Menem anunciaría hoy su renuncia al ballottage
Carlos Menem anunciaría hoy en La Rioja su renuncia al ballottage. Anoche se llevó a su habitación tres borradores con el texto de su dimisión, uno de ellos escrito por él.
Por la mañana partirá en un vuelo privado a su tierra natal, desde donde tenía previsto, por lo menos hasta anoche, hacer pública su decisión. Todo se había planificado como él quería: desde Anillaco y con un mensaje grabado, en el que explicaría los motivos por los que no competirá el domingo contra Néstor Kirchner.
El ex presidente intentó descomprimir una jornada de extrema tensión ante la incertidumbre sobre su decisión cuando apareció, a las 23.13, por segunda vez en el balcón del hotel Presidente para calmar a sus seguidores que le gritaban que no se bajara de la candidatura.
"Tengan la seguridad de que no los voy a defraudar. Vayan tranquilos a descansar a sus casas y esperen las novedades de mañana", gritó Menem. Y no dijo nada más, porque si bien todo indica que la decisión está tomada, él quiere elegir el momento de decirlo. Ese mensaje apuntó a que el grupo de militantes se retirara del lugar, porque el ex presidente intentaba descansar después de un día tremendamente agotador. Su esposa, Cecilia Bolocco, está desde el fin de semana último en Chile.
Menem quería anoche pasar en soledad las horas previas a la definición tal vez más difícil de su vida política.
En su oficina del primer piso del hotel quedó sin firmar la presentación judicial para desistir de la competencia que preparó el apoderado de la fórmula Menem-Romero, Luis Giacosa. En el entorno íntimo del ex presidente aseguraron ayer a LA NACION que, pese a la imprevisibilidad que caracteriza al ex presidente, la decisión estaba tomada y no había vuelta atrás.
Menem se lo había informado ayer, a las 9.30, a su compañero de fórmula, Juan Carlos Romero, y a los gobernadores de La Rioja, Angel Maza, y de La Pampa, Rubén Marín, según confió a LA NACION una fuente calificada del entorno menemista.
Maza y Marín fueron los que encabezaron la ofensiva para convencer al ex presidente de que no debía pelear contra Kirchner, iniciativa que apoyó el hermano del ex presidente, el senador Eduardo Menem, pese a que públicamente lo negó.
Los principales hombres del ex presidente cumplieron con la orden de su jefe y negaron durante todo el día que Menem fuera a desistir del ballottage. "Está en campaña; no hay ninguna decisión", era la frase que repetían casi todos. Ese discurso se mantuvo durante todo el día porque nadie admitió públicamente que Menem fuera a renunciar. Tampoco nadie lo negó.
Lo que no se pudo frenar fue a algunos miembros del entorno que difundieron uno de los textos tentativos de la renuncia de Menem; poco después, el vocero del ex presidente, Jorge Azcárate, tuvo que desmentirlo. Pero sólo negó su existencia y nada dijo de la definición de su jefe. Anoche, cuando se retiraba del hotel Presidente, admitió que su jefe estaba "analizando la situación".
Menem también intentó mantener la imagen de que estaba en campaña durante todo el día. Pero el primer síntoma de que algo había cambiado en sus planes inmediatos fue que suspendió sorpresivamente la reunión que tenía agendada a la mañana con la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) sin ninguna explicación. Hasta uno de sus voceros intentó negar a LA NACION que esa reunión había estado confirmada.
Después levantó un acto programado en la provincia de Buenos Aires y suspendió dos visitas al interior, una a Córdoba y otra a Rosario.
Se quedó en su búnker del hotel y se reunió con varios de sus colaboradores. Algunos dicen que en ese momento habría grabado el mensaje en el que anunciaría su renuncia y que se difundiría en las próximas horas.
Los que vieron a Menem temprano lo notaron algo demacrado y deprimido. "Estaba muy mal", dijo uno de los testigos, que señaló que para aquél la decisión era "dolorosa". Dos fuentes que hablaron con el ex presidente dijeron cerca del mediodía a LA NACION que los próximos pasos de Menem estaban definidos, pero quería ser él quien decidiera cómo y cuándo lo diría.
Entre ese momento y la noche de ayer, Menem recibió una fuerte presión de los hombres históricos con peso en su entorno, como Eduardo Bauzá, Alberto Kohan y Carlos Corach, para mantenerse en la carrera del ballottage. Después recibió decenas de llamadas de todo el país y a algunos de los exponentes del menemismo, como Armando Gostanian y Claudio Sebastiani, que le pedían que reviera una decisión que parecía tomada.
En medio de todas las presiones, Menem cumplió con la reunión que tenía pautada con el titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias, donde fue acompañado por su equipo económico, liderado por el hombre que designó como virtual ministro de Economía, Carlos Melconian.
Menem habría tenido una conversación de pocos minutos a solas con el titular del BID, a quien le habría adelantado su decisión. Iglesias sólo comentó a un amigo argentino que ante la posibilidad de que Menem desistiera del ballottage, él creía que "sería malo para el país" y que "esperaba que eso no sucediera".
A la salida de ese encuentro, que se realizó en el hotel Alvear, Melconian sólo dijo: "Yo no sé nada. No sé... estuve con reunido con Iglesias" y no volvió a verse con el ex presidente.
Menem y Romero volvieron al hotel Presidente en su 4x4 con vidrios polarizados, en medio de la tensión por la inminente definición.
Desde las 14, en el hotel Presidente se instaló la incertidumbre extrema. Comenzaron a llegar Kohan, Bauzá, Maza, Marín y Eduardo Menem, entre otros, a los que después se sumaron dirigentes menemistas de segunda y tercera línea y amigos del ex presidente, como Gerardo Sofovich.
Se formaron informalmente dos comandos: uno, de "la rendición", como le decían al sector encabezado por Maza y Marín, y el de "los guerreros", liderado por Kohan y Bauzá, que intentaba que Menem no decidiera dejar a los argentinos sin la posibilidad de definir al nuevo presidente en la segunda vuelta.
El "comando de la rendición" argumenta que Menem no puede someterse a una derrota por más de 40 puntos y que si renuncia con el argumento de "pacificar el país para no contribuir a las divisiones por el odio", podrá conservar algún espacio de poder en el peronismo.
El "comando de los guerreros" cree que el ex presidente "rifará" lo que le queda de poder en el PJ si dimite y perderá hasta el lugar que tenía reservado en la historia porque la renuncia afectaría al sistema democrático.
Las reuniones se registraron en el primer piso del hotel y Menem no participó de todas. Por momentos se iba a su habitación en el piso 19. Fuera del hotel había un grupo de seis menemistas furiosas, un poco desilusionadas con su líder carismático, que pedían "que vuelva Carlos".
Con el paso de las horas empezaron a llegar más militantes y se fue armando una pequeña manifestación en favor de Menem.
Por entonces, Menem escuchaba a uno de los hipermenemistas desconcertado por la decisión que le decía: "Mirá, Carlos, no ves que la gente te viene a buscar". Le avisaban que se estaban movilizando desde la provincia de Buenos Aires pero nunca nadie llegó, aunque se juntó un grupo numeroso que hizo ruido hasta que el ex presidente salió al balcón, a las 21.6.
El ex presidente también escuchó a otros que intentaban frenar a los que buscaban convencerlos de dar la pelea. "Estás ante una responsabilidad histórica y creo que no podés dejar de competir", le dijo Kohan, uno de sus más fieles colaboradores.
Expectativa oficial
Mientras tanto, el Gobierno y su candidato, Néstor Kirchner, se mantenían expectantes porque no sabían cuál iba a ser la definición y eligieron la mesura total. Kirchner, que tenía pensado dar una conferencia de prensa, la suspendió y a sus más íntimos colaboradores les dijo: "Cuidado, que ésta puede ser una maniobra".
El ex presidente había comenzado a analizar por primera vez en serio su renuncia, anteayer tal como anticipó LA NACION, y hasta tal punto que había obtenido el respaldo de Romero.
Hubo un sector, según pudo saber LA NACION de una fuente que integra el círculo íntimo, que hasta intentó anteanoche que el candidato a vicepresidente siguiera en carrera y así preservar al ex presidente de una derrota contundente, como dicen las encuestas. En ese grupo habría estado el empresario Francisco de Narváez.
Hasta ayer por la mañana, De Narváez sostenía que no había ninguna posibilidad de que Menem renunciara al ballottage. Por la tarde llegó al hotel Presidente, con sus custodios, con un gesto adusto y sin decir nada.
Romero no aceptó seguir solo en la pelea porque quería cumplir con lo que le había dicho a Menem: "Carlos, yo te acompaño en cualquier decisión que tomes". Ayer apareció detrás del ex presidente cuando se asomó al balcón, con una risa nerviosa. Se quedó en el hotel, pero dejó que Menem terminara de procesar su decisión.
Hoy viajarán juntos a La Rioja.
Ayer por la tarde, con los manifestantes a los gritos, Menem logró entusiasmarse un poco. Eso y las decenas de llamadas que recibió, como la de Carlos Reutemann (le habría sugerido renunciar), hicieron que algunos dudaran del anuncio del ex presidente, que siempre criticó a los que abandonaron en medio de la carrera.
Hoy, a catorce años, del triunfo que lo llevó por primera vez a la Presidencia, Menem tendrá la palabra final.
Menemista enojado
- Diego Guelar, ex embajador en los Estados Unidos y uno de los referentes de Carlos Menem en política exterior, expresó anoche su "enojo" por la supuesta decisión de renunciar del ex mandatario. "Estoy absolutamente en contra, es un precedente gravísimo para la vida institucional del país porque las encuestas sustituyen a los votos. El ballottage es el cierre del proceso electoral y no hacerlo es como si no hubiesen existido las elecciones. Esto (por la renuncia de Menem) deslegitima el sistema electoral, no a Kirchner, y debilita aún más las instituciones. Hay que saber ganar y perder", dijo Guelar a LA NACION.
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