Murió el dirigente justicialista y ex presidente Italo Luder
Fue mandatario interino en 1975 y perdió ante Alfonsín en las elecciones de 1983
El justicialismo perdió ayer a uno de sus dirigentes más moderados y de más larga trayectoria. A los 91 años, tras una larga enfermedad, falleció Italo Argentino Luder.
Luder protagonizó varias décadas de la historia argentina del siglo XX, pero, sobre todo, se lo recuerda por su presidencia interina en 1975, durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón, y por su candidatura presidencial en 1983, en el retorno de la democracia, cuando perdió frente al radical Raúl Alfonsín.
Había nacido en Rafaela, provincia de Santa Fe, el 31 de diciembre de 1916. Casado con Isolda Fabris, tuvo dos hijos y seis nietos.
Luder se había recibido de abogado en la Universidad Nacional del Litoral en 1938 y tuvo una larga trayectoria como docente -especializado en derecho constitucional- en las universidades más prestigiosas del país, pero su faceta pública lo ubica en un lugar central en los convulsionados años setenta y ochenta.
Dirigente asociado al justicialismo desde su creación, en 1949 fue convencional constituyente de la Convención de Reforma de la Constitución, durante la presidencia de Juan Domingo Perón.
También durante su gobierno fue director general de Establecimientos Penales de la provincia de Buenos Aires y en 1955, después del golpe de Estado de la llamada Revolución Libertadora, se convirtió en el abogado defensor de Perón en el juicio que se siguió en su contra por "traición a la patria".
Con las elecciones de 1973, Luder volvió a ocupar un lugar importante en la vida del peronismo y del país. Ese año resultó elegido senador por el Frente Justicialista de Liberación (Frejuli) en los comicios que consagraron a Héctor Cámpora presidente.
Pero eran años de convulsión política y no lo esperaba una estada tranquila en el Senado. En 1975, el Congreso aprobó la ley de acefalía para contener la creciente y devastadora influencia del ministro de Bienestar Social y creador de la Triple A, José López Rega, conocido como "el Brujo" por sus inclinaciones esotéricas.
Un sector del propio peronismo logró que López Rega, candidato a la sucesión presidencial, renunciara a su cargo y abandonara el país. Luder, convertido en presidente provisional del Senado, se convirtió así en el segundo en la línea sucesoria del poder.
Interinato
A pesar de la salida de López Rega y de un recambio ministerial que introdujo figuras más cercanas al sindicalismo, la inestabilidad del gobierno peronista aumentaba y la presidenta adujo motivos de salud para pedir una licencia en sus funciones.
Así, entre el 13 de septiembre de 1975 y el 17 de octubre de ese mismo año, Luder se convirtió en presidente interino de la República.
En ese corto período (34 días), Luder firmó los polémicos decretos 2270/75 y 2272/75, que conformaban el Consejo de Seguridad Interior (integrado por el presidente y los jefes de las Fuerzas Armadas) y autorizaban a "aniquilar" la subversión en todo el territorio nacional.
La medida no hizo más que incrementar la violencia que azotaba al país por derecha y por izquierda y se convirtió en caldo de cultivo para el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Fue el inicio de la última y más violenta dictadura que vivió el país.
En esos años, Luder participó en la llamada multipartidaria, encabezada por el dirigente radical Ricardo Balbín para lograr el retorno democrático, y en 1983, cuando el presidente de facto Reynaldo Bignone convocó a elecciones, el abogado peronista fue elegido candidato presidencial del PJ.
Luder compartió la fórmula con el dirigente del PJ chaqueño Deolindo Felipe Bittel y se convirtió en el principal rival de los radicales Raúl Alfonsín y Víctor Martínez, que lo derrotaron en las elecciones del 30 de octubre por el 51,7% de los votos, contra el 40,1% que obtuvo la fórmula peronista.
"Nadie debe caer en la soberbia de pensar que un solo partido podrá resolver los problemas que afectan al país, pues entonces afrontaremos un nuevo descreimiento general", había afirmado antes de los comicios para invitar a un acuerdo nacional.
Imagen
Mucho se ha dicho sobre su derrota. Para algunos analistas, el ataúd con el escudo de la UCR que quemó Herminio Iglesias en el acto de cierre de campaña del PJ en el Obelisco horrorizó a la clase media, que se inclinó mayoritariamente por Alfonsín.
También pudo haber jugado en su contra el apoyo que Luder expresó, poco antes de las elecciones, a la "autoamnistía" que se habían otorgado los militares antes de entregar el gobierno. Alfonsín, en cambio, había prometido en su campaña que juzgaría a las juntas militares.
Cuando el peronismo volvió al poder, en 1989, de la mano de Carlos Menem, Luder se convirtió en su primer ministro de Defensa.
A pesar de sus aceitadas relaciones con los integrantes de las Fuerzas Armadas, seis meses después renunció a su cargo, y al año siguiente partió a Francia como embajador también del menemismo.
En 1993 dejó su función diplomática y regresó al país. Su último cargo público lo ocupó en 1995, cuando fue designado en el directorio de YPF para representar a las acciones del Programa de Propiedad Participada durante el proceso de privatización de la petrolera estatal.
En sus últimos años, Luder se dedicó a su familia, y el año pasado le tocó sufrir la muerte de uno de sus hijos, Ricardo, que había trabajado a su lado en el Senado y en la campaña presidencial de 1983.
Siempre vinculado a la actividad partidaria, era un dirigente respetado y reconocido en el PJ y fuera de él por su seriedad y su moderación.
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