Crisis en Misiones: Menos policías, maestros ausentes y desconcierto en el poder, en la rebelión de la provincia “mansa”
El acampe de policías y docentes lleva 12 días y para las autoridades “alteró la paz” de una provincia pacífica, poco acostumbrada a los desbordes; peleas en las redes por quién tiene la culpa: Nación o Provincia.
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POSADAS.– El jueves, en la Cámara de Representantes, algunos legisladores del oficialismo trataban de mantenerse concentrados en la sesión mientras, afuera, más de 1000 docentes, entre los que también había militantes de agrupaciones políticas opositoras, superaban el triple vallado, amenazaban con irrumpir en plena sesión y rompían algunos vidrios tirando piedrazos.
“¿Cómo llegamos a esto?”, se preguntaban, con algo de estupor, los legisladores oficialistas. Encabezados por Carlos Rovira, en la segunda fila del recinto, ocupando su nuevo cargo de diputado “raso” y Oscar Herrera Ahuad, el exgobernador, que hasta hace cinco meses se mimetizaba entre la gente en una caminata, tocando timbres o sirviendo un asado en un agasajo a exjugadores de fútbol.
Nadie se atrevía ni a sugerir asomar la nariz a la calle para dialogar con los manifestantes, por miedo a ser increpados. Así de caldeados estaban los ánimos. Ese jueves, Herrera Ahuad y Rovira prácticamente tuvieron que salir ocultos por la puerta de atrás del espléndido palacio Legislativo en el Parque Paraguayo, ante una fuerte custodia. “¿Cómo llegamos a esto?”, se repetían.
La protesta de la policía con un acampe en la Avenida Uruguay, frente al Comando Radioeléctrico I, va por su décimo primer día y sin dudas alteró la paz de una provincia conocida por ser mansa y tranquila, donde los desbordes son algo que se mira por televisión, algo propio de los “porteños”.
Sin embargo, el alargamiento del conflicto, la falta de respuestas y la llamativa ausencia del gobernador y de otras autoridades del gobierno de la Renovación –otrora omnipresentes en los medios de comunicación–, no hizo sino exacerbar ánimos y conductas que estaban hasta ahora ocultos, como un río subterráneo que en algún momento encuentra una salida a la superficie.
“Alteraron el orden y la tranquilidad de nuestra comunidad, constituyendo así un acto de sedición”, calificó, lapidario, Rovira, a las protestas y el acampe de la policía.
Lo hizo a través de un proyecto de declaración que ese jueves, mientras afuera los docentes amenazaban con doblegar las defensas e irrumpir en el recinto. Fue votado por todos los legisladores oficialistas, obedientes como siempre. Los opositores se habían levantado y se habían retirado del recinto.
Cuando salieron, los legisladores opositores Ariel “Pepe” Pianesi (UCR), Francisco Fonseca (UCR) y Horacio Loreiro (PRO) fueron duramente increpados por los manifestantes. Así estaban los ánimos, en una suerte de “que se vayan todos” a la misionera.
Rovira, con protección
Rovira ese día bajó la línea discursiva a toda la tropa: la premisa es calificar a los que protestan como un “grupo aislado”. Lo que no sabía el jefe de la Renovación es que, el sábado a la tarde, un grupo de docentes se iba a presentar en la puerta de su casa para otra ruidosa protesta. Se daba así lo nunca antes visto en su largo liderazgo de más de 20 años.
“Rovira era intocable”, comentó a LA NACION Germán Palavecino, uno de los dos referentes de la Policía junto a Ramón Amarilla. Justamente los referentes de la protesta policial se desmarcaron rápido de las dos manifestaciones virulentas de los docentes del gremio FTEL y Autoconvocados, sin dudas, los sectores más combativos.
El domingo, para evitar otra protesta, la seguridad privada del exgobernador y extitular de la Legislatura cerró las dos calles de acceso al barrio El Laurel (Av. Jauretche y Calle 127) hasta al predio donde tiene su domicilio, al fondo, casi pegado al río Paraná. Un grupo de guardias de seguridad privada no dejaba pasar a nadie que no fuera residente del exclusivo barrio.
Jamás en sus más de 20 años como jefe político del oficialismo, Rovira había tenido que tomar semejantes precauciones en una provincia “mansa y pacífica”.
Sin acto oficial por el 25 de Mayo
Pero más inédito aún fue el levantamiento del acto oficial por el 25 de Mayo, que el gobernador Hugo Passalacqua prefirió no protagonizar por temor a una protesta de los docentes, no tanto de los policías.
Y eso que habría podido elegir cualquier escuela de la tierra colorada, bien alejada de Posadas. Sin embargo, las protestas docentes se extendieron como reguero de pólvora en toda la provincia.
Cortes en las rutas 12 y 14
Este lunes, los gremios docentes disidentes divulgaron lo que ellos llamaron “mapa de la dignidad”, donde avisaban qué puntos de las rutas nacionales 12 y 14 iban a cortar durante el día.
Figuraban: Eldorado, Libertad, General Urquiza, sobre la ruta 12, que une Posadas con Iguazú, y en la ruta 14 Pozo Azul, San Pedro, Aristóbulo del Valle y San Vicente. Además, cortaron el acceso a los puestos de la Agencia Tributaria de Misiones en San José, en el acceso a la provincia desde Corrientes.
Los camiones que ingresaban no podían pasar por ventanilla para pagar el anticipo de Ingresos Brutos en la llamada “aduana paralela”, como se conoce al peculiar y agresivo sistema de recaudación tributaria provincial.
Las máximas alteraciones a la vida cotidiana estuvieron dadas por la falta de presencia policial y personal docente en muchas aulas. Aquellos que no se plegaron al paro asistieron a la escuela para no sufrir descuentos en sus haberes, pero igual realizaron asambleas en los establecimientos.
En tanto, la Federación Misionera de Fútbol (Femifu) suspendió los partidos del campeonato provincial porque no podía conseguir policías que realizaran la obligatoria custodia de los eventos deportivos.
No fueron los únicos eventos que se tuvieron que cancelar. Por ejemplo, la Sociedad Rural de Ganadería Menor pospuso el torneo de salto y el remate que se iba a realizar en el predio de cabaña La Armonía, en San José.
Impacto en el comercio
Pero, sin dudas, los que más vieron afectado su día a día fueron los comerciantes de la Avenida Uruguay, una de las principales arterias comerciales de Posadas.
“Toda la avenida Uruguay se ve resentida, desde el Mástil hasta 300 más debajo de Trincheras, son muchas cuadras. Tuve comunicación con colegas que están después de Cabred y también tienen las ventas resentidas, la gente escapa de la avenida desde que está la protesta”, explicó a la revista Códigos Martín Ortigoza, que vende artículos para locales gastronómicos. La Cámara de Comercio e Industria de Posadas le pidió al Gobierno que tome medidas.
Varias líneas de colectivos que van y vienen por esa avenida estratégica también tuvieron que modificar sus recorridos.
Denuncias, a través de jueces y fiscales
Si bien el gobierno afirma que la Policía trabaja con normalidad, lo cierto es que muchas dependencias se vieron disminuidas en sus funciones, que quedaron con guardias mínimas. Es por eso que el Superior Tribunal de Justicia emitió un comunicado donde informó que aprueba “excepcionalmente por razones de urgencia” la posibilidad de realizar denuncias por otras ventanillas que no sean las comisarías.
En especial, se habilitó a jueces y fiscales de instrucción penal y corrección y de menores, de la Primera Circunscripción Judicial (Posadas y alrededores) “a realizar la recepción de denuncias, prosiguiendo posteriormente con el trámite que por derecho corresponda”.
También se recordó “a los Jueces y Fiscales de Instrucción penal, Correccionales y de Menores que se encuentran disponible la Secretaria de Apoyo para Investigaciones Complejas (SAIC.), ante la urgencia que pudiera presentar la realización de alguna pericia”.
La nueva grieta de una provincia “sin grieta”
La alteración de la paz se profundizó en las redes sociales, donde el conflicto policial generó muchos cruces en X y grupos de WhatsApp.
El nuevo “River-Boca” se da entre quienes le atribuyen toda la culpa de la situación al ajuste del gobierno de Javier Milei y quienes piensan que la responsabilidad es únicamente del Estado provincial, como sostienen policías y docentes en el acampe.
“Misiones es una provincia sin grieta”, repite el gobernador Passalacqua, quien no pronunció una palabra sobre el conflicto desde que comenzó, hace 11 días.
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