado de ser anfitrión otra vez.
Cuando volvió de Italia, después de hacerse separado, se encontró con que la Navidad era el momento más solitario del año. Entonces, abrió su casa. "Dije que iba a hacer empanadas y le pedí a la gente que viniera temprano, tipo 19, para armarlas. Y allí es donde se empezaron a formar amistades. Porque si llegás a la hora de sentarse a la mesa, te perdiste la parte más linda que es la de compartir y conocerse. Varias parejas se formaron aquella noche. Y muchos quedamos amigos, porque enseguida alguien arma el grupo de Whatsapp, empiezan a pasar fotos y ya dejamos de ser desconocidos", cuenta.
Amante de los animales
Alejandra es una colombiana amante de los animales y es anfitriona de la aplicación DogHero, que vincula a personas que viajan con aquellos dispuestos a cuidar a mascotas ajenas. Al estar lejos de su familia, Alejandra decidió abrir su casa. No sólo para sus amigos que estuvieran solos. Esta va a ser la segunda Navidad que recibe a unos siete u ocho perros, cuyos dueños van a estar fuera de casa para las Fiestas o que la contrataron desde una aplicación para que sus cachorros vivan un festejo diferente, lejos de los ruidos y de los fuegos artificiales que tanto los asustan. "Me dejan a sus peludos y pasamos la Navidad juntos", cuenta.
No se trata sólo de un lugar para estar. Ella les organiza un festejo especial para los perros. "Algunos se acuestan en el sofá con nosotros a charlar. Otros, andan libres por la casa, algunos buscan un lugar de refugio para estar tranquilos y otros se ponen a jugar con pelotas y huesitos, y se convirten en los protagonistas de la noche. Todos nos divertimos mucho", dice Alejandra.
Me dejan a sus peludos y pasamos la Navidad juntos
Cada uno recibe un menú especial elegido por sus dueños y a las doce, llega la "mesa dulce" perruna: todo tipo de golosinas y orejitas de chancho para las mascotas. No solo eso. Alejandra y su familia se encargan de cerrar los ambientes y poner música para bailar y organiza juegos con los perros. Porque así logran que estén entretenidos y no se sobresalten con los estruendos de los fuegos artificiales. "Armamos un concierto de rock para perros, porque la música clásica no sirve para anular los estallidos de la pirotecnia", cuenta.
Es el segundo año que María José va al shopping, pero no para comprarle un regalo a su hija, de 13 años ni a sus sobrinos. En cambio, para buscar un regalo para un chico, que ella no conoce pero que vive en un hogar de niños, sin cuidados parentales. "Me encantó la propuesta. Me tocó elegir el regalo para un chico de siete años que se llama Marcos. Le hicimos una carta, con mucho cariño, pensando en que quizás era el único regalo que recibiera y con la esperanza de que tenga un momento muy especial", cuenta.
Esta Navidad, al igual que el año pasado, los shoppings de la empresa IRSA organizaron la campaña "Un mundo de gente". En lugar de destinar un cuantioso presupuesto a la decoración navideña, se emplea ese dinero para que los voluntarios que se acerquen le "compren" un regalo a unos 25.000 chicos, a los que la Fundación Sí les hace llegar el presente en Nochebuena. Los voluntarios que como María José, se acercaron a los shoppings, recibieron un voucher de 500 pesos para comprar en los locales de allí mismo y entregarlo para que ese chico reciba su regalo.
Festejo judío
Diana tiene 62 años y tres hijos que tienen sus propios programas para las fiestas. Como es de familia judía, era frecuente que la Nochebuena no tuviera grandes planes. Pero cuando vio la propuesta de abrir la casa en Encontrarse.com, decidió ofrecer la suya. "Mi departamento no es tan grande, pero pedí que trajeran banquetas, mesitas. Y se fue sumando gente. No le podría decir a nadie que no. Fuimos como 28 y la pasamos genial. Una señora se disfrazó de Papá Noel y yo de una judía tradicional y nos divertimos compartiendo nuestras distintas costumbres. El menú fue a la canasta. Todos trajeron y no faltó nada. Este año, que me mudé a una casa más chica, dije que íbamos a ser menos, pero el número sigue creciendo. Supongo que podremos una mesa en el pasillo", dice, divertida.
Carlos es ingeniero, está jubilado y vive en Recoleta. Desde que el año pasado decidió abrir su casa para festejar Año Nuevo, siente que recuperó ese don de alma de la fiesta. "Tuve una gran convocatoria. Pero preferí no hacer a la canasta, porque por ahí traen unas empanadas o unos sandwichitos y para mí, las Fiestas tienen que tener un menú de tres pasos, tres copas distintas y otro tipo de comida. Por eso, me ofrecí a cocinar yo y que los invitados compartieran los gastos. Alquilé mesas y sillas y preparé una pavita al champagne de entrada, pechito de cerdo con puré y cazuela de pollo como platos. Después, helado, café y el brindis, además de la mesa dulce. Estuvo espectacular", dice.
Este año, pasará Navidad con sus hijos y para Año Nuevo planea una nueva convocatoria desde la página. "Voy a cocinar una terrina de pollo con almendras y cazuela de lomo. Helado y café, más el brindis y lo demás, así sale la mitad que lo del año pasado, unos 350 pesos por persona", explica. "Tengo un equipo de música y luces, porque después se baila y se disfruta. Tengo todo lo necesario para un disc jockey, que vendría a ser yo", dice orgulloso.
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