Mauricio Macri volvió a verse con Ernesto Sanz en un encuentro secreto: la crisis, la “presión” por el rol del expresidente y sus dudas
La reunión se produjo el martes en el estudio jurídico de Miguel Angel Pichetto, quien la gestionó; evaluaron con preocupación el deterioro económico y analizaron el escenario electoral
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Habían pasado apenas un puñado de horas desde que aterrizó en Buenos Aires tras su visita a la ciudad de Rosario. Lucía entusiasmado por el resultado de su paso fugaz por la provincia Santa Fe, inmersa en una nueva crisis por la escalada de violencia narco. Lo sorprendieron las señales de reivindicación a su figura por parte de la plana mayor de Juntos por el Cambio -y nota menos resistencia entre sus detractores-. También percibió una incipiente presión y ansiedad en el “círculo rojo” y en las bases de su electorado para que acepte su eventual candidatura. Corría el martes cuando Mauricio Macri ingresó al edificio del centro porteño donde funciona el estudio jurídico de Miguel Ángel Pichetto. Allí lo esperaba su compañero de fórmula en 2019 con un invitado estelar: Ernesto Sanz, exjefe del radicalismo y cofundador de Cambiemos.
Hacía mucho tiempo que Macri y Sanz no se veían. Aquella discusión telefónica de 2021 por unas declaraciones del exsenador y referente de la UCR sobre el futuro político del creador de Pro y Cristina Kirchner, las figuras más antagónicas de la clase dirigente, los había distanciado. Con el tiempo retomaron el diálogo por chat. Pero las agendas de ambos dificultaban el reencuentro. Fue Pichetto quien decidió volver a reunirlos. Atento al riesgo de disgregación en la oposición por la batalla sin cuartel por las candidaturas y la ausencia de un liderazgo firme en JxC, el actual auditor general de la Nación movió los hilos para acercar posturas entre Macri y Sanz. En la cumbre del martes también estuvieron el exministro de Trabajo Jorge Triaca y el exsecretario general de la Presidencia Fernando de Andreis, uno de los dirigentes de confianza de Macri. “La reunión fue altamente positiva, muy gratificante”, comentó uno de los concurrentes.
En el círculo de Macri sostienen que el expresidente acumula capital político en JxC en la antesala de la definición y que cada vez más figuras del radicalismo reconocen su poder de influencia. Dicen que no solo lo notaron en Sanz sino en Alfredo Cornejo, Rodolfo Suárez, Gustavo Valdés y Facundo Manes.
Desde que regresó al país, Macri percibe una nueva ola de presión de sus leales, aliados y actores del sistema para que se vuelva a calzar el traje, pero él sigue vacilando. Piensa en el 11 de diciembre y duda de que haya plafón para impulsar reformas estructurales con él al frente del barco. Es decir, un compromiso de la sociedad y del establishment para afrontar los costos del arreglo. La crisis financiera, consideran sus alfiles, incrementa la intensidad de esos pedidos.
En la charla del martes, visiblemente nervioso, Pichetto interrumpió una explicación impasible de Sanz sobre la historia argentina y los liderazgos: “Flaco, tenés que ser vos. Yo ya no te lo quiero decir más”, le espetó Pichetto a Macri. La gestualidad del exsenador generó risas entre los asistentes. Macri sabe que no hay más tiempo: Semana Santa asoma como una fecha límite. “La decisión no está tomada. Lo estamos tratando de convencer de que sea”, confiesa uno de sus íntimos. Mañana recibirá a Horacio Rodríguez Larreta, quien le pidió una audiencia a su secretaria antes del fin de semana. ¿Llevará una propuesta para resolver el armado de la Ciudad?
La cumbre con Sanz
A lo largo de la conversación, el fundador de Pro y el extitular de la UCR, autor intelectual de la alianza entre el radicalismo y Macri en 2015, evaluaron con preocupación el aumento abrupto de la velocidad del deterioro económico y la profunda crisis financiera que atraviesa el gobierno de Alberto Fernández. Por esas horas, el ministro de Economía, Sergio Massa, ultimaba detalles del anuncio de ayer: la decisión de pesificar bonos de organismos públicos para frenar a los dólares paralelos. “Esto es un manotazo de ahogado, están en las últimas”, sintetizaron. Inquietos por el impacto de esa maniobra en los mercados y en la endeble situación económica del país, Macri y Sanz concordaron en que JxC deberá redoblar los esfuerzos para lograr una mayor cohesión interna para mostrarse como una alternativa de gobierno y dar certidumbre a la sociedad. Pichetto hizo hincapié en que la salida es política y económica. Por lo que machacó con que JxC debe unificar un mensaje para dar previsibilidad.
Sanz puso énfasis en que el conglomerado opositor cometería un error si deja librado a la herramienta de las PASO la discusión en torno a su identidad y funcionamiento. Considera que las primarias sirven para definir la impronta del candidato que liderara un proyecto de gobierno consensuado con sus socios. Ante la aceleración de la crisis, el exjefe de la UCR remarcó que el vínculo entre los equipos económicos de JxC deber ser más cercano y dinámico. Macri se mostró receptivo ante esos planteos.
Según fuentes al tanto de la charla, Sanz desmenuzó su propuesta para lograr una mayor cohesión en la coalición opositora. Ya se lo había adelantado a varios caciques de la UCR durante las tertulias que se produjeron después de las tensiones por la foto de Patricia Bullrich con radicales que no comulgan con el estilo de liderazgo de Gerardo Morales. El exsenador propuso frente a Macri recuperar las columnas vertebrales del esquema electoral de Cambiemos en 2015. Por un lado, propone consensuar listas comunes a senadores y diputados nacionales entre el Pro, la UCR, la CC y Encuentro Republicano Federal, como planteó Elisa Carrió al oficializar su deseo de disputar la Presidencial. En paralelo, Sanz sugiere permitir que candidatos a gobernador o intendentes en todo el país tengan la opción de elegir de qué postulante a presidente del espacio quieren colgar su boleta. El exjefe de la UCR suele decir que esa fórmula le permitió a Cambiemos fortalecer su unidad en 2015 y acrecentó el poder de influencia del radicalismo y la CC en el Congreso y los distritos. Pro, que tenía las figuras más competitivas, encabezó y se quedó con la Nación, la provincia y la Ciudad. A los suyos suele decirles que JxC necesita reeditar esa receta “win-win”.
Macri escuchó con atención. Si bien estira su definición, disfruta haber recuperado el protagonismo. Frente a la expectativa de sus aliados por su decisión, se mantiene impermeable a los pedidos para que apure su definición. Pero siente la creciente presión. Tanto Pichetto como Sanz admiten ante propios y extraños que el expresidente ejerce el liderazgo de Pro. Quienes hablaron con ellos sugieren que los dos se fueron de la cumbre sin saber si Macri se postulará o no. Eso sí: lo notaron enchufado y atento a los detalles del armado y, sobre todo, al cuadro económico y financiero. “Tiene todas las luces del tablero encendidas, pero le falta el arranque”, grafica un referente opositor que lo vio durante los últimos días. Pichetto insistió en que Macri debe resolver cuanto antes para ordenar el mapa opositor y unificar posturas. Teme que crezca el riesgo de la división, ante todo, porque olfatea que el kirchnerismo activó su maquinaria para fragmentar a la oferta de JxC. Desconfía de la nueva irrupción de la “tercera vía”.
Sanz y Pichetto también ven con preocupación el escenario electoral en la provincia de Buenos Aires, que volverá a ser la sede de la madre de todas las batallas entre JxC y el kirchnerismo. Sanz, mentor de Maximiliano Abad, jefe de la UCR bonaerense, sugiere a sus laderos discutir una estrategia quirúrgica y precisa en el distrito más poblado del país frente a la irrupción del fenómeno libertario de Javier Milei. Como corre el sistema de una vuelta en esa elección, la chance de que Milei se consolide como tercera fuerza en la provincia pone en riesgo la posibilidad de que JxC le arrebate a Cristina Kirchner su bastión. Es que los comicios bonaerenses a gobernador se ganan por un voto en las generales de octubre. No hay ballottage. “La gran cantidad de candidatos nos afecta”, concuerdan.
Tanto Sanz como Pichetto saben que gobernar el país e impulsar reformas económicas sin tener el poder en la provincia de Buenos Aires será muy dificultoso para una eventual nueva administración nacional de JxC.
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