Massa empuja al Fondo para llegar, mientras el ascenso de Milei ya preocupa en Estados Unidos
En el Ministerio de Economía buscan transitar el “segundo trimestre” en tranquilidad; en EE.UU. se instaló la idea de que la elección está abierta a cualquier escenario
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WASHINGTON.- La Argentina ingresó en cuatro meses de incertidumbre y tensión extremas hasta las primarias, un período inédito en el que se entrecruzan la campaña presidencial, la puja de poder en el oficialismo y en la oposición, la crisis económica –agravada por la sequía– y, ahora, una nueva negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el último salvavidas que le queda a la Casa Rosada. Un cóctel nuclear. Sin tiempo, y con el “puente” que Alberto Fernández le pidió a Joe Biden como última opción para sostener la economía, los interrogantes en Estados Unidos sobre el país son políticos: cómo llegarán las coaliciones a los comicios, quiénes serán candidatos, y quién liderará, eventualmente, el próximo gobierno. Un nombre irrumpió en Washington, rompiendo el horizonte: Javier Milei.
“El momento es político. Si después de las elecciones viene algo moderado, el potencial es enorme y hay viento de cola”, evaluó un ejecutivo de un fondo de Wall Street, muy metido con la Argentina. “Lo que complica todo es Milei –siguió–, genera mucha incertidumbre, puede llegar y rompe todo.”.
La irrupción de Milei en las conversaciones que hubo sobre la Argentina esta semana en Washington, donde se congregaron funcionarios, inversores y analistas de todo el mundo para las Reuniones de Primavera del Fondo y el Banco Mundial, instaló la noción de que, como está el país, cualquier escenario es posible, incluso una victoria de Milei que lo lleve al sillón de Rivadavia. Un escenario en particular genera inquietud: una eventual derrota del peronismo que lo deje afuera de una segunda vuelta, y abra un período de caos político o institucional hasta que llegue el cambio de gobierno en diciembre.
“Si la economía empeora mucho, parece que todo es posible en las elecciones. O, si el gobierno se vuelve tan impopular que un peronista no puede llegar a la segunda vuelta, todo es posible”, remarcó Benjamin Gedan, director del programa para América latina del Wilson Center.
En Estados Unidos, la escalada de Milei sorprende y preocupa. Algunos lo comparan con Donald Trump. América latina tuvo varios focos de inestabilidad en los últimos años, y la irrupción de figuras rupturistas suma imprevisibilidad, a la que Washington es poco afecta. Gedan recordó los últimos experimentos en Perú y Brasil, y dijo que, dado el drama político en la región, “hay poco apetito por otro presidente outsider sin experiencia en liderazgo y con una agenda política divisiva”.
“El caos político en la Argentina no es del interés de Estados Unidos”, agregó Gedan.
El gobierno de Biden ve al país como un socio estratégico en la región que puede aportar gas, litio y alimentos a un mundo aún convulsionado por la guerra en Ucrania, una mirada compartida por el Gobierno.
Otra inquietud es una fractura en el Frente de Todos, o en Juntos por el Cambio. Un economista de la oposición que viajó y tuvo reuniones en Estados Unidos esta semana trató de calmar ansiedades por las peleas en el frente opositor. “La interna de Juntos por el Cambio no va a explotar, están peleando poder. Es un poco descarnada porque están peleando poder y liderazgo, eso pasa en todos los partidos políticos del mundo, pero hay un sentido de responsabilidad colectiva”, indicó. Pero en Estados Unidos hay quienes ven una batalla de egos por momentos desbordada que solo suma incertidumbre, y favorece a Milei.
Con ese trasfondo político, Sergio Massa llegó a Washington con la doble misión de buscar más dólares para bajar los decibeles de la crisis y empujar, una vez más, los límites del Fondo. El objetivo es llegar. Punto. Lejos quedó la expectativa planteada en su primer viaje como ministro a Estados Unidos, a mediados del año anterior, luego de la caótica renuncia de Martín Guzmán y el breve interinato de Silvina Batakis, de tener a fin de año una inflación de alrededor del 2 % mensual. Ahora, Massa y su equipo cuentan cada dólar, y solo parecen aspirar a que la economía no se rompa más. Las ambiciones oficiales y las metas con el Fondo se han movido a la par, siempre hacia abajo, al igual que las posibilidades de Massa de competir, aunque mantiene una ambigüedad estratégica. La nueva negociación con el Fondo, forzada por la crisis, es la última bala. Resignado, el Fondo acompaña con exigencias minimalistas, a la espera, también, de quién será la persona que viaje a Washington a negociar el próximo programa.
A la par de esas discusiones, Massa buscó todos los dólares que pudo en cada lugar que pudo, moviéndose con la habitual intensidad de sus giras por el norte. La imperiosa necesidad del oficialismo por contener el dólar lo llevó incluso a evaluar una movida indigerible para el kirchnerismo de paladar negro: emitir nuevos bonos en dólares, con garantías de organismos internacionales. Así como Macri hablaba del “segundo semestre”, en el equipo económico hablan del “segundo trimestre”. El objetivo: recorrer los próximos meses con la mayor tranquilidad posible. La estabilización quedará para quién venga después.
Los cálculos más pesimistas hablan de que este año la Argentina sufrirá la peor recesión desde la crisis financiera global, en 2009, con una inflación bien arriba del 100% anual. Pero quienes miran más allá de la elección ofrecen una dosis de optimismo. El fin de La Niña, el gasoducto Néstor Kirchner, y la maduración de inversiones en Vaca Muerta y el avance del litio –en Economía creen que la Argentina puede llegar a ser el segundo exportador mundial en siete años– abren perspectivas promisorias. Los próximos meses definirán cómo se desata el nudo político actual, y a quién le toca surfear ese viento de cola para arreglar la economía.
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