Mauricio Macri y su impronta como presidente de Pro: mantiene un bajo perfil, pero toma distancia del manejo institucional de Javier Milei
El exmandatario posterga un pronunciamiento sobre la polémica nominación del juez Lijo a la Corte; evita definiciones que obstaculicen la búsqueda de apoyos del Gobierno en el Congreso
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Mauricio Macri cultiva el segundo plano desde que recuperó el cetro de Pro. A la espera de que se formalice de manera legal su llegada a la presidencia del partido que fundó hace veinte años, el exjefe del Estado tomó distancia del centro de la escena política y evita inmiscuirse directamente en las decisiones del gobierno de Javier Milei.
El último martes regresó a la Capital después de permanecer unos días en su refugio en Cumelén por Pascuas. Semanas antes había viajado a Italia, para dar clases sobre liderazgo en la Universidad de Bolonia, una de las actividades con las que mata el tiempo desde que inició su retirada del poder. En breve podría volver a tomar un vuelo para trasladarse hasta Sudáfrica, donde tiene agendados compromisos de la fundación FIFA. Al menos hasta fines de mes, no tiene previsto romper el silencio ni levantar el perfil.
Macri busca no hacer ruido en momentos en que el presidente Javier Milei intenta conseguir apoyos en el Congreso y sumar voluntades entre los gobernadores para aprobar la nueva versión de la ley Bases y blindar el mega DNU 70/2023, de desregulación. Pero si bien no asoma la cabeza en la arena pública, Macri se mantiene activo entre bambalinas. Habla con los gobernadores propios y teje para apuntalar en el Congreso las reformas que impulsa la Casa Rosada. Mientras tanto, ya diseña la estrategia para recomponer a Pro, que atraviesa una crisis de identidad por el súbito ascenso de Milei en el poder. Cree que mantiene su capacidad de interferencia y que puede orientar el futuro de su partido.
El vínculo político entre Macri y la conducción de La Libertad Avanza tiene altibajos desde que Milei tomó el mando en diciembre pasado. El último cortocircuito lo provocó la sorpresiva apuesta del Presidente por el juez federal Ariel Lijo como uno de sus candidatos para ocupar una vacante en la Corte Suprema de Justicia. Macri y sus colaboradores de confianza estaban al tanto de que Milei propondría a Lijo, pero fueron notificados cuando la decisión ya estaba tomada. Es decir, como ocurrió con las designaciones en áreas sensibles del Ejecutivo o la táctica legislativa, el jefe de Pro, principal aliado de Milei, no fue consultado ni tiene una injerencia decisiva en el rumbo del Gobierno. No hay un trato preferencial, pese a que Macri puso a disposición sus equipos y exhibe respaldos públicos.
Macri acumula bronca por los desplantes de los altos mandos libertarios y deja trascender entre sus seguidores que tiene diferencias con la mirada institucional de Milei. No solo resiste la postulación de Lijo, sino que se sorprendió por la elección del abogado Santiago Viola como candidato del oficialismo para ocupar un lugar en la Auditoría General de la Nación (AGN), donde Pro negocia para quedarse con una silla. Sin embargo, posterga un posicionamiento crítico y mueve los hilos con extrema cautela para no generar chispas que desaten una hoguera en plena crisis económica. Tampoco pretende que lo acusen de meterse en las decisiones del Presidente o de querer moverle el sillón. Se queja, pero en silencio. Está pero no está.
A sabiendas de que el proceso para designar un juez en la Corte es largo, el fundador de Pro tiene planeado aguardar a que Milei oficialice la presentación de los pliegos de Lijo y Manuel García-Mansilla para analizar las impugnaciones. Entre sus consejeros creen que no se pronunciará hasta que se apruebe la ley Bases en el Congreso para no provocar un temblor político mientras Milei intenta darle sustento legal a su paquete de reformas económicas. Ese es el germen del repliegue táctico de Macri.
Incómodos con “la forma y el contenido” de la apuesta por Lijo, Macri y sus laderos esperan el momento oportuno para diferenciarse. Consideran que tienen capacidad de daño. “La palabra de Mauricio tiene peso, no quiere embarrar la cancha y espera que salga la ley ómnibus”, anticipa uno de sus colaboradores más íntimos.
Quienes frecuentan a Macri intuyen que no acompañará al juez Lijo, pero los senadores de Pro aún no recibieron instrucciones. Cerca del expresidente estiman que los pliegos no llegarán al Senado hasta el mes próximo y que el tratamiento de las candidaturas arrancaría recién después del 25 de mayo, cuando Milei planea firmar en Córdoba un pacto fundacional. “Lo de Lijo fue un bombazo. No avisan ni consultan ni piden opinión a los socios que tienen que aportar los votos en el Congreso. Es un error de cálculo de Milei; había un clima positivo por el pacto de Mayo”, interpreta uno de los asistentes todoterreno del exmandatario. Ni Daniel Angelici, su amigo e histórico operador judicial, podría persuadirlo de acompañar con entusiasmo el pliego de Lijo. “El Tano es amigo de Mauricio, pero hace negocios con los radicales”, ironiza un referente de Pro en el Congreso, quien minimiza la influencia del extitular de Boca Juniors en el mundillo del macrismo.
En la cúpula de Pro están al tanto del malestar y la incomodidad que provocó en la Corte la jugada de Milei, pero descuentan que el máximo tribunal no apurará fallos para tomar represalias.
En las filas de Pro también se encendieron las alertas por los trascendidos sobre una supuesta idea del Gobierno de avanzar con un proyecto para ampliar la Corte. Además, miran con atención la presunta injerencia del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), donde colocó a Silvestre Sívori. No hay una queja formal, pero sí una “sospecha generalizada” sobre la figura de Posse. Notan que los tentáculos de Posse y Sívori llegan hasta la Justicia. Por caso, creen que se involucran en la selección de los pliegos de los jueces.
En paralelo, Jorge Macri y sus leales comienzan a impacientarse por la falta de respuesta de Milei y Luis Caputo al reclamo por los fondos de coparticipación -piden que les paguen el 2,95% de los recursos que fijó la Corte en la sentencia y una deuda por más de 522.000 millones de pesos-.
La crisis de Pro y la lapicera de 2025
Tras el pacto con Patricia Bullrich para presentar una lista de unidad, Macri recuperó el control del partido que fundó en 2002. Se jacta de haber conseguido el apoyo mayoritario de su fuerza, pese a que la ministra de Seguridad se cansa de repetir que la repartija de cargos en el nuevo organigrama será “fifty-fifty” con el expresidente. Macri ya retomó las riendas de la Ciudad, el fortín de Pro, con la apuesta por su primo, Jorge, y ahora se encamina a quedarse con las llaves del partido en Buenos Aires. Pondrá en esa silla a Cristian Ritondo, jefe de bloque de Pro y uno de sus leales. Allí, Bullrich hace fuerza para frenar la avanzada macrista. Sumó a Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero y exaliado de Horacio Rodríguez Larreta, pero Macri y Ritondo confían en doblegar la resistencia con el aval de la mayoría de los caciques: Jorge Macri, Santilli, Guillermo Montenegro, Néstor Grindetti.
Con la ciudad, la provincia y la presidencia de Pro en un puño, Macri tendrá en su poder la lapicera a la hora de discutir una eventual confluencia con Milei en 2025 y, sobre todo, el armado de las listas para las legislativas. Las conversaciones siguen estancadas, pese a los gestos de acercamiento con Milei. Ambos, insisten macristas y libertarios, mantienen diálogos frecuentes. “No hay predisposición por parte de ellos a un acuerdo institucional, ni confluencia electoral ni cogobierno”, sostiene uno de los escuderos de Macri en el llano.
Mientras tanto, Karina Milei, cada vez más visible en la galaxia libertaria, encabezó un acto en la Capital junto a Martín Menem para presentar el sello de LLA en el bastión de Pro. La maniobra representa un mensaje interno -porque Karina busca relegar al sector de Ramiro Marra-, pero también una alerta en el tablero de control del macrismo. De la mano de Karina Milei, los Menem arman una estructura para llegar fortalecidos a la eventual discusión con Macri por el armado de las listas de 2025.
Quienes tratan a menudo al expresidente lamentan que Milei no le abra las puertas a Pro o “desaproveche la experiencia” de los exfuncionarios de Macri. Notan descuidos o falta de profesionalismo en la gestión, sobre todo, para implementar los despidos en el Estado o poner en marcha organismos clave.
“Nadie puede decir ni una palabra sobre el apoyo de Pro al Gobierno”, remarca un hombre de Macri en el partido. Allegados al expresidente especulan que, en caso de que Milei y los suyos sigan relegando a Pro, Macri se sentirá más liberado para diferenciarse del Gobierno y reconstruir su fuerza electoral para recuperar la escena perdida. Notan que Milei preserva la expectativa popular y gana tiempo con “medidas para la tribuna” mientras ordena la macroeconomía.
“Ningún gobierno se sostuvo arriba todo el tiempo. En algún momento nos van a necesitar”, vaticina uno de los jefes de Pro, que se ufana de la disciplina partidaria de sus diputados y senadores para sostener a Milei.
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