Murió Roberto Porretti | La causa judicial por la que lo destituyeron y su polémica huida
En 2008 el exintendente de Pinamar pasó por tres dependencias públicas y por su casa como postas para despistar a periodistas y policías; en febrero de este año la Corte dejó firme la condena en su contra por extorsión
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La muerte este viernes del exintendente de Pinamar, Roberto Porretti, de 65 años, revivió aquel 2008 en que protagonizó una llamativa fuga con distintas postas para huir de la Policía, que lo buscaba para apresarlo en la causa que lo investigaba por exigir coimas a los dueños del reconocido boliche Ku de esa localidad de la costa atlántica, para permitirles trabajar en el verano.
En febrero de este año, la Corte Suprema de Justicia dejó firme una condena contra el exintendente, sentenciado por extorsión a dos años y medio de prisión en suspenso. En la causa se acreditó que entre fines de 2007 y principios de 2008 Aldo Leonian, por entonces secretario de Hacienda y Gobierno del municipio de Pinamar, en acuerdo con Porretti, exigió a los propietarios del complejo Ku, Rubén Darío Cameroni y Javier Armando Porjolovsky, la entrega de 175.000 pesos.
El 3 de abril de 2008 todos los ojos estuvieron puestos sobre él. “No aguanto más. Es una situación de mierda”, les dijo ese día a sus allegados, cuando eran las 20.30 y hacía casi ocho horas que era buscado por 50 policías bonaerenses, que habían allanado sus dos casas y su despacho de la municipalidad. Ya acusado por extorsión, abandonó una casa de la ciudad de Dolores en la que se había refugiado. Allí escuchó durante la tarde las sugerencias de sus abogados sobre los pasos que debía seguir ante la orden de captura dictada en su contra. Entonces, acompañado por su hijo, el exintendente se dirigió al Juzgado de Garantías N° 3, situado en Ameghino 502, tocó el timbre y se entregó ante el juez Gastón Ernesto Giles. Ahí lo detuvo la Policía.
Según dijo a LA NACION un allegado al intendente en aquella época, Porretti no habría soportado la presión ejercida por detectives de la Dirección de Investigaciones de la Policía Bonaerense y decidió entregarse a pesar de que todavía faltaba que la Cámara de Casación Penal bonaerense resolviera sobre el recurso de habeas corpus presentado por el abogado Gonzalo Díaz Cantón, uno de los cinco letrados que lo representaban.
Hasta pocos minutos antes de las 13, el entonces intendente había estado en su despacho, pero huyó por los fondos de la comuna. Hizo uso de cuatro automóviles, un cuatriciclo, tres dependencias públicas y de unas de sus casas como postas para cambiar de vehículo con el afán de despistar a los periodistas que intentaban entrevistarlo. Luego recurrió a la colaboración de personas cercanas para huir del grupo de policías que lo buscaba para detenerlo.
De la sede comunal, tal como plasmó LA NACION aquella vez, partió en una Ford Courier que conducía su esposa, Cecilia Prieto. Fue hasta un desierto playón de la estación transformadora de la empresa de energía Eseba sobre la ruta 11, a metros del acceso a Pinamar. Allí planeaba cambiar de auto para irse del balneario, pero modificó el rumbo y se dirigió a La Lela, la casa lindera al golf que alquilaba. Insistió en las maniobras de distracción, apoyado por un Renault Laguna que manejaba su chofer particular. Pero optó por subir a un Ford Mondeo, el mismo que solía usar Leonián cuando era funcionario. Mientras, su mujer alejó a otro cronista con ayuda de su perro rottweiler.
En el camino recurrió al conductor de un cuatriciclo, que habría sido un empleado municipal que ayudó a que el Mondeo en el que viajaba Porretti ingresara en el corralón de la Dirección de Servicios Públicos y saliera por otra puerta, que daba a una calle transversal, ya con rumbo desconocido. Una camioneta 4x4 blanca fue otro de sus apoyos.
Minutos después llegó a la comisaría de Pinamar el pedido de detención. Una comisión lo buscó sin suerte en el palacio comunal, en su domicilio particular y en otra casa que tenía en Valeria del Mar. Desde entonces se montó un operativo cerrojo en el acceso a Pinamar que implicó revisar auto por auto. Por la tarde, cuando supo de semejante despliegue, Porretti pidió a sus abogados entregarse “ya” a la Justicia. Ahí se dirigió hasta la casa en Dolores, donde se mantuvo durante sus últimas horas de libertad.
En ese momento, se habilitó el mecanismo de sucesión en el gobierno municipal y el entonces presidente del Cuerpo Legislativo, Rafael De Vito, que había sido su compañero de fórmula, asumió en su lugar.
La captura de Porretti cerró lo que fue una etapa central para la causa que había comenzado el 12 de febrero de ese 2008, cuando la Justicia pidió su detención junto con la de Leonian, beneficiado con la prisión domiciliaria por problemas de salud.
Desde aquel día, Porretti evitó su captura con un pedido de eximición de prisión y sucesivas apelaciones.
La causa judicial duró más de 15 años. Durante ese tiempo Porreti trabajó como docente y en los últimos años se dedicó a la actividad inmobiliaria. Según se pudo conocer, tenía una oficina en la vecina localidad de General Madariaga.
Desde allí se había enfocado en el segmento de desarrollos en áreas rurales, con formato de chacras, siempre en grandes superficies y con productos de cercanía a los destinos de mayor concentración urbana y playas de la región, como Pinamar y localidades balnearias linderas.
Su hijo Martín fue continuador de su carrera política. Abogado de profesión, el año pasado, en la previa a las elecciones generales, se presentó como precandidato al cargo de intendente: participó de las internas de Unión por la Patria y perdió frente a Gregorio Estanga, el postulante que en las generales no llegó a gobernar Pinamar por tan solo un voto.
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