Liderazgo carismático vs. ajuste; la estrategia fiscal: licuar y no pagar; Milei se corrige a sí mismo; Jay Shambaugh, visita clave; la apuesta a la comunicación social
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Desde la asunción de Javier Milei, estamos todos mirando de qué se trata este fenómeno como quien mira un objeto que no termina de clasificar. Nos preguntamos lo que siempre uno se pregunta cuando parece haber una gran ruptura: ¿qué es lo nuevo? Pero sobre todo ahora, nos preguntamos también qué es lo que continúa por debajo de lo que parece nuevo. Es un inventario muy extenso de interrogantes, de los cuales hay uno que puede ser el principal: ¿cómo conviven dos cosas? Primero un liderazgo, que por su temperamento, por su expresividad, por su coreografía, por lo que despierta e inspira en un sector de la sociedad, podríamos decir que es un liderazgo carismático. El hombre que este domingo asumió la presidencia no tuvo el tipo de comunicación, de presentación y estética de un tecnócrata. Parece ser alguien que pretende mover emociones. Se presenta a sí mismo como el protagonista de una saga histórica, que conecta con una narración que ayer llegaba hasta 1816 y la independencia, la generación del ‘37, Sarmiento y Roca, y la reposición de esa tradición después de lo que él llama “100 años de colectivismo”. Es una gran interpelación a la comprensión pero también a la emoción. Porque detrás de esa narración hay una calificación de algo que es bueno y algo que es malo, de algo que viene a redimir lo anterior, de algo que debe ser despreciado y descartado. Mueve sentimientos. Parecería que quiere impregnar su política de una mística, con rasgos políticos típicos del populismo. La idea de que no hay mediación entre el líder y el pueblo, de que prácticamente la única legitimidad es la del presidente que es votado por la gente. ¿Cómo convive este fenómeno de un líder que pretende sostenerse en la opinión pública con otro fenómeno que es el ajuste feroz?
El discurso de este domingo fue interesante por varias razones. Una fue muy mencionada. Tiene que ver con la disposición coreográfica de la escena: fuera del recinto, hablándole a la gente, con el Congreso a sus espaldas y la casta excluida. Pero hay otra característica relevante de este discurso. Apeló prácticamente a un solo tema: la herencia recibida, el desastre económico que deja el kirchnerismo que, para Milei, se inscribe en una larga inercia de estatismo, y la necesidad de encarar un shock para corregir aquellas miserias y desajustes que deja el gobierno de Alberto Fernández, con Sergio Massa como principal protagonista. Milei dijo “acá hay que hacer un ajuste, no hay espacio para el gradualismo, solo puede haber un shock. Lo que viene en principio va a ser peor de lo que hay porque, para llegar a una economía normalizada, hay que mover variables que van a potenciar la inflación. Y no hay plata”. ¿Cómo se hace para mantener aquel tono carismático, para seguir movilizando esa emoción a favor, sin plata y con un ajuste? Esta es la gran pregunta de este momento histórico frente a la asunción de Javier Milei en el gobierno.
No se distrajo con otros temas. No habló de política internacional, no habló de educación. No habló de un tema central en alguien que describe la herencia recibida: no habló de corrupción. No fue mencionada. La palabra “corrupción” en el discurso de Milei está supuesta en la idea de que el estatismo es, por definición, favorable a la corrupción. Pero no habló de la corrupción del kirchnerismo, no se refirió a ese fenómeno en estos términos. La herencia que describió Milei es la herencia de alguien economicista, que mira la realidad sobre todo reduciendo todas las variables a las que se pueden explicar por razones económicas. Y aun al referirse al ajuste económico lo planteó en una sola dimensión. No habló del combate que podría darse a la inflación por la vía de la apertura económica, de quitar zonas y barreras de protección. No habló de desregulaciones del Estado.
Habló exclusivamente del ajuste en términos fiscales, de las cuentas públicas. Esto le concede una enorme importancia a un personaje que se acaba de incorporar al Gobierno. Hasta el viernes no estaba. Era el gran casillero vacío del armado del oficialismo: el Secretario de Hacienda, quien se encarga de indicar por dónde hay que cortar para que ese recorte tenga un efecto sobre la macroeconomía. Es una tarea técnica y política, ya que detrás de cada recorte hay una protesta o un reclamo. Se llama Carlos Guberman, muy poco conocido. Viene de la Oficina Presupuestaria del Congreso, un grupo técnico que asesora al Parlamento en el manejo de la elaboración del Presupuesto, y que dirige un economista muy conocido en el mundo de quienes estudian las cuentas públicas, que es Marcos Makón. Se suponía que iba a estar en la Secretaría de Hacienda otro histórico de ese mundo, experto en presupuesto, que es Raúl Rigo, pero él va ir a trabajar con Juan Manuel Olmos a la Auditoría General de la Nación. Olmos, cerebro de la campaña de Massa e importantísimo en la relación Massa-Cristina Kirchner, es la figura que el peronismo puso al frente del organismo del Estado más jerarquizado que la Constitución asigna a la oposición. ¿Se lo lleva porque necesita un fiscalista o, con picardía, para sacarle una pieza importante al Gobierno? Misterios de Olmos.
¿Qué estrategia va a seguir el Gobierno en materia fiscal? La principal es encarar el problema del déficit del Estado con una gran licuación. La alternativa sería hacer un ajuste estructural mirando cómo está compuesto el gasto público y recortando institucional y orgánicamente ese gasto. Eso puede ser que se haga o no. Es una pregunta que nos vamos a hacer. Pero, en principio, la estrategia de Milei -que le ha confiado a interlocutores muy importantes como Alberto Fernández durante la reunión en Olivos- es llevar adelante una licuación. ¿Qué es una licuación? Mantener el gasto en el nivel que está, confiando en que si se lo congela, la inflación va a hacer que esos pesos destinados a solventar el gasto público van a pesar cada vez menos porque se van a ir, justamente, licuando por efecto de la inflación. Esto quiere decir que el agente del ajuste fiscal va a ser la inflación, que es la peor herencia que deja Massa. ¿Cómo se mide el resultado fiscal en el Estado? Por lo que efectivamente se pagó. Se pueden programar muchos gastos en el Presupuesto, efectuarlos y no pagar. Se puede acumular una deuda, por ejemplo, con los proveedores del Estado o las empresas involucradas en la obra pública. Cuando se mira cuál fue el resultado fiscal, se lo mide no por el gasto que se realizó sino por el gasto que efectivamente se pagó. ¿Qué piensa hacer el Gobierno de aquí a fin de año? Pagar mucho de lo que ya se gastó, lo devengado, saldar deudas. ¿Para qué? Para tener la posibilidad durante el ejercicio del año que viene de gastar y no pagar, de tal manera que el resultado fiscal, que se mide por lo que se pagó, sea bajo. Todo el sector público, de empresas y compañías que le prestan servicios al Estado, deben saber que van a ser acreedoras del Estado por bastante tiempo ya que esta es una de las estrategias de la licuación.
La otra estrategia es pisar el gasto y no actualizarlo. ¿Qué no actualizar? Salarios públicos, planes sociales, jubilaciones. Todo eso se va a hacer con un límite: la tolerancia política y social. Al mismo tiempo, el Gobierno se propone normalizar los precios, sobre todo algunos estratégicos como el de la energía. Ya hubo ajustes de tarifas o reducción de subsidios durante los últimos años en el gobierno de Alberto Fernández, y se segmentó el tipo de consumidor de energía. Se determinó un sector al que no se le cobra, un sector de clase media-baja donde las tarifas están prácticamente congeladas. Otro sector de altos ingresos que ya no tienen subsidios. Y una clase media que recibió ya un tarifazo y recibe un subsidio de alrededor de 30%. Por ahí va a pasar la motosierra. Es decir, en el mes de enero y en el mes de abril, va a haber aumentos importantes de tarifas.
¿Qué otros aumentos va a haber? Probablemente haya un ajuste en el precio de los combustibles y la salud, ambos atrasados. Ya se anunció también que va a haber ajuste en la obra pública, gran problema con los gobernadores por muchas razones explicables y no tan explicables. Las explicables, ajuste en la obra pública implica desempleo, implica menor actividad. Pero también implica que algunas empresas ligadas a los gobernadores ya no continúen disfrutando de los recursos del Estado. “¿Esto va a ser así?”, le preguntaron al ministro del Interior, Guillermo Francos, cuando se reunió con los gobernadores en el Banco Provincia. Él contestó: “Bueno, relativamente. Las que están muy avanzadas no se cortan. Las nuevas, olvídense”. Habrá un efecto obviamente recesivo porque la obra pública moviliza una cantidad de industrias, que es el efecto inevitable a cualquier programa que pretenda salir de la inflación. Implica además un problema sindical. Hay que mirar mucho en este tiempo la conducta no solamente de la UOCRA, de Gerardo Martínez, si no de sindicatos de empresas estatales que viven de la obra pública. Por ejemplo, entre tantas otras, AySA.
¿Va a haber ajustes a las provincias? Hay una gran discusión con los gobernadores que quieren que Milei les corrija lo que ellos le dieron a Massa, que es el recorte del Impuesto a las Ganancias. “No puede ser”, dicen, aun cuando lo hicieron ellos junto a Massa. Le piden entonces a Milei y a Guillermo Francos que se reponga lo que se recortó del Impuesto a las Ganancias. Y Milei y Francos usan esto como herramienta de negociación de esta agenda fiscal con las provincias.
Una curiosidad: ¿qué podría ajustarse que tenga que ver con las provincias? El financiamiento del Estado nacional desde la Anses a las cajas de jubilación provinciales. Caso típico de Córdoba, que vive reclamando que el Gobierno nacional compense a las cajas provinciales porque no se hace cargo del efecto que estos ajustes tienen en esas cajas. Da la casualidad de que el titular de la Anses, encargado del sistema jubilatorio, Osvaldo Giordano, es un cordobés puesto en alguna medida por Juan Schiaretti y por Domingo Cavallo. ¿Él se va a encargar de recortar los giros a las provincias en materia previsional o va a cumplir con el reclamo de Schiaretti de cubrir al sistema previsional provincial? Gran pregunta.
Otra ironía similar, es que un reclamo de Schiaretti fue que todas las provincias subsidian el transporte del AMBA con impuestos, mientras en el interior el transporte es carísimo. El secretario de Transporte se llama Franco Mogetta y también es puesto por Schiaretti. Este ¿va a seguir con los subsidios o va a cumplir con el reclamo de quien hasta ahora fue su jefe? Es interesante esta relación entre el gobierno nacional y Córdoba porque finalmente uno no sabe si se va cumplir la agenda del Gobierno o la de Córdoba en dos áreas muy importantes: jubilaciones y transportes.
En este panorama hay una buena noticia para Milei que proviene del exterior. Es una consecuencia de las señales muy contundentes del nuevo alineamiento internacional, sobre todo en la relación con los Estados Unidos. Desde Menem y sus dichosas naves al Golfo que no hay un alineamiento tan “carnalista”. Llega el 17 y 18 de diciembre un funcionario muy importante de ese país. Probablemente el funcionario más importante que puede venir a la Argentina si se mira la agenda de necesidades de Milei y del país. Se llama Jay Shambaugh. Es el segundo de la Secretaría del Tesoro. Está solo por debajo de Janet Yellen. Y es importante su cargo porque es el encargado de las relaciones internacionales del Tesoro. Es el que vincula al Tesoro de los Estados, el Ministerio de Economía de ese país, con el resto de países del mundo. Además, es el responsable político del representante de los Estados Unidos en el FMI, cuya voz suena más fuerte que la del resto de los integrantes del Fondo: Gita Gopinath, la encargada del programa de la Argentina. La persona con la que fueron a hablar en Washington Nicolás Posse y Luis Caputo antes de asumir.
Se trata de una visita importantísima porque es el funcionario del Tesoro que había recomendado tácitamente que el Fondo debía romper con la Argentina porque el país no había cumplido con su programa. El Fondo debía romper con la Argentina de Fernández y de Massa. Pero en el nuevo contexto, es muy difícil que venga si no es para dar, en alguna medida, una solución a un problema central que es la caída de reservas internacionales del país.
En un gráfico elaborado por dos economistas Fernando Morra y Maximiliano Ramírez, de la consultora Sudamericana Visión, se muestra el nivel de reservas desde enero de 2021. Ahora estamos con reservas netas negativas de 10.000 millones de dólares. A eso se le suma la deuda gigantesca que hay con el sector importador, o sea las empresas que importaron bienes e insumos a cuenta de que el Estado les iba a proveer los dólares y no se los ha dado. Esta cuenta, según el cálculo de algunos economistas, podría ser superior a 40.000 millones de dólares, que es un gran tema que tiene el gobierno pendiente desde el Banco Central. Sin una recomposición de estas reservas tan escasas es muy difícil levantar el cepo y unificar los tipos de cambio.
Cuando llegue el 17, Shambaugh probablemente hable de esto y de cómo el Fondo y el Tesoro pueden ayudar a la Argentina por lo menos para que pueda afrontar en diciembre y enero los dos vencimientos que tiene con el organismo multilateral y para los cuales no tiene dólares. La Argentina está al borde del default con el Fondo.
Hay economistas que creen que es imposible normalizar la economía sin unificar los tipos de cambios y levantar el cepo. Pero el cepo no se puede levantar porque no hay dólares. Así como no se podía dolarizar porque tampoco había dólares.
El Gobierno está pensando cómo aumentar la oferta de dólares sin levantar el cepo y hay una versión muy insistente en la ciudad de Buenos Aires de que el jueves podría haber una primera señal del oficialismo haciendo algunas modificaciones en toda la reglamentación que rodea las operaciones en dólares, para que puedan hacerse operaciones, contratos, compra-venta de bienes, etc., usando dólares. Esa podría ser una novedad de esta semana. Esto no implica que se libera el mercado de cambios. Implica que se habilita que quien quiere usar dólares para una operación los pueda usar, modificando algunas restricciones del Código Civil y Comercial y también de la Ley Penal Cambiaria.
Este va a ser el ajuste por licuación. Un piso al gasto. Lo congelo en términos nominales y dejo que la inflación vaya degradando la cantidad de pesos que se disponen o que se destinan para solventar un déficit gigantesco y un gasto delirante.
Por otro lado, hay un programa que se está cifrando en un decreto, que tiene que ver con reorganizaciones del Estado, con muchas cláusulas, y una muy importante, estratégica, que es que se modifica la edad límite que puede tener el procurador del Tesoro, el abogado del Estado, que es el que va tener que ir a litigar a los Tribunales, cuando vengan los reclamos y las cautelares por lo que contiene el ajuste estructural. Esto se debe a que Rodolfo Barra está excedido en la edad. El máximo es 70 años y él tiene 76. Por eso le modificaron esa cláusula para que él pueda ser el abogado estatal, sobre todo ante el Fuero Contencioso y Administrativo y la Corte.
En las próximas horas vamos a conocer el plan que elaboró Federico Sturzenegger. Un gran programa de desregulaciones que se incluiría en el DNU o en la ley ómnibus que se enviaría al Congreso para iniciar lo que sería un ajuste estructural. Esto fue estudiado por todos los ministros y en el centro de la operación estuvieron el propio Sturzenegger y una mujer que es clave en el manejo del Ministerio de Capital Humano: Eleonora Urrutia. De tinte muy liberal, es especializada en cuentas públicas, y es, además, la esposa de Hernán Büchi, uno de los íconos de las reformas liberales de Chile durante la dictadura de Pinochet.
Como novedad, en este programa habría la eliminación de estatutos laborales y permisos para privatizar empresas públicas que se le darían a los trabajadores. Esto explica las grandes dificultades que tiene Milei para conseguir funcionarios que quieran hacerse cargo de las empresas públicas y asumir este desafío: hacerse cargo de una empresa que no va a tener más financiamiento del Tesoro. Gran problema en Aerolíneas Argentina y en AySA, y para los sindicatos de esas empresas. Gran problema para Milei que tiene que enfrentar esos conflictos.
Va a haber también una modificación del régimen de empleo público. Se estará despertando Andrés Rodríguez de UPCN y la CTA, donde están asentados todos los sindicatos de empleo público kirchneristas. Allí se librará una batalla básicamente con el kirchnerismo.
Pero ¿cuáles serán los límites de esta motosierra? ¿Llegará a algunas zonas de la economía muy reguladas? Es una pregunta interesante, porque de esas regulaciones, que otorgan privilegios y ventajas enormes a determinadas empresas a las que se les reservan mercados, surge mucho del financiamiento de la política. Entonces, para medir el alcance del programa de desregulaciones, achicamiento del Estado y liberalización de Milei, se podrían hacer algunas preguntas. ¿Qué va a pasar con el régimen de Tierra del Fuego? Allí hay grandes exenciones impositivas y además protección para todo el sector electrónico de la competencia externa. Hay dos figuras empresariales claves. Uno es Nicolás Caputo, el primo del ministro de Economía, y primo del padre de Santiago Caputo, que es una figura central y como experto en imagen que asesora a Milei. Y el otro empresario clave es Rubén Cherñajovsky, del Grupo Newsan, el padre adoptivo y económico de Daniel Scioli. Scioli se convirtió en un figura importantísima en la estructura de gobierno y por eso quedó como embajador en Brasil. La relación con Lula y el gobierno brasileño está saliendo de a poco del incendio y la quemazón que significa la fraternidad de Milei con Jair Bolsonaro, como se vio el domingo en la asunción.
Pregunta: ¿La campaña de Milei, tomó financiamiento de los empresarios de Tierra de Fuego? Sobre todo para solventar las fiscalización en contra de Massa. Hay versiones de todo tipo, algunas muy precisas. Segunda pregunta ¿Qué va a pasar con los fideicomisos? Son dispositivos financieros creados por el Estado para que determinados ingresos tengan una asignación específica. Son importantes porque tienen una opacidad extraordinaria. Hay más de 50. No se publican en el sistema digital del Estado; las licitaciones, además, no se sabe muy bien cómo se hacen. Es una de las guaridas de la casta. ¿Va a ir contra eso el secretario de Hacienda? ¿Sabrá de qué se trata? ¿Sabrá el Presidente de qué se trata? Tercera pregunta ¿Qué pasará con el Registro del Automotor? Es el gran paraíso de la casta. Si alguien ha sido diputado, senador, ministro o secretario y no tiene un Registro del Automotor hay que hacerle un homenaje porque uno de esos registros en la política argentina no se le niega a nadie. y son cajas de las que viven familias por generaciones. ¿Qué va a hacer Milei con esto? De allí surge un financiamiento especial que tiene el Ministerio de Justicia, por el cual los empleados cobran un sobre sueldo. Era una zona, en el último gobierno, muy ligada a La Cámpora.
Estamos hablando de que va haber un ajuste por licuación al que realmente apuesta Milei, y otro que no sabemos cómo se va ir gestionando, qué límites tiene, hasta dónde quiere ir: el del ajuste de desregulaciones, recortes de organismos públicos, aperturas de mercados. Esto nos augura algo muy concreto: que los próximos meses para la clase media van a ser muy duros. Entramos en tres o cuatro meses muy duros. De retracción del Estado, un impulso recesivo, con aumento de servicios y bienes centrales en la cartera de consumo de los sectores medios y licuación del salario, y sobre todo del salario ligado al sector público.
En otro cuadro de Morra y Ramírez se detalla cómo fue el comportamiento del salario registrado en pesos constantes. Hubo una caída muy abrupta por inflación en el primer tramo del gobierno de Macri. Y tuvo una caída enorme en el último tramo de Fernández y Massa, por la disparada de la inflación. A esa gente cuyo salario está deprimido, habrá que advertirle que por un tiempo, hasta que la economía se normalice y haya una mayor confianza en el peso y los salarios mejoren, hay que apretar los dientes y aguantar. En eso tiene que invertir su carisma Javier Milei. Esta es la gran tensión. La gran contradicción entre un liderazgo de tipo carismático que se sostiene básicamente en la opinión pública, que prometió recortes y motosierra sin aclarar demasiado si era para la política o también para la gente. Esa incógnita se va a empezar a despejar en los próximos meses.
El ajuste puede tener algunos amortiguadores. El primero, el pragmatismo de Milei. Es algo que estamos mirando, pero cuando se observa quién es su ministro de Economía, es lo contrario de un ortodoxo monetarista como le hubiera gustado al otro Milei, el de la campaña. De hecho, Luis Caputo dejó el Banco Central por pedido del FMI, que no toleraba algo que tampoco toleraría Milei: que le quiera poner un precio al dólar desde el Banco Central, desde el Estado. O sea, que intente regular un mercado con intervenciones estatales. Todo lo contrario a lo que quiere Milei. Pero ahí lo tiene de ministro de Economía con una ironía: se inaugura el gobierno de Milei, no con una desregulación del mercado sino con un feriado cambiario, que es intervenir al máximo un mercado. Cerrarlo por unos días. Es una cuestión práctica absolutamente compresible. Pero plantea un problema teórico. Aunque Milei no está para teoría, ahora está gobernando.
Otro ejemplo de pragmatismo o de flexibilidad de Milei frente a lo que parecían o parecen ser sus propias ideas. “La justicia social es delincuencia. Es robarle plata a alguien que la hizo con su esfuerzo y repartírsela a alguien que no se esforzó. Y el ideólogo, o inventor de esa delincuencia es el imbécil que está en Roma”. Esas fueron declaraciones textuales de Milei. Pablo de la Torre es quien se va a encargar de la política social de este gobierno. Es hermano de Joaquín de la Torre, que fue ministro de Gobierno de María Eugenia Vidal. Un hombre surgido de las entrañas de la Iglesia. Un católico militante que llevó adelante una exitosa política social desde hace más o menos 10 años en San Miguel, donde su hermano fue intendente. La Iglesia mira con simpatía esa designación, aunque no lo puso la Iglesia. Sin embargo, es evidente que alguien que miró la secretaría de Desarrollo Social, que es la frontera con los piqueteros y los movimientos sociales, pensó en no poner a un hombre del mercado, sino a un hombre de la fe. O de la justicia social, si se prefiere. El propio Milei dijo este domingo algo que tal vez pasó inadvertido porque lo dijo al pasar: del ajuste se va a encargar la Secretaría de Hacienda y lo va a contener el Ministerio de Capital Humano. Un poco de justicia social va a haber. Esta es la diferencia entre el teórico y el gobernante.
En Cancillería, ¿quién se va a encargar del medioambiente? La misma gente que se había encargado con Macri, es decir gente que cree en el cambio climático. De hecho, en Estados Unidos, cada vez que se habla de Milei o con Milei, el tema de la agenda de Biden es el cambio climático. Los representantes del gobierno de Biden que vinieron a la Argentina a la asunción de Milei vienen del área de medioambiente. Este pragmatismo, esta capacidad, irónicamente, para traicionarse, no sabemos cuándo alcanza su límite en el caso de Milei. ¿Por qué? Porque hay algo que ya parece escandaloso. La permanencia de Guillermo Michel al frente de la Aduana. Es el funcionario del corazón de Massa, el ministro de la herencia matilda, el encargado de intervenir con la Policía las casas de cambio del microcentro, el responsable de la política más opaca que tuvo el gobierno de Alberto Fernández que es el manejo discrecional para las importaciones. Es decir, quien encarna una visión del comercio internacional de los niveles de protección y de apertura que tiene que tener la economía, Michel, permanece en el gobierno de Milei, una figura casi todo lo contrario que Milei puede predicar. ¿Cuánto tiempo va a estar? No lo sabemos.
Flavia Royón, nada menos que la Secretaría de Energía de Massa, pasa al sector en el que verdaderamente tiene experiencia: minería. Aplauden los empresarios del sector, empezando por Daniel Vila y José Luis Manzano, siguiendo probablemente por Massa y, antes que nadie, Jorge Brito hijo ya que es una funcionaria que antes pertenecía al staff de Jorge Brito padre. Es un acuerdo entre el gobierno de Milei, las empresas de minería ligadas al financiamiento de la política, y el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz.
¿Quién es Milei? ¿Cuál es su pragmatismo y su dogmatismo? ¿Hasta dónde es un ideológo o un político práctico? ¿Cuál es la relación con Massa? Hay cuatro senadores de Massa en la Legislatura bonaerense y entraron en las listas de Milei. Ya los detectó Kicillof. ¿Con quién va a consensuar el gobernador el voto de esos cuatro senadores? ¿Con Milei o con Massa? El pragmatismo, que no sabemos hasta donde llega, es uno de los amortiguadores del ajuste. Cuando se advierte que duele mucho, se puede detener.
El otro amortiguador es la comunicación. Estamos en presencia de un gobierno con una enorme confianza en la capacidad de comunicación para sostener el consenso social aún en medio del ajuste. Ahí hay cuatro personas clave que responden a Santiago Caputo, de quien Milei dijo ‘es el arquitecto de este triunfo’ al lado de Karina Milei, con quien tiene una simbiosis total. Santiago Caputo es hijo de un primo de Luis Caputo y primo también de Nicolás Caputo. Hoy es, después de Karina Milei, el hombre más poderoso del gobierno.
Se respalda en amigos, en condiscípulos de universidad, algunos de ellos socios, que son expertos: Rodrigo Lugones, por mucho tiempo mano derecha de Durán Barba; Guillermo Garat, el Duran Barba de María Eugenia Vidal y el experto en imagen y estrategia de Wado de Pedro mientras fue candidato. Estos profesionales prestan un servicio técnico más allá de lo ideológico o político. Esto explica que una persona de íntima confianza de Garat, que escribía los discursos de Wado de Pedro hasta hace poco, Belén Stettler, va a ser la secretaria de Medios del gobierno de Milei. Otro experto más es Derek Hampton, el Durán Barba de Patricia Bullrich durante la campaña, también colabora con este esquema de comunicaciones.
Cuando se detecta el cuidado que pone el nuevo gobierno en establecer canales de comunicación, se ve que hay un enorme esfuerzo en comunicar bajo la idea de que la clave de la política es la comunicación entre el líder y la masa, el pueblo y el caudillo, el pueblo y el presidente; y muy poca relevancia para lo que puede ser la intermediación periodística. Esa poca relevancia puede llegar al nivel del insulto: periodistas ensobrados, etc.
Un estudio de Taquion, una consultora que estudia, justamente, opinión pública y comunicación, muestra el rediseño de las cuentas oficiales del Poder Ejecutivo. Es decir, la primera presentación de una novedad y una ruptura con lo anterior no se da tanto con los funcionarios, sino en el plano de la comunicación.
Mientras tanto, algunos problemas que tienen que ver con la naturaleza de este experimento político: ¿por qué gusta Milei? ¿Por qué gustaba en la campaña? Porque se paraba de espaldas al Congreso, porque dice ‘no tengo nada que ver con la casta, con esta casta prebendaria, parasitaria, que durante 100 años apartó al país de la senda del progreso que se interrumpió… ¿allá por 1916, cuando empezó el gobierno de Yrigoyen? ¿Con el voto universal habrá sido? Este Milei que no sabe de política gusta por eso, porque no estuvo tan elocuente, tan preparado, durante el debate con Massa, gusta porque no tiene partido, porque en el Congreso casi no parecía un diputado. Entonces, no le tiene la pericia del político, del Viejo Vizcacha, y al no tenerla le pasan las cosas que le pasaron la semana pasada.
En el Congreso, se establece cómo es el reparto de las comisiones, que se puede hacer con distintos criterios, de manera proporcional según cada grupo parlamentario. Los radicales le vetaron al Pro una vicepresidencia que quería Cristian Ritondo. Cuando llegó la hora del reparto de comisiones, Ritondo se alió al kirchnerismo, a Unión por la Patria, que le dio la presidencia y la mayoría de casi todas las comisiones del Congreso a Cristina Kirchner y al kirchnerismo. Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, se dio cuenta tarde de que el método que le imponían perjudicaba a La Libertad Avanza. De hecho, hoy en una comisión bicameral estratégica el kirchnerismo tiene cuatro miembros y la oposición otros cuatro, bastaría que un radical se sume al kirchnerismo frente a una iniciativa de Milei para que pierda la batalla. Es nada menos que la bicameral de seguimiento de los Decretos de Necesidad y Urgencia. Enorme error de La Libertad Avanza; venganza de Ritondo hacia los radicales, y hacia el bloque de Emilio Monzó y Miguel Pichetto, y hacia el bloque de la Coalición Cívica, que le impidieron tener esa vicepresidencia.
Una Cámara de Diputados muy fragmentada. Una de las novedades que paga Milei de los últimos dos meses es el estallido, la pulverización de Juntos por el Cambio. Ese es el instrumental con el que hay que procesar este ajuste económico. Ese es el material que enfrenta la motosierra.
Maquiavelo, como todos sabemos, decía que el éxito político está basado en la fortuna, en la suerte, que es el control de la oportunidad; y lo que él llamaba virtud, pericia, el saber hacer. Milei sin duda tiene suerte, está en juego la pericia.
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