Mientras negocia con el FMI, el oficialismo discute hasta dónde tender puentes con la oposición
El Gobierno necesita el aval de Juntos por el Cambio que reclama el organismo; habrá gestos de Alberto Fernández en ese sentido; en el FdT hay distintas posturas que traban el diálogo político
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“La oposición quiere que haya un ajuste violento en los próximos dos años para que cambie el Gobierno en 2023 y eso no va a suceder”. La frase pertenece a uno de los principales referentes del Frente de Todos y expresa con crudeza el pensamiento que anida en la coalición oficialista sobre la postura de Juntos por el Cambio en torno a las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, en el variopinto conglomerado peronista se sigue discutiendo internamente hasta dónde se deberían tender puentes con la oposición.
El grupo más cercano al presidente Alberto Fernández añora el tiempo en que el mandatario tenía buena sintonía con el alcalde Horacio Rodríguez Larreta y medía 80 puntos de imagen positiva, en los comienzos de la gestión tripartita –se sumaba el gobernador Axel Kicillof- contra la pandemia de coronavirus. Pero el kirchnerismo no tiene ninguna intención de confraternizar con quien considera el principal aspirante opositor a la Presidencia. Una prueba es la intensidad que le pone a su rechazo a la gestión porteña en la Legislatura de la Ciudad.
A su vez el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, está en este aspecto más cercano al “albertismo” empoderado tras el acto del Día de la Militancia en la Plaza de Mayo, que del kirchnerismo. Su amistad con Larreta, que lleva más de dos décadas, no la pudieron interrumpir ni siquiera dos presidentes de la Nación: Néstor Kirchner (2003-7) y Mauricio Macri (2015-19). Ambos intentaron, cada uno en la cúspide de su poder político, que se cortara ese vínculo personal, pero no lo consiguieron. Massa se jacta de eso.
Justamente esa relación, a la que se suma por extensión la que Massa mantiene con Cristian Ritondo, el jefe del bloque de diputados de Pro, es la que señala Elisa Carrió con duras críticas dentro de JxC. En el sector más moderado del FdT tienen una lectura similar a la de Larreta cuando sostuvo que se requiere del “consenso del 70 por ciento” del sistema político para superar la grieta y sacar al país del estancamiento. En cambio, piensan que Carrió y el expresidente Macri estarán afuera de cualquier esquema de entendimiento pluripartidario.
El presidente Fernández lo dejó en claro cuando puso a Macri y al libertario Javier Milei como ejemplos de dirigentes opositores que “no quieren hablar” con el Gobierno. En medio de las farragosas negociaciones con el FMI, el jefe de Estado viene postergando la instrumentación del diálogo político que prometió tras las elecciones legislativas, pero según pudo saber LA NACION, avanzaría en esa dirección antes de enviar al Congreso el “plan plurianual” que, según espera el Gobierno, contendrá los lineamientos del acuerdo con el organismo.
“Habrá una gestualidad en ese sentido”, anticiparon voceros oficiosos. El mensaje hacia la oposición podría llegar desde la Plaza de Mayo el 10 de diciembre, cuando Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner coincidirán en un acto por el día de los derechos humanos que, además, marcará el inicio de la segunda parte del Gobierno del Frente de Todos. Habrá que ver si desde allí el Presidente invoca a Raúl Alfonsín –en memoria a la gesta histórica de 1983, en el inicio de la restauración democrática- y hace un llamado a la unión nacional.
Pero más allá de los mensajes conciliadores que puedan venir, también desde el ámbito del Consejo Económico y Social que preside Gustavo Beliz, en el fondo el oficialismo no parece tan dispuesto al diálogo. “El mango de la negociación lo tenemos nosotros”, advirtió un diputado del FdT. Con esa lógica, la coalición gubernamental sólo incluirá a JxC y a otros bloques en las conversaciones en caso de que se comprometan a “no votar en contra” en el Congreso. Aunque en el FdT no creen que JxC “cometa el error de rechazar el acuerdo”.
“Si lo hicieran, quedará claro en el mundo que son ellos los que no cumplen los compromisos asumidos”, afirmaron las fuentes consultadas en referencia al préstamo del FMI que en 2018 tomó la administración Macri y que ahora el Gobierno busca refinanciar. En un escenario de enfrentamiento directo, en el FdT estiman que a partir del 10 de diciembre contarán con la anuencia de 132 diputados (118 propios y 14 aliados). “Los partidos provinciales van a tener un rol importante”, aseguró uno de los encargados de tender puentes con ese sector.
El oficialismo sigue con especial atención el nucleamiento de legisladores del interior del país que capitanea Carlos Rovira, el presidente de la Cámara de Diputados de Misiones y líder del Frente Renovador de la Concordia, que recibió en Posadas a referentes del Movimiento Popular Neuquino (MPN), Juntos Somos Río Negro –cuyo jefe es el senador nacional Alberto Weretilneck- e incluso del peronismo como el gobernador de San Juan, Sergio Uñac. Una versión indica que el grupo podría tener un candidato presidencial propio en 2023.
Mientras tanto, el oficialismo los observa como potenciales aliados en el Congreso. Tampoco se desentiende de la interna del bloque radical de la Cámara baja, donde unos 15 diputados alineados con el porteño Emiliano Yacobitti –referente del sector de Martín Lousteau- amenazan con una ruptura en la bancada que encabeza el cordobés Mario Negri. Esa disputa encierra el conflicto por el liderazgo en JxC y también cuestiones menores como el reparto de los despachos en Diputados, cuya ubicación localiza simbólicamente el poder interno.
Menos contemplaciones habrá en el Congreso con María Eugenia Vidal, la exgobernadora bonaerense que asumirá como diputada por la ciudad de Buenos Aires. “Acá todos valemos cinco minutos, que es el tiempo que tenemos para hablar. Esto es el cementerio de los elefantes”, graficó un legislador peronista al ser consultado por el desembarco de Vidal -que sigue teniendo pretensiones presidenciales-, ya que en el FdT no le perdonan que haya planteado el “asalto a la presidencia de la Cámara” baja durante la campaña electoral.
De todos modos, en el FdT consideran que no tienen margen para forzar un enfrentamiento, sin tener en cuenta el contexto regional. Un analista vinculado al oficialismo dijo que no descarta en el futuro un escenario similar al de Chile, donde la sociedad eligió a candidatos de los extremos como “un castigo a que las fuerzas centrales no resolvieron los problemas del país”. Traducción: si el Gobierno panperonista fracasa, como antes lo hizo JxC, entonces el electorado podría migrar hacia alternativas que irrumpen como una extraña novedad política.
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