Hugo Moyano se prepara para romper el aislamiento
Hugo Moyano sobrelleva la cuarentena entre su departamento en Barracas, el despacho del tercer piso del Sindicato de los Camioneros, en San José 1781, y alguna actividad política o gremial aislada que requiera sí o sí de su presencia. Su última aparición pública fue el 1° de abril, cuandoreinauguró por tercera vez el Sanatorio Antártida junto con el presidente Alberto Fernández, quien lo endulzó aquel mediodía como "un dirigente ejemplar". Con 76 años, Moyano asumió que es grupo de riesgo y decidió reforzar los cuidados después de conocer que el número tres del gremio y otros empleados del gremio se contagiaron de coronavirus.
Tal vez por el aislamiento obligatorio, Moyano comenzó a delegar cada vez más tareas en su hijo Pablo, el número dos del gremio y su heredero natural. Sin dejar de estar al frente de los reclamos callejeros, Pablo incorporó recientemente a sus rutinas las negociaciones políticas, una rosca que antes era casi exclusividad de su padre. Así fue como que se lo divisó la semana pasada por los pasillos de la Casa Rosada para reunirse con el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, o por el Congreso para un encuentro furtivo con Máximo Kirchner, jefe del bloque de Diputados del Frente de Todos. Fue Pablo Moyano, también, el que gestionó por teléfono con gobernadores e intendentes de todos el país la flexibilización de los controles a los choferes de camión en las rutas. Siempre con verba combativa, aunque ahora más estratégico y cerebral, se alista, como cada todos los meses de junio, para abrir la negociación salarial con las dos federaciones empresarias de transportistas.
En un contexto de crisis, pandemia y recesión, las paritarias se frenaron en casi todas las actividades. Incluso en las que tienen al Estado como empleador. Son escasísimos los acuerdos cerrados con subas a mediano o largo plazo y son muchos los gremios que negocian suspensiones con recortes de sueldo a cambio de estabilidad laboral.
La escenografía pone en aprietos a los Moyano, férreos aliados del Gobierno y cuya paritaria suele servir de referencia para otros rubros. Todavía con plazo hasta el cierre del mes en curso para pedir la reapertura de la negociación, los Moyano evalúan cuál sería hoy la mejor estrategia. Dieron ya una señal: caminaron con pies de plomo sobre el pacto CGT-UIA que habilita rebajas salariales de hasta 25% del sueldo neto. El cruce entre los Moyano y la cúpula de la CGT no fue tan elevado porque la elección para renovar en autoridades en la central obrera se postergó para 2021 por el avance de la pandemia.
Con el argumento de que los camioneros son trabajadores esenciales y que abastecen al país confinado, los Moyano dicen que buscarán un aumento que no los deje en desventaja con respecto a la inflación. Posiblemente un atajo sería aplazar el aumento unos meses o plantear una negociación semestral, como ocurrió el año pasado.
"Está durísimo lo de la paritaria. Habrá que esperar que pase esto del coronavirus", coincidieron dos fuentes del círculo íntimo de la jefatura de camioneros que suelen participar de este tipo de conversaciones.
Los empresarios, en tanto, aguardan la negociación con datos sobre la mesa: aseguran que hubo caídas en la producción de entre 50 % y 80% por ciento en todas las ramas, desde el transporte de alimentos y bebidas hasta eal de combustibles y caudales, lo que imposibilitaría otorgar un aumento. Para ellos, es ya hoy un logro no haber suspendido al personal. La estadística es irrefutable, se jactan los transportistas, esperanzados en hacer entrar en razón a los Moyano. Se avecina una pulseada que podría ocasionar algún coletazo en el vínculo entre los camioneros y el Gobierno.
Otros frentes
En paralelo a la pelea por la suba salarial, los Moyano tienen otros frentes abiertos, próximos a un desenlace por ahora incierto.
Uno de ellos tiene que ver con un expediente judicial sensible que está en manos de la Corte Suprema desde hace un año. El tribunal deberá resolver si es válida o no una sanción de $810 millones que le aplicó la gestión de Macri al gremio de los camioneros en 2018 por incumplir una conciliación obligatorio por un reclamo de un bono salarial. Casualidad o no, el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, allanó el camino para un fallo favorable a Camioneros, al desestimar por supuestas irregularidades las dos denuncias activadas por su organismo cuando era conducido por Jorge Triaca. Por las dudas, los Moyano todavía no cantan victoria, más allá de la euforia por redes sociales que exhibió uno de los abogados de su equipo.
En el radar de los Moyano sigue apareciendo el caso de la empresa OCA como una obsesión. Trabajan allí 6076 personas, de las cuales 5800 están afiliadaos a Ccamioneros. Quebrada, la compañía postal más grande del país, que es coadministrada desde hace once meses por el Estado y el sindicato, estuvo cerca de quedarse en manos de Gonzalo Campici, un empresario del seguro cuyo grupo es sponsor del Club Atlético Independiente, presidido por los Moyano. Pero la AFIP y el Juzgado Civil y Comercial N° 10 de Lomas de Zamora, a cargo de la intervención de OCA, rechazaron la oferta del único interesado. La empresa habría sido tasada entre 30 millones y 40 millones de dólares, pero Campici habría ofrecido muchísimo menos, tal vez creyendo que que era el único oferente.
Entre los empresarios postales distinguen la mano de Moyano en el acercamiento del Grupo Campici como potencial comprador de OCA. Hasta perciben un déejà vuù decon lo que fue hace algunos años el desembarco de Patricio Farcuh, el exdueño y de quien se sospechó que actuó como testaferro de los Moyano a partir de movimientos financieros detectados por la Unidad de Información Financiera.
Figura también Independiente entre las preocupaciones, al margen de la negociación salarial en tiempos de crisis, el levantamiento de la millonaria sanción aplicada por Macri y el futuro de OCA. Sin fútbol por el coronavirus, el club es novedad por el conflicto con el plantel profesional por el retraso de los sueldos. Casi una ironía.
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