Qué dijeron con su lenguaje corporal Alberto Fernández, Mauricio Macri y Cristina Kirchner
Al iniciar la jornada de su asunción, Alberto Fernández recurrió a la gestualidad como forma de comunicar. Lo primero que hizo fue mostrar las imágenes domésticas con su ya clásica bebida saborizada gusto a pomelo, el perro Dylan y el nudo de su corbata, en la intimidad de su departamento.
11:44
Fernández salió para el Congreso manejando su auto. A nivel gestual no generó dudas. Comienza su gobierno y "él está al mando". Hizo la V de la victoria con una mano fuera de la ventanilla del vehículo.
11.30
Cristina Kirchner salió de la casa de su hija Florencia rumbo al Congreso. Y en las escalinatas del Congreso esperó la llegada del presidente mientras conversaba con Sergio Massa. Con los dedos enlazados aguardó algo impaciente al nuevo mandatario, que bajó de su auto, se acomodó el saco azul y corbata al tono y saludó al histórico fotógrafo de la presidencia Víctor Bugge como una síntesis de "la vuelta al pago".
La expresidenta y ahora vicepresidenta saludó a los invitados especiales y estrechó sus manos sin mirar a la cara.
Recibido por Gabriela Michetti y seguido por su novia Fabiola Yáñez, Fernández hizo su segundo gesto de liderazgo en la jornada y empujó la silla de ruedas de la vicepresidenta saliente para entrar al Salón Azul del Congreso junto con su hijo Estanislao, impecable de traje, con un pañuelo con los colores LGBT en el bolsillo del saco y un colgante en su oreja.
Rauda, Cristina se adelantó y firmó los libros de diputados y senadores. Luego lo hizo el Presidente.
- Carlos Reymundo Roberts: Cristina Kirchner sí que conoce el protocolo del desprecio
Nuevamente Alberto empujó la silla de ruedas de Michetti para avanzar hacia el recinto de Diputados.
11:56
Michetti invitó a Alberto Fernández y Cristina Kirchner al recinto. Axel Kicillof se acomodó el jopo mientras se escuchaba el cántico "Alberto presidente, Alberto presidente..."
Cristina no ocultó la tos en reiteradas oportunidades y se la vio en ese momento muy inquieta en su gestualidad,
Alberto demoró en entrar al recinto y se palpó el corazón (gesto afiliativo) para señalar a los legisladores e invitados que lo aplaudían de pie.
11:58
Fernández juró por los Santos Evangelios y se estrechó en un breve abrazo con Cristina Kirchner, y en uno mucho más prolongado con Sergio Massa.
11:59
Después de la invitación de Michetti, Cristina Kirchner juró como vicepresidenta. Segundos después le habló una vez más al oído a Massa e intentó mostrar que ya no hay rencores por los pasados enfrentamientos.
Los diputados afines al kirchnerismo cantaron la marcha peronista.
12:00
Ingresó Mauricio Macri y recibió al instante evidentes gestos de desprecio por parte de Cristina Kirchner (tanto que llegó a comprimir sus labios), que de inmediato le dio la espalda. Y cuando Macri la saludó de manera respetuosa, la vicepresidenta le estrechó las manos pero desviando la mirada, en otro claro gesto de despectivo.
Todo lo contrario ocurrió con el presidente entrante, que saludó a su antecesor con afecto. En el momento en el que se estrecharon en un abrazo, Macri le habló al oído y le deseó suerte.
Tanto Fernández como Macri utilizaron el gesto inicialmente de "parra" con sus manos cruzadas adelante. Después Macri marcó diferencias poniendo las manos detrás, ofreciendo su frontalidad ante la posible hostilidad de Cristina Kirchner y el público que no le era afín. La situación cambió cuando Fernández aplaudió a Macri. El ahora expresidente volvió a ubicarse en postura "espejo" con Fernández, pero ignorando a Cristina. En ese momento, la vicepresidenta se acarició el pelo cerca de la frente, un gesto que marcó el estrés que sentía en el momento.
La película de la asunción de Alberto Fernández como presidente de la Nación
Hubo un prolongado abrazo de ambos mandatarios en el instante del traspaso de la banda y el bastón de mando. Fernández volvió a saludar con mucho afecto a Michetti.
En el último saludo entre el presidente entrante y el saliente, Macri -fiel a su estilo- puso la mano derecha sobre el hombro izquierdo de Fernández (gesto de lenguaje corporal que en el mundo del poder demuestra la precedencia que se siente sobre el otro), quien a su vez lo abrazó fraternalmente dando el tercer gesto no verbal contundente de la jornada: mostró su espíritu de saldar la grieta y le dio una "cariñosa" palmadita en la cara, gesto que también afirma autoridad. Ante algunos intentos de silbar a Macri, Fernández pidió silencio y respeto de inmediato. Cristina Kirchner volvió a sonreír en el momento en que Macri se retiraba de la escena.
Los Fernández hicieron la V peronista en simultáneo. Alberto apoyó su mano en la espalda de Cristina (gesto de sincero afecto), mientras que la vicepresidenta no hizo contacto físico con él.
Cristina invitó al nuevo presidente a dirigirse con su discurso a la Asamblea Legislativa y después se preocupó en reiteradas oportunidades de que su vestido estuviese en orden. Continuó con una tos persistente, se acomodó varias veces el pelo y utilizó su abanico.
El Presidente sacó las hojas del discurso de su carpeta y las alineó, buscó en sus dos bolsillos internos del saco el estuche con los anteojos y empezó a leer a las 12:08. Casi de inmediato, tomó agua reflejando cierto nerviosismo y la emoción del momento que le secaban la boca.
Miró por primera vez a la audiencia al hablar de humanidad y de superar el muro del rencor y el odio, del hambre y del despilfarro de la producción. "Quiero corregir mis errores", dijo y se acomodó los anteojos para descargar algo la tensión.
En los 61 minutos del discurso, Alberto Fernández -que es un muy buen orador- tuvo momentos de alta elocuencia y congruencia comunicacional (cuando la gestualidad coincide con el sentido de las palabras). La nítida emoción que sentía se percibía en los numerosos furcios de dicción que cometió: "La capacidad odiosa/ociosa de nuestras pymes".
"Que la Argentina se encienda y pueda volver a caminar", expresó y volvió a acomodar sus lentes. Lo hizo nuevamente al hablar de la inflación, la desocupación y el dólar.
Levantó las hojas con ambas manos para encender más el tono de su discurso.
En ese momento, Cristina Kirchner comenzó a espiar las páginas del discurso con severidad.
12:25
El Presidente cometió tres furcios (algo poco habitual en un muy buen orador) cuando habló de la deuda y recordó las medidas que tomaron durante el gobierno de Néstor Kirchner.
Titubeó antes de hablar de la deuda externa y lo compensó al exclamar con gran energía "para poder pagar hay que crecer primero".
Tomó seguridad en su decir al hablar del equilibrio federal y territorial. Y se volvió a acomodar los anteojos al hablar de la obra pública.
Recibió uno de los mayores aplausos al anunciar que se restituirá el rango de ministerio al área de Salud.
"Argentina no debe aislarse", dijo, y habló de tener "relaciones maduras" (con el mundo). En ese instante hizo un breve silencio.
Se dejó ver un gesto de desprecio (inconsciente) al decir que la hermandad con Brasil va más allá de relaciones personales (a propósito de sus diferencias con el presidente de Brasil Jair Bolsonaro).
Titubeó en sus menciones al liberalismo. Y recibió una ovación cuando reafirmó de manera enfática el reclamo por la soberanía de las Malvinas. Citó la resolución 2065 de la ONU y afirmó de manera tajante: "No hay más lugar para el colonialismo en el siglo XXI". Se mostró muy enfático y congruente al prometer la defensa de los derechos territoriales argentinos.
Después, mencionó con afecto al papa Francisco y su encíclica sobre los recursos ambientales.
En otro segmento, cuando Fernández mencionó los avances por los derechos humanos en 1983 y algo más a partir de 2003 no recibió gran asentimiento de su vicepresidenta.
En un momento, Cristina cambió su cara. Fue cuando Alberto mencionó a las prisiones arbitrarias: "Nunca más a una Justicia contaminada por inteligencia, nunca más los linchamientos mediáticos". Ese fragmento del discurso modificó completamente el semblante de Cristina Kirchner, que a partir de ese tramo pasó a mostrarse sonriente.
El público aplaudió al Presidente cuando afirmó que utilizará el presupuesto de inteligencia "para paliar el hambre".
"Sin justicia independiente no hay justicia", declamó. Y subió fuertemente el tono para decir que "nunca más la Argentina de los sótanos y la oscuridad en la política". Repitió en cinco oportunidades el "Nunca Más" e hizo cinco veces una pausa para hidratarse.
Fue congruente al expresar de manera enfática: "Quiero ponerme al frente de los reclamos de las mujeres".
Como una suerte de homenaje a su compañera de fórmula, el Presidente sostuvo: "Quiero agradecer a Cristina su generosidad y pensamiento estratégico" .
Se emocionó al recordar -tomó más agua para contener la emoción- a su madre y a su padre que le "inculcaron la decencia". Luego llegó el recuerdo emocionado para Néstor Kirchner.
En el tramo final, una Cristina más relajada se acomodó el pelo ya como un gesto de coquetería.
En el momento de criticar a la Justicia, Alberto Fernández torció la boca hacia su derecha y elevó el tono de la voz. Torcer la boca al hablar significa asociar lo que dice con algo corrupto, demostrando congruencia en su discurso y gestualidad.
13:09
Presidente y vicepresidenta se estrecharon en un abrazo fraterno al terminar el discurso. Y en la foto de rigor, él le puso la mano en la espalda como otra muestra de afecto.
Uno de los abrazos más fuertes que recibió Fernández fue de parte de Axel Kicillof,quien le agarró la nuca con firmeza. El Presidente, al finalizar el gesto, le acarició el jopo del pelo al gobernador bonaerense como a un sobrino revoltoso.
Estanislao Fernández le dio entonces una cachetada cariñosa a su padre que le respondió de inmediato con una palmada en el hombro.
Antes de salir del recinto, Cristina saludó con los brazos en estilo parabrisas y bailoteó acompañando los movimientos del público hasta que despidió del Presidente, Fabiola y Estanislao como una madre en la escalinata de la fiesta de casamiento.
La locutora oficial se refirió al "presidente de la unidad de los argentinos". Y a Cristina Fernández de Kirchner la llamó la "vicepresidenta de todos los argentinos". Fue el final de 61 minutos cargados de emociones que el propio Fernández había diseñado hasta la 1 de la mañana. Fue el día en que volvieron las corbatas al protocolo presidencial.
* Coach en neuro-oratoria
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