Murió Horacio Méndez Carreras, un abogado comprometido con los derechos humanos
Actuó como querellante en causas de ciudadanos franceses desaparecidos, como las religiosas Alice Domon y Léonie Duquet; ejerció su profesión durante más de 60 años y fue un prestigioso columnista del Buenos Aires Herald en los años de la dictadura militar
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A los 86 años falleció el doctor Horacio Méndez Carreras, un abogado de reconocida trayectoria en el campo de los derechos humanos, que actuó como querellante en varias causas de ciudadanos franceses desaparecidos durante la dictadura militar en nuestro país, como las monjas Alice Domon y Léonie Duquet. Participó, también, como letrado en defensa de las víctimas y sus familias en la causa ESMA, donde fueron condenados los marinos Alfredo Astiz, Jorge “Tigre” Acosta y Antonio Pernías, entre otros militares. Fue, además, columnista del diario Buenos Aires Herald, donde tenía a su cargo una columna sobre derechos humanos y mantuvo una amistad con su director, Robert Cox.
El Estado de Francia le encomendó en 1984, tras la recuperación de la democracia en la Argentina, investigar las desapariciones de personas de nacionalidad francesa desaparecidas durante el régimen militar. A esa misión le dedicó sus mayores esfuerzos, viajando por todo el país. Actuó como un verdadero abogado de campo, buscando pruebas y reconstruyendo las circunstancias en que las víctimas desaparecieron.
Al contratarlo, las autoridades francesas le pidieron al abogado Méndez Carreras que identifique la forma en la que las monjas francesas desaparecieron, que encuentre a los autores y que sean condenados. Avanzó en esos requerimientos, a pesar de lo difícil de tamaña empresa. Las religiosas Léonie Duquet y Alice Domon permanecieron en cautiverio en el centro clandestino de la ESMA y la condena por sus crímenes llegó 25 años después.
Léonie fue secuestrada en La Matanza y trasladada a la ESMA, donde permanecían la hermana Alice, y otras diez personas secuestradas en la iglesia Santa Cruz, en una operación que involucraba a Astiz. Según se probó en el juicio, las religiosas fueron arrojadas al mar, en uno de los vuelos de la muerte, y sus cuerpos aparecieron días despúés cerca de Santa Teresita y fueron enterradas como NN. Los trabajos del l Equipo Argentino de Antropología Forense permitieron identificarlas.
El abogado Méndez Carreras tuvo intervención en los casos de Marie-Anne Erize –asistente social que trabajó con el padre Carlos Mugica y para cuya investigación Méndez Carreras viajó a San Juan y localizó la bicicletería en la que había sido vista por última vez- Marcel Amiel, que desapareció en Mendoza, entre unos 18 casos. Méndez Carreras mantenía contactos fluidos con las familias de las víctimas, la mayoría radicadas en Francia. El crimen de Elena Holmberg, que comprometía, también, a miembros de la Armada, fue otro tema que investigó en su función de abogado, lo que lo puso en la mora de sectores militares cercanos a lo más alto del poder..
Se destacó, asimismo, como un activo colaborador del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), donde cultivó una relación cercana con Emilio Mignone, y participó, incluso, en los juicios que se celebraron en París.
Según reveló el propio Méndez Carreras en una entrevista, el gobierno de Francia lo eligió para intervenir en los casos de desapariciones de ciudadanos franceses por su independencia, tanto respecto de la administración del presidente Raúl Alfonsín como de las organizaciones de derechos humanos. Con el tiempo, sin embargo, se vinculó con Abuelas de Plaza de Mayo, por su actividad profesional.
El doctor Méndez Carreras había nacido en Buenos Aires en mayo de 1937 y en 1962 se graduó de abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se dedicó a la profesión con profunda vocación durante más de 60 años, al frente de su estudio jurídico, sobre la avenida Diagonal Norte en la ciudad de Buenos Aires.
Su padre, también abogado, sufrió persecuciones durante el gobierno peronista y en 1952 estuvo preso en la penitenciaría de la avenida Las Heras, donde compartió el encierro con Cipriano Reyes y con los hermanos Carlos y Federico Toranzo Montero, ambos militares.
Horacio Méndez Carreras también sufrió aprietes y persecuciones aún antes de la dictadura militar. Una patota de la Triple A lo fueron a buscar a su estudio jurídico, en diciembre de 1975. Sufrió otros ataques en su estudio y en la vía pública. Los organismos de inteligencia realizaban espionajes sobre las empresas que lo contrataban y muchas de ellas prescindieron de sus servicios.
Quienes lo frecuentaban lo recuerdan como un concienzudo practicante de esgrima, destreza que desplegaba todas las semanas en el Jockey Club de Buenos Aires, del cual era socio. Seguro de su pertenencia a un sector social acomodado, con el mismo afán se distinguía como un nato perseguidor de justicia, aún en los casos de derechos humanos que seguía por su profesión.
De clara formación liberal, sus convicciones se identificaban con una profunda visión democrática. Se manifestaba admirador de la figura de Napoléon y dictó conferencias sobre su figura y su influencia en el mundo occidental.
En 1994 iba caminando por Palermo Chico y tuvo un curioso encuentro con el almirante Emilio Eduardo Massera, que estaba retirado y había sido beneficiado con el indulto. Méndez Carreras se presentó como el abogado en los casos de las monjas francesas y del embajador Héctor Hidalgo Solá, en cuyas desapariciones el propio jefe militar estaba implicado, como le recordó el abogado. “No hay pruebas”, le contestó. Méndez Carreras le reveló que también actuó en la causa por el asesinato de Elena Holmberg. “Su cara se transformó y con un gesto sombrío me dijo: ¿No sabe que era lesbiana? Acompáñenme, que le muestro las cartas de su novia”, relató asombrado el letrado, al comentar el hecho en los medios.
Sus restos serán despedidos este miércoles, a partir de las 11.30, en el cementerior Jardín de Paz, de Pilar.
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