Murió Raúl Alfonsín, el padre de la democracia moderna de la Argentina
Tenía 82 años y padecía un cáncer de pulmón; sus restos serán velados en el Congreso y el sepelio se efectuará en la Recoleta
Raúl Alfonsín, el primer presidente de la última etapa democrática argentina, murió ayer en su departamento de Barrio Norte, en la ciudad de Buenos Aires. Tenía 82 años y sufría de cáncer de pulmón con metástasis ósea, un cuadro que desde el fin de semana se había complicado por una neumonía broncoaspirativa.
Alfonsín murió mientras dormía, acompañado por sus familiares más cercanos: sus hermanos, sus hijos y algunos de sus nietos.
La presidenta Cristina Kirchner ordenó anoche, desde Londres, que se declaren tres días de duelo nacional, y el vicepresidente Julio Cobos, a cargo del Poder Ejecutivo por el viaje oficial, firmó el decreto que así lo establece. Además, Néstor Kirchner y el jefe de Gabinete, Sergio Massa, le expresaron telefónicamente sus condolencias a Ricardo Alfonsín, uno de los hijos del ex presidente.
Los restos del líder radical serán llevados al Salón Azul del Congreso a las 8. A partir de las 10, el público podrá darle el último adiós. El ingreso será por la explanada de la esquina de las avenidas Rivadavia y Entre Ríos.
El funeral está previsto para el mediodía del jueves, después de un cortejo fúnebre que llevará sus restos en una cureña desde el Congreso hasta el cementerio de la Recoleta. Los restos de Alfonsín descansarán en la bóveda de los Caídos en la Revolución de 1890, hasta que esté listo un mausoleo que se prepara para albergarlos.
Su último día
Después de un día sin mejorías que hacía prever lo peor, a las 21 el médico de Alfonsín, Alberto Sadler, anunció oficialmente que el ex presidente había muerto a las 20.30.
"Falleció tranquilo en su domicilio. Estaba dormido, con deterioro sensorial", explicó Sadler. "Todo ocurrió con suma tranquilidad, con todos sus familiares alrededor", contó el médico, que había llegado para su visita de la noche y lo atendió en sus últimos momentos.
Dos horas antes, Ricardo Alfonsín había confiado a La Nacion la preocupación familiar porque el ex presidente no mejoraba. "Estamos muy preocupados porque esta vez no responde al tratamiento con antibióticos", había adelantado.
En el quinto piso del edificio de avenida Santa Fe al 1600, donde el caudillo radical tiene sus oficinas, no paraban de sonar los teléfonos. Los ex presidentes de Brasil José Sarney y de Uruguay Julio María Sanguinetti eran sólo dos de los que pedían noticias de la salud de su amigo.
Más arriba, en el octavo piso, donde se ubica la vivienda de Alfonsín, sus hijos y hermanos recibían en el hall a los que llegaban a visitarlo. Entre ellos estuvieron el gobernador de Santa Fe, el socialista Hermes Binner; el presidente de la UCR, Gerardo Morales; el actor y dirigente radical Luis Brandoni; el vocero presidencial de la Alianza, Juan Pablo Baylac, y monseñor Justo Laguna, el único que pudo verlo.
"Estaba consciente, me agarró fuerte la mano y no me soltaba", contó por la mañana. Después de eso, Alfonsín (tratado con morfina para resistir los fuertes dolores y con oxígeno para poder respirar) no volvió a despertarse.
Cuando se conoció la noticia del deceso, Cobos, Morales, dirigentes de la UCR y del alfonsinismo, y hasta el peronista Felipe Solá llegaron para dar sus condolencias a la familia.
En la calle, una multitud lloraba al hombre que había encarnado el regreso de la democracia después de la dictadura.
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