Murió Magdalena Ruiz Guiñazú: su papel en la Conadep, la misión cívica en la que dejó la huella de su compromiso
Fue una de las primeras periodistas en hablar de los desaparecidos; el recuerdo de quienes compartieron con ella el trabajo en la decisiva comisión creada por Alfonsín
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El 15 de diciembre de 1983, cinco días después de la asunción de Raúl Alfonsín, el Presidente creó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep). Para esa tarea titánica, que implicó reunir testimonios y pruebas de la violación de los derechos humanos durante la última dictadura militar, convocó a personas de distintas profesiones, ámbitos y disciplinas, todas ellas notables y destacadas. Una de las elegidas para ese trabajo histórico, bajo amenazas permanentes, fue la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú.
Alfonsín convocó a algunas de las figuras personalmente. En el caso de Ruiz Guiñazú, fue el vocero de Alfonsín, José Ignacio López, quien le pidió que integrara la comisión de notables. Como periodistas, habían trabajado juntos en radio y tenían una amistad entrañable. “No lo dudó ni un minuto. Aceptó integrar la Conadep enseguida”, dice López. “Era valiente, corajuda, vasca en lo bueno y en lo malo, familiera, gran amiga y muy generosa”, agrega el vocero de Alfonsín.
El eterno compromiso de la periodista con los derechos humanos, visible y evidente desde el ejercicio del oficio en cada lugar en el que trabajó, la llevó a aceptar rápidamente: durante los nueves meses que duró la investigación de la primera comisión de la verdad en el mundo, Ruiz Guiñazú empeñó todos sus esfuerzos en la producción del mayor documento del horror de la dictadura.
“A Magdalena la conocí antes de que ingresara a la Conadep. Fue una de las primeras periodistas que empezó a hablar de los desaparecidos. Hoy estoy llorando la pérdida de una gran amiga”, dice Graciela Fernández Meijide, con la voz entrecortada.
“Estaba especialmente conmovida por las Abuelas”, continúa Fernández Meijide. “Tenía un coraje a prueba de todo. Hay una anécdota, entre tantas, que lo refleja bien. Un día entramos a la ESMA con un grupo de sobrevivientes. Estábamos haciendo la reconstrucción del lugar. Siempre íbamos dos comisionados y una de ellas era Magdalena. Desde lejos y escondido, un tipo nos sacaba fotos. Magdalena se le acercó, lo increpó y le dijo: ‘Si usted quiere una foto nuestra, nos ponemos todos en fila así la saca y se va de una vez’. Y el tipo lo hizo: nos paramos en fila, sacó la foto y se fue. Tenía una autoridad monumental”.
Ruiz Guiñazú también fue la primera periodista que abrió el micrófono para las Madres de Plaza de Mayo y Hebe de Bonafini, en plena dictadura militar. Muchos años después, en 2010, esa organización llamó a realizar “juicios populares” y a escrachar públicamente a “periodistas acusados de complicidad con la última dictadura”. En esos carteles escupidos y vandalizados estaba la cara de Magdalena Ruiz Guiñazú. “Eso le dolió muchísimo”, dice López.
Búsqueda de la verdad
Poco después de la conformación de la Conadep, en 1984, se creó el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), una organización clave para la investigación, búsqueda, recuperación, identificación y restitución de personas desaparecidas. Una de sus integrantes históricas es Mercedes Doretti, una de las hijas de Magdalena Ruiz Guiñazú.
El EEAF, una organización modelo que intervino en la identificación de víctimas en países de todos los continentes, recibió múltiples premios a lo largo de los años. “Hoy estoy acá en nombre de mi hija Mercedes (Doretti). Siento responsabilidad y honor en recibir el título de Honoris Causa en el mismo lugar, que hace años, junto a la Conadep empezamos a descender a la maldad humana”, dijo Ruiz Guiñazú cuando recibió el reconocimiento de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en nombre de su hija, residente en los Estados Unidos.
A lo largo de su vida, los aprietes y las amenazas fueron permanentes; y su valentía, inquebrantable. “Que no se entienda como un rasgo de soberbia, pero casi he incorporado las amenazas como parte de la vida. Desde hace muchos años que las recibo y la sigo recibiendo. La última, por ejemplo, fue el 28 de diciembre pasado. Ese día llegué al aeropuerto de Punta del Este y de allí a mi casa. A los pocos minutos sonó el teléfono, y una voz anónima me dijo: ‘Sabemos que estás allí. Te vamos a reventar a vos y a tus hijos’”, contó en una entrevista a LA NACION, en marzo de 1997.
Hace poco Ruiz Guiñazú fue homenajeada por la Academia Nacional de Periodismo. No asistió físicamente y fue su amigo José Ignacio López quien recibió el diploma en su nombre. Hace un par de meses, López le llevó el diploma a su casa, conversaron largamente y admitió estar preocupada por su salud. “Hablamos mucho. Se entusiasmó por cosas que le conté. Y por suerte, pude despedirme”.
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