Más que ser el origen, el país sufrirá el impacto de la crisis global
Varias veces, cuando hay determinados cambios en el contexto, tendemos a focalizarnos en un caso particular para justificar un cambio de tendencia y humor en la situación financiera internacional . En estos días, tuvimos simultáneamente en varios países emergentes devaluaciones de sus monedas y caídas de los precios de sus acciones y bonos. Se menciona un efecto contagio a partir de lo sucedido en la Argentina, Turquía, Sudáfrica o Indonesia, según el dictamen del analista de que se trate.
Lo cierto es que estamos en un mundo interconectado que se ha beneficiado de ello, pero que también lo hace vulnerable a la transmisión de movimientos entre sus partes. Una devaluación en un país influye sobre su comercio exterior y los movimientos de capitales. Las ventas de uno son contrapartida de las salidas de otros. Una alteración de precios en el comercio exterior, asociada a movimientos de tipos de cambio, repercute en la competitividad, el poder adquisitivo, el empleo y el consumo de varios países, y este fenómeno tiende a propagarse.
Movimientos similares ocurren en diversos órdenes, tales como precios de activos comparativos entre países o sus tasas reales de interés. En definitiva, hay un reacomodamiento generalizado que puede y resulta más favorable para unos que para otros. Todo ello no significa que se pueden ignorar los cambios de contexto externo que afectan realidades correspondientes a distintos países, ni sus manejos y fortalezas o vulnerabilidades, ni su peso relativo y conexión con otros.
Pero resulta exagerado pensar que la actual crisis cambiaria está influyendo decisivamente en la situación de otros países emergentes. En todo caso, podría resultar en sentido inverso, como ya ha sucedido en otras oportunidades. En la crisis de 2001, la devaluación en la Argentina sucedió poco después de la que llevó adelante Turquía. De todos modos, el caso argentino no deja de tener significación en ciertas situaciones, como las valuaciones de compañías españolas con tenencias importantes en nuestro país.
Estamos frente a cambios de contexto internacional. Podemos mencionar, en ese sentido, los explicados por debilidades pasadas y esperadas en los mercados de materias primas, la menor expansión monetaria de Estados Unidos, que, en consecuencia, se derrama menos al resto del mundo.
Además, estamos en un ambiente de principios de superación de la crisis económica en países desarrollados y de una desaceleración en el crecimiento de China, la que había explicado la más relevante fuente de demanda mundial. Ello redunda en menores ingresos para los productores de materias primas y una desaceleración del flujo de capitales hacia los países emergentes.
El caso particular de la Argentina es uno donde se viene de acumular una serie de desequilibrios propios que se habían reflejado en una apreciación real de su moneda, aumentos en la tasa de inflación -aun con determinados precios relativos que se atrasaban significativamente-, expansión extraordinaria de su gasto público y salida de capitales en un ambiente de discutida confianza. Esto dio pie a una serie de correcciones, que probablemente no hayan terminado. Sin embargo, su peso es menor y con tendencia declinante tanto en el comercio internacional como en los movimientos de capitales.
Cuando se observa la situación de otros países y sus interrelaciones en materia comercial y financiera, en lo que a ellos atañe, no sólo difieren sus cuentas, sino también su armado, de manera que pueden adaptarse a los cambios de circunstancias. Esta combinación redunda en diversos grados de vulnerabilidad a los mismos y potencial para superar adversidades. Por ejemplo, tanto Turquía como la India vienen de años de acumulación de significativos déficits en la cuenta corriente de balanza de pagos y fiscales, que explican devaluaciones de sus monedas de 26 y 17% entre mayo 2013 y la actualidad, respectivamente. Ambos, en un ambiente de inflación relativamente menor.
También es de notar que ambos cuentan con mercados de consumo profundos y una amplia red de acceso a financiamiento que permite atemperar los efectos. Tanto Turquía como Brasil están en un ciclo de aumentos de tasas de interés que busca corregir y financiar sus déficits de cuenta corriente externa.
Nótese que Brasil enfrenta esta situación habiendo acumulado reservas internacionales por US$ 375.000 millones. En las condiciones actuales, una devaluación de su moneda, que había venido apreciándose fuertemente desde 2003, expone especialmente a la Argentina a recibir los efectos de un contagio.
lanacionarEl autor es director de Quantum Finanzas
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