Massera arroja sombras sobre Felipe González
Un sobrino de Fraga Iribarne pidió informes sobre una supuesta reunión
Eduardo Emilio Massera ha puesto en situación embarazosa al ex jefe de gobierno socialista español Felipe González, con quien, al parecer, se reunió en los años de la dictadura sin que éste le preguntara por las víctimas de la represión.
José María Robles Fraga, portavoz del Partido Popular en temas de política internacional, le pidió ayer a González que acudiera ante el juez Baltasar Garzón para explicar aquellos encuentros.
"Convendría que Felipe González aclarara ante la opinión pública el contenido de sus conversaciones con el entonces almirante Massera y si se interesó o no por los desaparecidos españoles, así como si piensa en declarar en la causa abierta por el juez Garzón", dijo Robles, quien es sobrino del ex ministro franquista Manuel Fraga Iribarne.
Sería "bastante grave" que no se hubiera interesado, agregó Robles Fraga arrojando sospechas sobre la conducta del ex jefe de gobierno. González "debería dar una explicación convincente con relación a sus contactos con uno de los militares más duros de la dictadura argentina, sobre todo después de la campaña de desprestigio organizada por el PSOE contra el fiscal general del Estado (Jesús Cardenal) y el fiscal jefe de la Audiencia Nacional (Eduardo Fungairiño)", concluyó.
Según la periodista argentina Olga Wornat, que el martes último testificó en la Cámara Federal (en Buenos Aires), Massera le confió hace años que se entrevistó con González en varias ocasiones, presumiblemente en España, pero que éste nunca inquirió por la suerte de cientos de desaparecidos españoles que ahora investiga Garzón. González sólo le preguntó por la familia Bettini, algunos de cuyos miembros, le dijo el jefe militar, eran terroristas y rodeaban al jefe del gobierno español.
La hija de Bettini, que hace unos días testificó ante Garzón, fue secretaria privada de González, y un hermano de ella trabajó con el defensor del pueblo durante un tiempo. Ese trato distinguido nunca fue explicado, a pesar de que por entonces, en España vivían decenas de miles de exiliados argentinos.
Según grupos de izquierda consultados ayer por este corresponsal, la explicación estaría en las presuntas relaciones de los Bettini con el industrial David Graiver, a quien se atribuyen vínculos económicos con la socialdemocracia italiana y, en particular, con Bettino Craxi, que hoy, prófugo de la Justicia, reside en la localidad tunecina de Hammamet.
Craxi fue uno de los mentores de Felipe González. A pesar de haber caído en desgracia en su propio partido y de estar prófugo de los jueces del "mani pulite", que lo reclaman, González lo elogió públicamente el año pasado, durante un viaje a Italia, lo que resultó más que sorprendente.
Las fuentes citadas señalaron que Massera, que negoció en París a fines de los años setenta con la cúpula montonera para formar un partido político propio, pretendió contar también con el aval de González para que el nuevo partido (por la Democracia Social) formara parte de la Internacional Socialista.
Socios y adversarios
En la gestión de dicho partido, que terminó naufragando, Massera contó con un grupo de antiguos montoneros que, detenidos y torturados en la ESMA, se pasaron a las filas del almirante con armas y bagajes.
En Madrid y en otras capitales dispusieron de locales y fondos con los que comenzaron un trabajo proselitista que no prosperó. Algunos de aquellos montoneros siguen en Europa, en especial en medios de comunicación y, según algunos testimonios no probados, se mantienen vinculados con Massera, con quien compartirían una cuenta bancaria en Suiza.
Mientras que Felipe González y los socialistas manifestaron siempre un vivo y continuo interés por las víctimas de la represión en Chile, no ocurrió lo mismo con las víctimas argentinas. Sólo ahora, cuando el juicio que instruye Garzón molesta visiblemente al gobierno conservador, los socialistas se han decidido a preguntar por los que murieron en la Argentina.
Scilingo acusó a Garzón por tercera vez
MADRID (Especial).- Adolfo Scilingo ha vuelto a denunciar ante las autoridades judiciales españolas al juez Baltasar Garzón. Es la tercera vez que lo hace.
La primera fue por prevaricato, el 3 del actual. La segunda, por un supuesto delito contra la integridad moral, el último 10. En esta oportunidad la denuncia ha sido motivada por un problema de procedimiento: el juez habría dispuesto que se informara a los querellantes sobre las actividades y movimientos de Scilingo, que se encuentra en libertad provisional, y algunos querellantes aprovecharon la información para acudir al hostal donde se aloja el ex oficial de la Armada e insultarlo.
La nueva denuncia involucra al abogado argentino Carlos Slepoy Prada, uno de cuyos familiares, Natalia Slepoy Benítez, según la denuncia, fue detenida por la policía cuando la agredían. Scilingo alega que sus movimientos "son informados por el propio juez a quienes en reiteradas oportunidades me han agredido".
Además, sostiene que el hecho de revelar sus actividades vulnera su intimidad y constituye "un nuevo abuso por parte del juez contra mi integridad física y moral".
Scilingo está molesto desde que el juez lo puso en libertad condicional pero sin concederle el estatuto de testigo arrepentido. Se sabe que Garzón lo pidió, pero que el gobierno, enemigo acérrimo del juicio y presionado por el gobierno argentino, se lo negó.
Por otro lado, entre los abogados no hay muchas esperanzas de que el juicio no vaya a morir, en cualquier momento, en una instancia jurídica superior.
Mientras tanto, Scilingo se debate como puede para poder subir a un avión y volver a la Argentina.
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