Massa: "Gracias por soñar que otro país es posible"
El intendente de Tigre cerró su campaña con un discurso cargado de referencias al futuro y a la unidad nacional
Los militantes sabían que se venía el final y gritaban más. Sergio Massa ya les había pedido humildad en el triunfo y respeto a sus adversarios. Pero quería decírselo otra vez, repetirles que iban a ganar. "Gracias por el apoyo, gracias por el esfuerzo, gracias por soñar que otro país es posible", los arengó. Para cuando intentó la última frase, en medio de una lluvia de papelitos rojos y amarillos, la ovación lo tapó todo. "Hasta la victoria", gritó. Ya no importaba.
El intendente de Tigre y primer candidato a diputado del Frente Renovador se movió con la misma confianza después de bajar del escenario montado en el microestadio de la sede Pacheco de la UTN, en Tigre, mientras entraba a la carpa VIP donde lo esperaban intendentes, candidatos y alguno que otro famoso. "No tengo ninguna duda: el domingo ganamos", dijo a LA NACION.
Acababa de cerrar la campaña con un discurso en el que repasó una docena de propuestas legislativas y agradeció el esfuerzo de militantes y dirigentes, pero que guardó lo más fuerte para el final, cuando abrió las puertas de su partido a "peronistas, radicales y vecinalistas". Les recordó a sus rivales la "lección" de preferir las "propuestas al agravio" y, sobre todo, empezó a apuntar a "ese otro país", donde "es más importante el futuro que el pasado".
No hizo falta aclarar a qué otro país se refería ni a quién criticaba. Tampoco que llevaba varios minutos sin hablar de la provincia, y que, en cambio, sus consignas iban dedicadas a "la Argentina del futuro".
El microestadio de Pacheco, fiel al estilo massista, estaba cubierto por paneles negros, sobre los que se repetía, en amarillo y rojo, el símbolo "+a". Los globos, en esos mismos colores, agitados por los militantes, más la prédica al estilo NBA del locutor, completaban un clima más de recital de rock que de un acto del PJ.
Con una potente guitarra eléctrica de fondo, Massa subió al escenario a las corridas, seguido por su mujer, Malena Galmarini, y dos cámaras que filmaban cada paso que daba. Cuando intentó saludar, unas trompetas bien peronistas, desde el fondo, comenzaron a entonar el Himno. La gente las siguió, coreando sólo la "o", como en los partidos de la selección. Massa terminó haciendo pucheros.
"Se me vinieron los cuatro meses de campaña encima. Capaz que no se dan cuenta ustedes, pero lo que logramos es increíble. Para nosotros fue muy pesado, fue muy fuerte. Nos bancamos muchas cosas muy duras", dijo, después, a LA NACION.
Cuando pudo empezar a hablar, Massa dedicó cinco de los 20 minutos de su discurso a agradecer. "También a los que nos agredieron", señaló, antes de comenzar a repasar las principales propuestas del Frente Renovador: los proyectos de empleo joven, de reforma del Indec, de lucha contra el narcotráfico, de creación de policías municipales y descentralización de la Justicia, entre otros.
De un lado del escenario, lo escuchaban los 20 intendentes del frente y, más cerca, los primeros doce candidatos a diputados nacionales. Del otro lado, una tribuna albergaba a los candidatos provinciales.
Cuando dejó de pensar en la elección del domingo y empezó a hablar de la carrera que comienza el 28 de octubre, Massa convocó a la unidad y abrió su frente a peronistas, radicales y vecinalistas que quieran "dejar de discutir la historia y empezar a construir el futuro, aprendiendo de los errores del pasado".
Fue también cuando recordó el abrazo entre Perón y Balbín; citó a Arturo Frondizi y su pedido de "extirpar el odio de la Argentina", y al papa Francisco y su llamado a la "unidad en la diversidad".
"Yo quiero, por último, convocar a todos aquellos que tienen responsabilidad política a que aprendamos la lección de que es mejor la propuesta que el agravio", fue el pase de facturas que, vestido de súplica, les enrostró a sus rivales, sobre el final.
En el mismo tono les pidió a sus militantes que "el domingo, cuando termine la elección, le den la mano al que tienen enfrente y lo inviten a soñar con un país mejor".
La lluvia de papelitos estaba cerca. La gente gritaba más. La que lloraba, ahora, era Malena, abrazada y escondida detrás de la espalda de Massa. "Llegamos enteros", le dijo.
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