Milei agita el fantasma de la desestabilización y en el Gobierno crece un dilema: qué hacer con Macri
“¿Qué tratan de hacer? ¿Un golpe de Estado?”, repite el Presidente; la cúpula de la Casa Rosada está dividida respecto al futuro de la alianza con Pro; el plan para la AFIP y los puentes con el kirchnerismo
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El jueves, a las 18.30, Diego Santilli ingresó a la Casa Rosada para reunirse con el armador nacional de La Libertad Avanza, Eduardo “Lule” Menem. El diálogo de esas dos figuras es muy significativo en la escena política actual. “El Colo”, que en 2023 fue el candidato a gobernador de Horacio Rodríguez Larreta, que estuvo sentado en el “Pacto de Acassuso” y que se aggiornó con la moda violeta, renueva su banca en Diputados y es uno de los principales cuadros de Pro en la provincia. “Lule” es el brazo político de Karina Milei, la dueña de la lapicera del oficialismo que, a diferencia de su hermano, quiere empujar con dos dedos a Mauricio Macri al pasado por el simple hecho de que busca arrebatarle la Ciudad de Buenos Aires.
Hay en la cúpula del Gobierno un dilema cada vez más profundo sobre cómo seguir con Macri. El expresidente es un parteaguas en la mesa chica presidencial. Javier Milei se siente más seguro sincerando una alianza en 2025 que ordene la oferta electoral con los que piensan parecido de un solo lado. “Javier tiene una mirada economicista: que gane el pro-mercado para mostrarle al mundo que la Argentina se curó de populismo”, resumió un dirigente con muy buena llegada al Poder Ejecutivo.
La voluntad presidencial se viene manifestando desde la transición de diciembre, cuando se debatía quién quedaba como presidente de Diputados. “Yo quiero que seas vos, pero tengo un problema en mi equipo”, le habría dicho en aquel momento Milei a Cristian Ritondo, según distintos testigos.
Guillermo Francos -que al principio se mostraba más a gusto con el peronismo no K- ahora se encolumnó con el Presidente. El jefe de Gabinete está jugando su partido de despedida en la alta política y entiende que Pro puede dar paz y gobernabilidad para los próximos tres años. “Compartimos el mismo electorado, no me veo compitiendo con ellos en algunos lugares”, fueron -palabras más, palabras menos- lo que le transmitió Francos a los empresarios que almorzaron con él en el Coloquio de IDEA en Mar del Plata.
Del otro lado está el resto del “triángulo de hierro”: Karina y Santiago Caputo. Ambos trabajan para no compartir las listas legislativas. El estratega presidencial monitorea regularmente cuánto mide Pro en los sondeos de opinión. Ya activó una fundación en unas oficinas alquiladas en Reconquista 40, a metros de Plaza de Mayo, para recaudar fondos y reclutar cuadros políticos. Y busca conducir al grupo de tuiteros, influencers y streamers libertarios que se ven como artífices del triunfo de La Libertad Avanza y piden pista de cara al futuro del espacio.
Pero es en la oferta electoral de la Provincia y de la Ciudad donde está el corazón del enigma Macri. Amarillos y violetas saben que, si van divididos en territorio bonaerense, pueden quedar atrás del peronismo. O, en otras palabras, que Pro le podría dar a La Libertad Avanza lo que le falta para ganarle al PJ. El problema es que Karina quiere competir en la Ciudad, la casa matriz del macrismo. El argumento elegante que esgrime es: si vamos separados, nos quedamos con las tres bancas del Senado.
Cerca de Macri advierten que el esquema “juntos en provincia, separados en Ciudad” es pura ganancia para los libertarios. “Ellos nos quieren comprar barato y nosotros nos queremos vender caro”, dijo un dirigente amarillo de peso. En esta danza sin desenlace es que se entiende la visita de Santilli a “Lule” esta semana.
Se produjo otra curiosidad. Alejandro Carrancio desembarcó recientemente como coordinador en el Instituto Nacional de Promoción Turística (Inprotur), una caja nutrida de buena llegada territorial. Carrancio es el ladero de Sebastián Pareja, el armador de Karina en la provincia, y tiene la ambición de desembarcar en Mar del Plata. Es decir, otra ciudad gobernada por Pro. Este jueves, mientras los empresarios más importantes del país se mezclaban con altos funcionarios en IDEA, Carrancio, Pareja, Martín Menem, José Luis Espert y Juliana Santillán (otra marplatense aguerrida del staff libertario) daban un seminario sobre “construcción política y gobierno” en el Hotel Ostende de la ciudad feliz. Al día siguiente, el intendente local, Guillermo Montenegro, recibió a Milei con un abrazo apretado en el aeropuerto Astor Piazzolla.
Casos aislados
Con esta olla a presión en el plano electoral, el desembarco de algunos cuadros técnicos de Pro en el Poder Ejecutivo funcionó como un analgésico. “Son cosas que ayudan a seguir estirando las definiciones”, resumió un macrista. El nombramiento de María Tettamanti en la estratégica Secretaría de Energía se dio gracias a una fortuita confluencia de intereses entre Macri y Santiago Caputo, que hace tiempo quería eyectar a Eduardo Rodríguez Chirillo.
Pese a que no hay piel entre ellos, el asesor presidencial le solicitó ayuda a Macri para reforzar el equipo de energía. A partir de allí, Emilio Apud, referente de la Fundación Pensar en materia energética, le acercó a Daniel González -mano derecha de Luis Caputo- una lista de nombres. Y González eligió a Tettamanti, exCEO de la distribuidora de gas Camuzzi.
Ahora se habla de posibles nombramientos de diputados de Pro en los directorios Banco Nación e YPF. Y hay que prestar atención a lo que suceda en AFIP. Allí el Gobierno, discretamente, está preparando una reforma. El símbolo que se busca es el achicamiento del organismo que cobra los impuestos, que en el discurso de Milei son un “robo a punta de pistola”. En la práctica será una fuerte reestructuración de cargos dentro del organismo recaudador y, quizás, de nombres. Hay dos planes sobre la mesa. Lo que queda por definir es qué magnitud tendrá la detonación. “Ya no van a decir que lo maneja (Sergio) Massa”, comentó un colaborador de la Casa Rosada.
El otro canal de diálogo que tiene Macri con la gestión de Milei es el que fomenta Sandra Pettovello. El expresidente primero ofició de consejero de la ministra de Capital Humano de cara al frente judicial que se le podía abrir en Comodoro Py. Ahora ella le pidió sugerencias para terceras y cuartas líneas, sobre todo del área de Trabajo. Nada se concretó aún. En el lugar de Leila Gianni, la subsecretaria Legal de altísimo perfil, Pettovello colocaría a un perfil técnico.
Con su buena relación con Macri, la ministra también le hace contrapeso a Santiago Caputo, su enemigo interno. Y gana músculo. Hay áreas que maneja la ministra, que son muy apetecibles para la política. En Anses, “Lule” Menem y Pareja buscan quedarse con las Unidades de Atención Integral (UDAI), que son ventanillas al público a lo largo y a lo ancho del país, pero todavía quedan capas del massimo y de La Cámpora.
Más allá del aporte de algunos nombres, tanto en la Casa Rosada como cerca de Macri entienden que los desembarcos de Pro son aislados. No existe un paraguas político macro y muchísimo menos algo que se parezca a un cogobierno. “Solo dimos una mano con Energía. No somos una bolsa de empleo y no es fácil encontrar gente que quiera meterse, porque en este Gobierno te tiran por la ventana a los cinco minutos”, se quejó un macrista de la primera hora.
El fantasma de la desestabilización
Mientras su mesa chica atendía los frentes de gestión y electorales, esta semana Milei se ocupó de revitalizar su papel de outsider. El Presidente agitó el fantasma de la desestabilización. Así encuadró a las últimas leyes que vetó y al proyecto de modificación de los DNU, que también está dispuesto a vetar. En tres de sus últimas apariciones públicas, repitió que la renuncia de Fernando de la Rúa fue “un golpe de Estado de Eduardo Duhalde y Ricardo Alfonsín”. En IDEA, consultado por la reforma a los DNU, le dijo a C5N: “¿Qué tratan de hacer? ¿Un golpe de Estado?”. Bullrich siguió el libreto cuando dijo que los estudiantes universitarios “van a ir con molotovs”.
El concepto se volvió recurrente. En la Casa Rosada reconocen: “Hay un sector que busca rompernos. Y eso nos sirve”. La mesa chica del Presidente continuamente aborda la cuestión comunicacional como un eje central del proyecto político. Pero la fórmula mágica de la campaña, “Milei contra la casta”, se había desdibujado por los acuerdos políticos que se tuvo que cerrar en el Congreso. “Estábamos en un problema discursivo porque no teníamos a quién putear”, reconoció un colaborador diario del jefe de Estado.
El Gobierno tiene otro inconveniente, que es encontrar el tono justo de su confrontación al kirchnerismo. Un miembro de la mesa chica del Gobierno lo resumió así: “El antikirchnerismo constante no es un clivaje que queramos reeditar. Porque parte de nuestra audiencia es nacional y popular. Y porque no queremos parecernos a Macri”. Al mismo tiempo, la posible entronización de Cristina Kirchner al frente en el PJ le sirve a Milei para dividir al peronismo.
El Gobierno no quiere detonar todos los puentes con el Instituto Patria porque necesita del peronismo en el Senado para hacer cambios en la Justicia. La mesa chica de Milei ya le demostró a Cristina que está dispuesta a negociar con pragmatismo. Pese a que hubo mensajes cruzados, finalmente se trabó un acuerdo para nombrar al juez federal Ariel Lijo y al catedrático Manuel García-Mansilla en la Corte Suprema.
“Ya no buscamos un acuerdo con Cristina, vamos a ir voto por voto a ver qué conseguimos”, reconoció un funcionario esta semana. En un despacho oficial, de hecho, ya hay una pizarra magnética con las caras de todos los senadores y un poroteo de quiénes podrían acompañar a García-Mansilla, el candidato más resistido.
La pelea que se viene ahora es por la Auditoría General de la Nación (AGN). Hay más candidatos que sillas. Pro quiere proponer al exministro de Trabajo, Jorge Triaca. El radicalismo, la Coalición Cívica y Encuentro Federal impulsan al exdiputado Mario Negri. Y el Gobierno quiere sentar al abogado Santiago Viola. El peronismo, en tanto, debe definir si le da una silla al camporista Juan Ignacio Forlón o al extitular de Aduanas, Guillermo Michel, hombre de Sergio Massa.
La Casa Rosada se siente cómoda con el tridente Viola-Triaca-Forlón. Un esquema que incluye al macrismo y al kirchnerismo, y que solo los libertarios podrían hacer posible.
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