Juan Grabois deambulaba, teléfono en mano, por su oficina de la calle Agustín Álvarez, en Olivos. Acababan de ordenar el desalojo del campo de la familia Etchevehere y él cavilaba qué hacer. Había militantes que querían atrincherarse. A 15 cuadras de allí, la quinta presidencial estaba en vilo. "Nos vamos", fue la orden de Grabois. Pero el aliado del Gobierno no se privó de pedirle al Presidente que dejara de "ceder ante el poder fáctico".
A pesar del desafío, Alberto Fernández prefirió no romper. Las cosas habían llegado tan lejos que el anuncio fue un alivio. A su alrededor había bronca. "Que se saque la camiseta y salga del equipo, si es lo que quiere", dijo un funcionario con despacho en el primer piso de la Casa Rosada cuando veía en vivo, con LA NACION de testigo, el anuncio de Grabois por televisión.
Aliado en eterna tensión, Grabois nunca quiso ser funcionario y quedar del lado de adentro del gobierno de Fernández. Colocó, sin embargo, a gente propia en lugares estratégicos. Una es Gabriela Carpineti, de su núcleo duro, la directora del ministerio de Justicia que pasó la noche del miércoles en el campo.
"Ella avisó", confirmó a LA NACION un funcionario del ministerio. "No dijo -sonrió el funcionario- que iba a pasar la noche ahí adentro". Cuando ya había desatado una controversia nacional, Carpineti recibió un llamado de la Casa Rosada: la invitaban a bajar el perfil, la exposición ya había sido suficiente, relató a LA NACION un miembro de alto rango del Gobierno.
El cargo de Carpineti es el de directora nacional de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia. Es una de las siete funcionarias que el movimiento de Grabois tiene dentro del Gobierno (una secretaria de Estado, dos subsecretarias, tres directoras y una subdirectora). Su espacio político, el Frente Patria Grande, cuenta con dos diputados nacionales, Itai Hagman (líder de Patria Grande, el partido de extracción estudiantil con el que se alió el Movimiento de Trabajadores Excluidos de Grabois) y Federico Fagioli, y con una legisladora porteña, Ofelia Fernández.
La gente de Grabois no ocupa cargos de primera línea en el Gobierno, pero está en lugares que son vitales para su plan de construcción política. Es el caso de Carpineti, que tiene, dentro del Ministerio de Justicia, tres funcionarios de rango más alto que ella, pero que maneja los 104 Centros de Acceso a la Justicia (CAJ), oficinas del ministerio distribuidas por todo el país, que brindan asistencia legal, sobre todo, en lugares vulnerables. Los CAJs son, en total 215 –el número que presenta el Gobierno- si se suman a los 104 centros fijos aquellos "itinerantes".
Ninguna otra dirección del Ministerio de Justicia tiene semejante despliegue territorial. Este jueves, cuando volvió de Entre Ríos, Capinetti reinauguró una CAJ en La Matanza, en un acto al que la ministra, Marcela Losardo, decidió no asistir. Para la reapertura postpandemia se realizó una ceremonia formal, en la que se bautizó al centro con el nombre del "Padre Bachi", un cura villero que murió hace dos meses, muy cercano al Papa y cuya muerte lamentó públicamente Cristina Kirchner. Los CAJs suelen funcionan en alianza con comunidades barriales y con parroquias.
La Iglesia fue otro vínculo estratégico que colaboró para el ascenso político de Grabois, designado por Francisco "consultor" del Pontificio Consejo de la Justicia y la Paz. Sin embargo, el episcopado argentino, que esta semana sacó un comunicado en contra de las tomas, cuestiona por lo bajo a Grabois por "contribuir a la grieta".
"Ojea [Oscar, obispo de San Isidro] lo dejó a la intemperie a Grabois con ese comunicado y después va Alberto y cierra en la pastoral con Ojea", dijo a LA NACION otro de los amigos argentinos del Papa, que relativiza el apoyo del Presidente al líder del MTE. Para Grabois, en cambio, lo de Entre Ríos estuvo muy lejos de haber sido una toma.
Repoblar la Argentina
La aventura de Grabois con Dolores Etchevehere fue la expresión de algo que él tiene en carpeta desde hace tiempo: un proyecto para "repoblar la Argentina", que incluye desarrollar la "agroecología". La iniciativa, en la que también trabaja Carpineti, forma parte de un más ambicioso Plan de Desarrollo Humano Integral, o "plan Marshall criollo", que en uno de sus capítulos busca usar tierras "ociosas" para instalar lotes con servicios. Grabois se lo llevó a Cristina Kirchner, que lo amadrinó, y a Fernández, que el viernes, en un guiño después de la tensión, dijo que "es una idea a tener en cuenta".
"No hace falta hablar de confiscación y expropiación. Puede resolverse con bienes ociosos en manos del Estado", aclaran hoy cerca de Grabois, conscientes de los miedos que están generando sus planes redistributivos en un vasto sector de la sociedad.
El plan Marshall criollo, cuya "idea base" pertenece a Grabois, es impulsado por numerosos movimientos sociales, gremios y representantes de la Iglesia, que en agosto lanzaron el Plan de Desarrollo Humano Integral (otro nombre del mismo proyecto) en la sede de la Uocra, que lidera Gerardo Martínez. El plan contempla además de la "repoblación", la creación de 4 millones de puestos de trabajo.
Fue Cristina Kirchner la que impulsó a Grabois para que avanzara con los sindicatos, que tuvieron siempre una relación tirante con él. Del lado gremial, el líder del MTE se unió con Martínez (el proyecto tiene una pata fuerte ligada a la construcción de viviendas) y en agosto, el sindicalista se definió en "alianza estratégica con los movimientos sociales".
Martínez y Grabois sumaron al plan a los sectores disidentes del gremialismo. La "alianza estratégica" entre el movimiento obrero organizado y las agrupaciones de trabajadores informales había vivido un momento fundacional cuando se unieron, durante el macrismo, para reclamar la ley de emergencia social. Con los Moyano, el vínculo se afianzó en febrero de 2018, el día que Hugo Moyano movilizó a su gente para denunciar que Mauricio Macri quería enviarlo a la cárcel y Grabois lo acompañó. "No me importan los prontuarios", dijo aquel día. Hoy hacen trabajo territorial juntos, el MTE y Camioneros, que traslada donaciones a comedores en barrios carenciados.
Dentro del mundo de los movimientos sociales, en MTE está dentro de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), que lidera Esteban "Gringo" Castro. Grabois nunca integró la cúpula del movimiento piquetero, pero sus compañeros tienen claro que ningún otro tiene, como él, línea directa con Cristina Kirchner.
En su cruzada contra los Etchevehere, sin embargo, movimientos sociales como el Evita, la CCC y Barrios de Pié lo dejaron actual en soledad. Ninguno lo acompañó al acto que hizo frente a la sede de la Sociedad Rural.
Para el avance del "plan Marshall criollo" se involucró incluso Máximo Kirchner, que mantuvo una serie de reuniones para evaluarlo, de las que también participó la diputada kirchnerista Cristina Álvarez Rodríguez. Además, le acercaron la propuesta a Sergio Massa y el líder del Frente Renovador puso a Diego Bossio -que hoy integra sus equipos técnicos- como interlocutor para analizar el proyecto.
Por el momento, más allá de todos los actores involucrados, al plan no se le conocen avances concretos.
En simultáneo con la ocupación del campo de los Etchevehere, el movimiento de Grabois tomó distancia del kirchnerismo en el otro gran conflicto de la semana: el desalojo de Guernica. En la lista de los que debían dejar de ceder a los "poderes fácticos" el líder del MTE incluyó a Áxel Kicillof, el responsable de la policía que ejecutó la orden de sacar a la gente del lugar. Además, Ofelia Fernández y el diputado Fagioli criticaron el desalojo por Twitter.
Las bases de Grabois fueron originalmente los cartoneros de la ciudad de Buenos Aires, que nucleó en el MTE, al que después se sumaron otras ramas de la economía informal. También, trabajadores frutihortícolas del gran Buenos Aires. El MTE dice que tiene hoy 40.000 cartoneros y 70.000 pequeños agricultores.
Otro cargo clave del movimiento de Grabois dentro del Gobierno es el que ocupa Fernanda Miño, catequista y militante de la UTEP de La Cava, que es secretaria de Integración Socio Urbana. Hasta hace un mes, su secretaría estaba dentro del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat, de María Eugenia Bielsa, pero allí "la cosa no caminó", según dijeron en la organización de Grabois. Tal como informó LA NACION, Miño maneja una caja que recibe el 9% del total del impuesto PAIS -vinculado a la compra del dólar "ahorro"- a través del Fondo de Integración Socio Urbana (FISU) y gracias a la ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva, impulsada por el Gobierno, ya tiene asignados unos 8000 millones de pesos. Si se aprueba el "impuesto a la riqueza" podría sumar unos $45.000 millones más.
El 30 de julio pasado, Cristina Kirchner recibió a Miño y otras dos de las funcionarias del grupo de Grabois: María Castillo, integrante de una cooperativa de cartoneros y directora nacional de Reciclado, y Elsa Yanaje, directora de Comercialización de la Secretaría de Agricultura Familiar. La foto fue tuiteada por Grabois.
Mujeres Argentinas x Tierra Techo y TrabajoElsa, productora hortícola, directora en agricultura familiarMaría, cartonera, directora de economía popularFernanda, dirigente barrial, secretaria de integración urbanaCristina, estadista, dos veces presidenta pic.twitter.com/A4pAWthN4x&— Juan Grabois (@JuanGrabois) July 30, 2020
La relación con Cristina
El líder del MTE había sido un crítico acérrimo de Cristina Kirchner y organizó varios acampes frente al Ministerio de Desarrollo Social durante su gobierno. El Papa fue quien primero le abrió las puertas del mundo Cristina a Grabois. Ella relata en el libro Sinceramente que en junio de 2015, Francisco le habló "maravillas" de él. "Me dijo que era honesto, capaz y bueno y me pidió especialmente por el reconocimiento de la CTEP", escribió. Horas antes de dejar el gobierno, Carlos Tomada, por entonces ministro de Trabajo, firmó la personería de la confederación de los movimientos sociales, el primer paso para negociar sus propios convenios colectivos y administrar su obra social.
Ya con Cristina en el llano, ella y Grabois tuvieron un cruce insólito que terminó juntándolos. En la campaña de 2017, la expresidenta publicó una foto con Malena, "una yegua rescatada de los carritos de la calle", según la presentó en Twitter para ironizar sobre su figura (el animal tenía un mandil que decía "Yo también soy yegua"). La foto enardeció a Grabois -los cartoneros se quejan de que los proteccionistas les sacan los caballos que destinan a la recolección- y la cruzó en las redes sociales. Aquel encontronazo derivó en una conversación que terminó inesperadamente bien. A partir de entonces, hablaron cada vez más seguido y él logró una línea directa con ella.
La buena sintonía quedaría inmortalizada en agosto de 2018, cuando Grabois la acompañó a declarar a Comodoro Py. Él, que siempre se había mostrado muy crítico de la corrupción del kirchnerismo, dijo que lo había charlado con la almohada y que su conciencia le gritó que fuera. Hizo público su razonamiento en Facebook con una llamativa advertencia: "Y si me mancho, me mancho".
Grabois y el macrismo
"Grabois consiguió mucho durante el último tiempo del gobierno de Cristina, pero también con Carolina Stanley. El macrismo le dio estructura y el Papa, la bendición", dijo a LA NACION un funcionario kirchnerista que es crítico de Grabois. En el frente interno también hubo quienes cuestionaron a la exministra Stanley por su vínculo con el líder del MTE.
La relación, en rigor, nació cuando Macri era jefe de gobierno porteño. A poco de asumir el cargo, su gobierno encaró una negociación con el MTE de Grabois, una interlocución que por entonces estuvo a cargo de Fabián "Pepín" Rodríguez Simón, histórico colaborador del expresidente. "Trabajamos con la realidad y apuntamos a regularizar la actividad e incluir a los cartoneros como recolectores. Los vecinos querían limpieza y seguridad. Y Grabois quería que los suyos trabajaran. Reasignamos partidas y les dimos transporte, un subsidio, obra social y uniformes", contó un hombre que conoció de adentro aquella negociación. El acuerdo entre los cartoneros y la Ciudad continúa hasta hoy.
Ya con Cambiemos en el Gobierno, a finales de 2016, el Congreso sancionó la ley de emergencia social y alimentaria. La media sanción que salió del Senado planteaba la creación de un millón de nuevos planes, en un esquema demasiado ambicioso que el expresidente estaba dispuesto a vetar. Tras una negociación de Stanley con los movimientos sociales, la norma finalmente destinó $25.000 millones del presupuesto hasta el final del mandato para las cooperativas encuadradas en la CTEP, mediante el salario social complementario.
Grabois se sentó más de una vez a negociar con Stanley, a la que calificaría de "buena mina". Esa línea de diálogo con el tiempo fue cuestionada por el sector duro de Pro. Stanley suele recordar que ni siquiera en los momentos más críticos de la economía, el gobierno de Macri tuvo un desborde social. Pero Patricia Bullrich siempre le endilgó haberle hecho demasiadas concesiones al líder del MTE.
Hoy la tensión está concentrada dentro del Frente de Todos. ¿Quién lo banca a Grabois? "Todos vemos a Cristina mucho más cerca de lo que se hizo en Guernica, con "el Cuervo" Larroque y Sergio Berni, que de la aventura de Entre Ríos", dijo a LA NACION un hombre cercano a la expresidenta.
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