Milei va por todo, aunque haga ruido
El Gobierno avanza hacia el control de casi todas las áreas más sensibles del Estado, se prepara para hacer un avance decisivo sobre la Corte, trabaja para terminar de atenazar a Pro y busca seguir agrietando al peronismo
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A pesar de los muchos regalos que pudo hacerse durante su primer año de gestión, Javier Milei espera todavía poder completar el arbolito de Navidad con algunos presentes más. No serán solo adornos. Aunque también habrá ruidosos fuegos artificiales.
El Gobierno avanza hacia el control de casi todas las áreas más sensibles del Estado y en el desarme de las amenazas más cercanas, después de haber puesto en caja la inflación y el déficit fiscal y cerrado el año legislativo con más éxitos y menos fracasos de lo que su condición de minoría absoluta le pronosticaba. No será sin costos, daños ni estruendo.
En ese tablero está completando los casilleros de los organismos de reunión de información (de todo tipo), se prepara para hacer un avance decisivo sobre la Justicia, trabaja para terminar de atenazar al macrismo y busca seguir agrietando al peronismo.
Es la obra del triángulo de hierro en la que más que Javier Milei, talla funcionalmente el supergurú Santiago Caputo y teje políticamente Karina Milei, con varios asistentes.
Las últimas noticias sobre la Corte Suprema de Justicia, con la reafirmación por parte del ministro del Interior, Guillermo Francos, de la decisión presidencial de designar por decreto al archicuestionado Ariel Lijo y al catedrático conservador Manuel García-Mansilla sería solo un primer paso. Y llegó en respuesta a la acordada del máximo tribunal para poder funcionar aún con sólo tres miembros, de cinco. Pero hay más proyectos en evaluación en la Casa Rosada para avanzar sobre el Poder Judicial, aunque eso implique negociar varias cosas con el establishment político.
También, la reciente cooptación del exviceministro de Seguridad porteño Diego Kravetz, para completar el control de la SIDE, así como la ríspida conformación de la nueva agencia de recaudación, se inscriben en esa lógica de control y avance que llevan la firma del asesor estrella. Un juego de triple efecto y alta rentabilidad: sumar expertice a la conducción del espionaje, golpear al macrismo en su bastión y llevarse algunos de sus secretos.
“La SIDE es una caja vacía. Antes de que nosotros llegáramos se llevaron la mitad de los servidores donde se guardaba la información”, suele decirle Caputo a algunos interlocutores para relativizar su interés e injerencia en esa área.
Las últimas noticias están dando cuenta de que ha se ha dispuesto a terminar de llenar esa “caja vacía”, junto con la decisión de neutralizar a algunos agentes a los que les habían devuelto poder, pero seguían con su vocación emprendedurista.
El renovado interés por la secretaría de inteligencia no parece ajeno a las contingencias por las que atraviesa la flamante agencia de recaudación ARCA, donde la convivencia de la familia Caputo habría pasado por algunas tensiones tanto por su control como por quiénes lo ejercerían.
“Sin dudas, la mejor información es la que tiene ARCA. Pero depende si la usás y para qué la usás”, admitía también, con supuesta inocencia, el gurú en algunas conversaciones cuando se hablaba del cambio de estatus que impuso el actual gobierno en ese ámbito, por el cual la agencia de recaudación dejó de ser un ente autónomo, supervisado por el Ministerio de Economía, para pasar a ser una agencia directamente dependiente de esa cartera. Cambios no tan sutiles.
Fue esa transformación sustancial para sumar poder, antes que un simple cambio de nombre, lo que permitió puertas adentro del Gobierno anestesiar pruritos de los apóstoles de la motosierra frente al gasto de decenas de millones de pesos que se erogó para modificar cartelería, papelería e imagen del nuevo organismo. Hasta los libertarios encuentran razones de Estado para defender al Estado. Contradicciones principales y secundarias. Materiales e inmateriales.
Sin embargo, no todo ha sido tan sencillo. El avance de Caputo, el joven, con antiguos y sombríos agentes del organismo recaudador, de estrechos vínculos con el mundo del espionaje, habría encontrado reparos en su tío segundo.
El ministro de Economía, Luis Caputo, dio pelea para retener la dirección de ARCA tras la salida de su delegada Florencia Misrahi. La mayoría de los contribuyentes aún no se han percatado de lo que pueden padecer. No obstante, las consecuencias no deseadas ya se contabilizan.
El triunfo que logró Caputo ministro al imponer a Juan Pazo al frente de ese ente, por encima de los cuestionados Andrés Vazquez y José Veliz, sería el disparador de una disputa subterránea, que, en la visión conspiranoica de los funcionarios habría sido el disparador que sacó a la luz algo más que trapitos sucios. Se trata de bienes e inversiones de origen no aclarado por parte de los funcionarios, que habrían mantenido ocultos al mismo organismo que ahora controlan.
Eso es lo que unos y otros se imputan, mientras intentan justificar las revelaciones y activan cortafuegos políticos y judiciales que han sabido cultivar durante muchos años y les permitieron evitar dar explicaciones anteriormente. Frente a eso, la mayoría de la Justicia y de la dirigencia política, con la excepción de Elisa Carrió, los suyos y pocos más, prefieren el silencio. O la omertá.
El hermetismo no es patrimonio excluyente del oficialismo. En Pro nadie quiere hablar en público del escándalo sobre los bienes y sociedades en cuestión de Vázquez, Pazo (que fue uno de los suyos) y, sobre todo, de los del presidente del bloque amarillo en Diputados, Cristian Ritondo.
En off the record, fuentes cercanas a Ritondo dicen que es víctima de la minidisputa entre los Caputo. En eso coinciden algunos oficialistas. Tanto unos como otros prefieren ver y alegar conspiraciones antes que admitir revelaciones fundadas en hechos concretos de situaciones escandalosas.
“Lo de Cristian saltó porque al que querían golpear era a Pazo y en eso apareció que este le había vendido una propiedad en Miami a la esposa de Ritondo”, dice un allegado al jefe de los diputados amarillos, conocedor de entramados complejos e interlocutor de la mayoría de los actores en pugna. Uno de “la casta”, que ya tiene su línea interna mileísta.
También abunda el silencio en la UCR, así como hay escasa voluntad por decir mucho en público, pero sí por saber más, de parte de los kirchneristas, a pesar de su reciente conversión al principismo transparentista, que los llevó a impulsar la expulsión del senador mochilero Edgardo Kueider, luego de haber obturado la aprobación del proyecto de ley de “ficha limpia”. Su propio pasado, que incluye a varios Andrés Vázquez del sistema, además del mismísimo personaje, podría afectar sus argumentos autodefensivos. Aunque suelen ser inmunes a las contradicciones.
Hacia el control de la Justicia
En este medio ambiente de aire viciado, las conversaciones del Gobierno con la oposición respecto de la integración de la Corte solo han sido puestas en un relativo suspenso, pero no se han clausurado con nadie (incluido el peronismo cristinista y no cristinista). Más allá de la decisión de avanzar con la designación por decreto, que encierra una jugada complicada para los que hoy no le aseguran los votos a los dos candidatos de Milei.
“Habrá que ver quién se anima a rechazarle la designación a Lijo. Ahí puede haber otro principio de revelación que complique a varios”, dice con gustosa malicia un operador en ese terreno, aunque eso no mejore en nada, sino todo lo contrario, la imagen del juez federal
En tanto, Caputo (el asesor) evalúa una segunda movida, que implicaría una negociación más amplia para cubrir cargos en la Justicia nacional, muchos de los cuales son de interés de gobernadores de todos los colores. Una nueva transversalidad en marcha, que podría tener consecuencias para el año electoral.
Ese escenario es el que mira de afuera y con perplejidad lo que queda de Pro, donde algunos actúan indiferencia o fingen demencia ante la sucesión de evidencias de pérdida de dirigentes o cuadros técnicos y pases gratis que logra el oficialismo.
Todo eso sucede en medio de un avance furioso del mileísmo sobre el bastión macrista. Con mucho entusiasmo y publicidad lo lleva adelante la hermanísima Karina, secundada en el territorio por Pilar Ramírez, su amiga personal, legisladora porteña y exfuncionaria de Aerolíneas Argentinas en tiempos de gestión camporista, que fue echada por el macrismo. Su pasado, su presente y su futuro la llenan de motivos para complicarle la gestión a Jorge Macri y para tratar de terminar con la hegemonía macrista en la ciudad.
No obstante, en el macrismo tratan de ver el vaso medio lleno. Además de relativizar el pase de Kravetz al lado violeta oscuro de la política con el frágil argumento de que ya estaba decidida su salida, sostienen que lo peor para su espacio ya pasó.
Sin embargo, no se animan a resolver cómo se pararán ante el oficialismo, al que le siguen cediendo la iniciativa, mientras los desangra. Tanto que algunos no pueden evitar recordar la novela de Agatha Christie Los diez indiecitos, luego titulada en inglés “And Then There Were None” (Y entonces no quedó ninguno).
“Lo peor ya pasó. Ahora tenemos que redefinir nuestra identidad, animarnos a plantear nuestra agenda, con o sin alianza con La Libertad Avanza”, dice con sorprendente optimismo una de las figuras del macrismo supérstite. Aunque encuentra dificultades para responder convincentemente cómo podrían reconstruirse sin antes resolver cuál será su vínculo electoral con el Gobierno. La proactividad no sería un activo en esta materia.
Casi con resignación, en el entorno de Macri empiezan a admitir que, a su pesar, lo más probable es que deban afrontar una difícil elección en soledad. O rendirse sin condiciones. Por eso, “Mauricio hoy no descarta ser candidato. Comparado con un tiempo atrás está mucho más cerca de jugar”, dice una fuente de trato frecuente con el expresidente.
Desde Villa la Angostura, él vuelve a mirar de lejos la realidad. Allí decidió hace casi dos años abandonar su pretensión de intentar una nueva aventura presidencial, cuando todavía el submarino amarillo navegaba y podía salir a flote. La situación hoy se ve muy distinta.
“Salvando la derrota ante Alberto Fernández, lo que Santiago Caputo le está haciendo al Pro Mauricio no lo sufría desde el día que inauguró los palcos en la Bombonera y Boca se comió seis goles contra Gimnasia. En ese momento, con todo por delante, se repuso. Hoy la tiene bastante más difícil”, dice un exfuncionario suyo que lo conoce desde hace más de 20 años.
Por lo pronto, algunos dirigentes macristas ya hablan de preparase y trabajar por “una derrota estratégica, que tenga sentido” para construir algo a futuro. “El Gobierno se equivoca si cree que vamos a terminar siendo como fue la Ucedé con Menem, que la deglutió. Nosotros controlamos territorios provinciales y municipales y no se van entregar. Mucho menos si como se presume la mayoría de las provincias adelanta las elecciones”, se esperanza un estrecho allegado a Macri.
En ese plan defensivo, dicen, se inscribe el cambio de gabinete que, a la fuerza (o por impulso de Caputo) debió anticipar Jorge Macri con el pase de Kravetz. El nuevo jefe de Gabinete, Gabriel Sanchez Zinny, es visto como el delegado del expresidente para relanzar una gestión opaca y opacada.
Desde la Casa Rosada están decididos a no darle respiro: ya empezaron a señalar los vínculos de la nueva figura de la administración porteña con empresarios que hoy hacen gustosos sus aportes nada simbólicos a la fuerza libertaria.
La cercanía de las fiestas de fin de año, lejos de relajar al oficialismo, parece haberlo estimulado para ir por todo y completar los regalos que quieren tener en el arbolito navideño. Aunque haga mucho ruido.
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