Mauricio Macri regresa al país y evita mediar en el conflicto entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich
El expresidente se mantendrá prescindente, sin inmiscuirse para ordenar la interna entre el jefe de gobierno porteño y la titular de Pro; el mensaje que bajó a legisladores y referentes del espacio
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Lejos de disiparse, las tensiones entre las distintas ramas internas de Pro tienden a acentuarse con el correr de los días. La crisis que desató hace dos semanas en el partido fundado por Mauricio Macri el operativo de seguridad que había montado la Ciudad frente al departamento de Cristina Kirchner, en Recoleta, terminó de resquebrajar el vínculo entre el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y Patricia Bullrich, titular de Pro. Las diferencias entre los dos principales referentes del macrismo que aspiran a competir por la sucesión de Alberto Fernández son cada vez más profundas y exceden la polémica en torno al repliegue de la policía porteña o el control de la calle. Es que Larreta y Bullrich no solo discrepan sobre cuál debe ser la estrategia para recuperar el poder nacional en 2023, sino que difieren en cómo deben resolver los problemas estructurales de la economía y ofrecer una alternativa superadora a la experiencia de Cambiemos. La espuma bajó después del affaire por el retiro de las vallas en Juncal y Uruguay, pero, más allá de los contactos entre bullrichistas y larretistas tras el estallido del conflicto, no hubo sondeos para lograr una tregua o consensuar reglas de competencia. “Hoy está todo roto”, reconoce uno de los referentes del espacio que participó del último cónclave de Pro en Costa Salguero.
Pese a que Pro atravesó una de las peores semanas desde que dejó el poder en diciembre de 2019, Macri, quien regresará hoy al país tras una breve estadía en Ruanda, adonde viajó para cumplir con actividades vinculadas a su rol como titular de la Fundación FIFA, pretende mantenerse prescindente en el conflicto entre Larreta y Bullrich. Como ocurrió en el almuerzo del martes pasado en Happening, hace equilibrio y conserva una actitud “salomónica” frente a la escalada interna. Su idea, dicen cerca del expresidente, es sobrevolar la pelea entre sus herederos. “Macri es claro: no controla ni a Patricia ni a Horacio. No va a mediar. Cree que los dos deben exponer lo que piensan en público y después decidirá la sociedad [en las PASO]”, comenta uno de los dirigentes de confianza del exjefe del Estado.
Si bien rehúye a mediar entre Larreta y Bullrich, Macri activó su celular durante su visita a Ruanda para bajarles un mensaje a legisladores y referentes del espacio, después del enfrentamiento verbal entre el ala dura y el sector moderado de Pro por el operativo de seguridad en Recoleta. En concreto, les pidió que discutan sus diferencias con “respeto” y “altura”. A sabiendas de que cada pelea pública de la oposición erosiona la imagen de la fuerza en la antesala de las elecciones y frente al creciente malestar social con la clase dirigente por la crisis, Macri reforzó sus contactos reservados con referentes de la UCR, la CC y Encuentro Republicano Federal, el espacio de Miguel Ángel Pichetto, para lograr una mayor cohesión interna y evitar una fractura que complique las chances de la coalición opositora en 2023. En cambio, en un sector del radicalismo lo acusan de haber dividido al Pro y tensionar el vínculo con sus socios en JxC para acumular capital político y recuperar el protagonismo en la oposición.
La prioridad de Macri, insisten cerca del fundador de Pro, es influir en el debate en torno al plan de gobierno que presentará JxC de cara a los próximos comicios. “El resultante de la discusión debe ser el programa. Y las personalidades de los candidatos se dirimirán en las PASO”, desliza uno de los laderos del exmandatario.
Mientras Larreta y Bullrich se sacan chispas en la carrera presidencial, Macri mantiene la incógnita sobre su futuro político. ¿Acaso fomenta con sigilo esa confrontación para condicionar a sus herederos y mostrarse como el único capaz de ordenar la interna de Pro con una candidatura? Eso sospechan varios laderos de Bullrich y de Larreta. Sin embargo, quienes visitaron a Macri en sus oficinas de Olivos durante las últimas semanas notaron señales ambiguas del expresidente. Por un lado, se muestra inmiscuido al detalle en temas vinculados a la elaboración del plan de gobierno para 2023 o el armado en el interior, como si supiera que podría ser de la partida en los próximos comicios y se estuviera preparando para competir. Y, por otro, deja trascender que no tiene deseos de volver a la Casa Rosada, no solo por motivos familiares -públicamente reconoció que Juliana Awada, su esposa, se opone a la idea-, sino porque presume que encontraría resistencias entre sus socios, sobre todo de la UCR, para impulsar reformas estructurales de la economía y realizar un “cambio profundo”.
En el entorno de Macri miran con desconfianza el intento de un sector del kirchnerismo de generar instancias de diálogo entre el oficialismo y la oposición tras el atentado contra la vicepresidenta Cristina Kirchner. La Casa Rosada, anticipó el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, propone un “debate con opositores, sindicalistas y empresarios para reencauzar la convivencia democrática”. Horas antes, Andrés “el Cuervo” Larroque, uno de los líderes de La Cámpora y funcionario de Axel Kicillof, había abogado por “abrir canales de entendimiento” con JxC.
Cerca del exmandatario consideran que el Presidente y los referentes del kirchnerismo optaron por “fanatizarse” y hacer una “utilización partidaria” del hecho en lugar de enviar señales para “pacificar”. Por eso, colaboradores de Macri -quien repudió el ataque apenas se virilizaron las imágenes de Fernando Sabag Montiel gatillando un arma a centímetros del rostro de Cristina Kirchner- descreen que la Casa Rosada busque tender puentes con JxC para bajar los niveles de crispación y garantizar la paz social. “Ni siquiera lo planteamos como una hipótesis”, afirman. El domingo, en una carta que difundió a través de sus redes sociales, Macri aseguró que el kirchnerismo busca “iniciar una cacería de enemigos simbólicos” tras el atentado contra la vicepresidenta. Alertó, ante todo, sobre una “maniobra” del oficialismo para “alentar la persecución” contra la prensa y la Justicia.
En el larretismo comparten esa visión: “El Gobierno perdió una gran oportunidad para unir”, señala uno de los principales estrategas de Larreta.
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