Misiones en conflicto: el desafío más fuerte al poder y la caja de Rovira
Desde 2016 el oficialismo practica un “ajuste blando”, que encontró un límite en la protesta de policías y docentes que tienen en jaque al gobierno
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POSADAS. Esta semana la protesta salarial de policías y docentes tuvo su punto más virulento con las manifestaciones frente a la Legislatura, fortificada con triple vallado y un ejército de efectivos antimotines y personal de seguridad privada. Pero también marcó el límite máximo al cual pudo estirar la cuerda el hombre más poderosao de Misiones, Carlos Rovira, en uno de los pilares sobre los que construyo su hegemonía que ya lleva más de dos décadas en la cúspide del poder: cuidar la caja.
Adentro, en el espléndido recinto desde donde dirige los destinos de la provincia desde 2007 tras sus dos mandatos como gobernador, Rovira impulsaba una declaración de repudio a las protestas de los policías que, como siempre obedientes, sus diputados aprobaron sin atreverse a elevar en voz alta cualquier matiz de disidencia. Este político que rompió varios récords de manejo hegemónico del poder provincial, sin necesidad de ostentar el cargo formal de gobernador, hizo del manejo de la caja uno de los pilares fundamentales de su liderazgo. Gobernar es tener capacidad para responder a las demandas, y eso casi siempre requiere de recursos.
Durante 20 años la Renovación fundada por Rovira no paró de cosechar adhesiones de dirigentes de todos los partidos, intendentes, empresarios, oportunistas de todo tipo y cualquier ciudadano con el sentido común suficiente para entender que el Estado provincial, tarde o temprano, es la mejor salida laboral directa o indirectamente. Como Néstor Kirchner, entendió que gobernar es tener siempre disponibilidad de recursos.
Durante sus primeros 10 años, cuando consolidó su poder, que coincidió con el auge del kirchnerismo de “vacas gordas” , Rovira expandió el tamaño del Estado, creó ministerios, aumentó la plantilla, contrató miles de misioneros que se mudaron del interior e hicieron de Posadas una de las ciudades de mayor crecimiento de la Argentina. Había recursos: el Instituto Habitacional Provincial no paraba de fundar nuevos barrios cada mes, ampliando exponencialmente el ejido urbano de la capital.
Pero esos tiempos se terminaron en 2015. Con la llegada de Mauricio Macri, ya con Hugo Passalacqua en el poder, cambió de estrategia. Cuidar la caja, aplicando un ajuste blando o invisible. Llegó el ajuste que se instaló como política tenaz y, sobre todo, silenciosa. Uno de los máximos mandamientos de la Renovación es: no darás malas noticias. Ese ajuste “blando” fundamentalmente se basó en dos premisas: no despedir a nadie ni achicar el tamaño del Estado, y pagar los salarios en tiempo y forma. Incluso Misiones hasta hace 3 años, fue la provincia con un récord inmaculado de comienzo de clases, sin paros, el día que las autoridades fijaban para inaugurar el ciclo lectivo.
Un dato: una de las pocas reparticiones que sí continuó agrandándose en personal fue la Policia de Misiones, que pasó a brillar como el máximo aspiracional de miles de familias. A pesar de fundar una Universidad de la Policía, las autoridades jamás lograron que entrar a la fuerza sea una cuestión vocacional, sino una salida salarial. La única disponible en los últimos años.
Pero claro, había un lado “B”, ya que había que ajustar. El plan fue dejar correr a la inflación por delante de los salarios de los empleados estatales. Que se fueron licuando, al principio imperceptiblemente. Una pata de este plan fue cooptar todos los sindicatos, como la UDPM (docentes) o la CGT Misiones. Hoy la UDPM está afrontando masivas desafiliaciones.
A eso Rovira le agregó una de las cajas de recaudación más extraordinarias que pueda tener un Estado provincial: el aceitadísimo sistema de cobro anticipado de Ingresos Brutos, que incluye unos puestos de acceso a la provincia desde Corrientes, que fueron bautizados como una “Aduana Paralela”. Ningún camión ingresa si no paga antes el anticipo de Ingresos Brutos por la mercadería que transporta. Es la única provincia que tiene semejante sistema: agresivo, polémico pero extraordinariamente eficaz. Lo vienen a estudiar desde otras provincias. Misiones recauda por Ingresos Brutos casi lo mismo que Corrientes, Chaco y Formosa juntas. En el trimestre enero-marzo fueron 147.000 millones de pesos, convirtiendo a la provincia en la 8° que más recauda por este gravamen. También es cierto que Misiones tiene que lidiar con una coparticipación de las más bajas del país. Injustamente, recibe menos que Chaco, Corrientes y Formosa, y eso lo compensa con su “Aduana Paralela”. Salta a la vista cuando se calcula lo que recibe per capita. En abril, Misiones obtuvo 67.000 pesos, contra $113.000 de Chaco, $152.000 de Formosa.
En diciembre de 2015, cuando Passaalcqua asumió su primer mandato, pronunció una frase que se hizo popular y hoy se usa en memes: “La cosa no está fácil, mismo”. También asumió con Passalacqua un hombre clave en la estructura del poder rovirista: el contador Adolfo Safrán, ministro de Hacienda, y el hombre que ejecutó la política de ajuste blando.Según los datos de la Dirección Nacional de Asuntos Provinciales, a los que accedió la nacion, la masa salarial de los empleados estatales se “licuó” o perdió contra la inflación en 8 de los 10 de los últimos años.
El “ajuste blando” de Passalacqua empezó a generar malestar ya en el gobierno anterior de Oscar Herrera Ahuad. Misiones ocupaba los lugares más bajos del ranking de recomposición salarial. Hasta que en octubre de 2020 la Policía de Misiones protagonizó otro autoacuartelamiento. Buscando evitar el largo y desgastante conflicto del 2012, el Gobierno cedió y produjo un fuerte incremento salarial que tuvo que extender a los otros gremios estatales.
Es por eso que la provincia terminó el año con un pequeño crecimiento de la masa salarial frente a la inflación (1,9%) y sobre todo, al año siguiente Misiones pasó a encabezar el ranking de provincias con recomposición salarial a estatales: 14,1%. Fue un año de gran popularidad para el Gobierno, que además gerenció la pandemia con una estrategia “binaria”, que consistía en no parar la economía ni las actividades importantes, pero cuidar la salud. Además, las fronteras cerradas generaron un “boom” económico en Misiones, ya que los misioneros no cruzaban a gastar. Cuando se reabrieron los puentes con Brasil y Paraguay, el dólar alto y la brecha cambiaria generó la corriente inversa, miles de vecinos que venían a gastar en Misiones. En 2022 los salarios estatales volvieron a ganarle a la inflación por 1,7%, pero ya en 2023 la economía de la provincia empezó a frenar y los sueldos cayeron 1,7%.
Así el gobierno de la Renovación llegó al balotaje entre Sergio Massa y Javier Milei, apostando por el de Tigre abiertamente, pero ya empezando a poner una ficha o al menos dejar la puerta abierta para un acuerdo con el libertario. Si ganaba Massa, Misiones iba a convertirse en una zona aduanera especial con fuerte reducción impositiva que le permitirían atraer inversiones. Un plan que ya estaba consensuado con Massa. Pero ganó Milei, sobrevino un ajuste con motosierra, los precios se dispararon y la estanflación impactó con fuerza en los dos ingresos principales de la provincia: coparticipación y la recaudación propia.
A eso se sumó que el cierre de la brecha cambiaria y el tipo de cambio semifijo, encareció a la Argentina en dólares y de la noche a la mañana Misiones perdió miles de compradores brasileños y paraguayos, que también movían su economía.
El Gobierno debió entonces pasar a un ajuste duro. Dejó correr la inflación que se disparó y empezó a realizar paritarias ya sin negociación: simplemente pasó a decir, es esto o nada porque no hay más plata.
Así le dio a los docentes apenas dos incrementos por 10% cada uno, hasta dejar los salarios hasta mayo en 240.000 pesos para un maestro de grado sin experiencia. Los policías quedaron en menos de 400.000 para un agente que recién se incorpora al servicio.
Además, sin caja, el gobierno no pudo atenuar el efecto de la quita de los subsidios en los colectivos ni en la tarifa de luz. La polémica empresa de electricidad estatal, EMSA, empezó a enviar facturas de 80.000 o 100.000 pesos a familias de docentes y policías.
En febrero un usuario entró en cólera y destrozó toda una oficina de EMSA. En las redes sociales fue tratado como un “héroe”, empezaba a gestarse el malestar que iba a sobrevenir después.
En cuanto al colectivo, Posadas pasó de ostentar el boleto más barato del país, que durante casi dos años estuvo fijo en 20 pesos gracias a los fuertes subsidios provinciales, a “correrse” y dejar que impacte en el precio del boleto toda la quita de subsidios nacionales.
El boleto pasó de costar 150 pesos antes de la campaña a 690 pesos ahora con la SUBE Misionero y 900 pesos el que lo paga sin el plástico. La caja ya no permitía intervenir para atenuar esas subas, que impactan fuerte en el bolsillo de las familias misioneras.
Y a eso se sumó otro impacto demoledor: el recorte en las transferencias discrecionales. La exhausta caja provincial pasó a costear algunos programas de fomento como los “Ahora” y obras públicas ya sin la ayuda de Nación.
Safrán estimó en una presentación ante empresarios, que al mes de abril, Nación le adeudaba 200.000 millones de pesos, casi el equivalente a tres meses de Coparticipación.
A todo eso se agregó un gobernador, Hugo Passalacqua, que ejecutó una estrategia de perfil bajo. Passaalcqua, siempre locuaz y de palabra fácil, dejó de hablar con la prensa a la que evitó en los actos, no dio más notas ni conferencias y marcó un distanciamiento de la gente en épocas difíciles.
Justo lo contrario a lo que había hecho en su primer mandato como gobernador en 2015-2019. Ni siquiera volvió a pronunciar su frase: “La cosa no está fácil, y no está fácil mismo”.
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