Más comercio entre las naciones para un mundo convulsionado
El acuerdo recientemente alcanzado entre el Mercosur y la Unión Europea es un significativo avance para la Argentina, que abre múltiples oportunidades para la economía nacional. Pero este logro no debe hacer olvidar que nuestro país tiene una enorme tarea por delante en materia de integración y que el mundo actual presenta importantes desafíos.
En épocas pasadas, gran parte de la producción de los países era generada por el sector primario, y consecuentemente la tierra era el activo más valorado. Eran tiempos de la fisiocracia -doctrina que postulaba que la riqueza provenía de la explotación de los recursos naturales- y las guerras tenían como un objetivo central la ocupación de territorios. Posteriormente, cuando el perfil productivo de los países se fue diversificando y el acceso a nuevos consumidores adquirió mayor valor, la conquista de mercados cobró relevancia como factor explicativo de los conflictos entre naciones. En el presente, cuando la tecnología y el conocimiento adquieren día a día más significación -que previsiblemente crecerá en el futuro de manera exponencial, de la mano de la inteligencia artificial y otros adelantos-, las disputas por el dominio de los avances tecnológicos ganan espacio. En cuanto a las armas empleadas, aunque los enfrentamientos físicos lamentablemente persisten -con sus nefastas consecuencias en materia de pérdida de vidas humanas y de destrucción material-, las herramientas de política comercial (aranceles, cuotas de importación y barreras paraarancelarias) son frecuentemente utilizadas.
Tener en cuenta lo anterior ayuda a comprender mejor el actual conflicto entre Estados Unidos y China, en el que la disputa por el control de nuevas tecnologías de comunicaciones ocupa un lugar central y en el que la política comercial (con la imposición de multimillonarios aranceles) desempeña un rol clave.
En un mundo agitado por estos desencuentros, y en el que las tendencias proteccionistas están a la orden del día, nuestro país debe recordar más que nunca los beneficios del intercambio internacional. Es sabido que la Argentina es una de las naciones más cerradas de globo, según se desprende de la relación entre el comercio exterior de bienes y servicios y el producto bruto interno. Esto priva a la economía local de diversos beneficios, lo que mina nuestras posibilidades de desarrollo y limita el acceso de nuestra población a mejores estándares de vida. A modo de ejemplo, puede mencionarse que un incremento de las exportaciones posibilitaría un mejor aprovechamiento de la escala en los procesos productivos (hoy limitado por el reducido tamaño del mercado interno), a la par que mayores importaciones incrementarían la competencia, en beneficio de los consumidores finales y de las empresas que utilizan bienes de capital o insumos importados (o de producción nacional con sustitutos importados).
Con lo anterior en mente, en la coyuntura actual resulta conveniente para la Argentina redoblar los esfuerzos en pos de una mayor inserción internacional. En particular, nuestro país debería operar en dos planos: por un lado, en el marco del reciente acuerdo con la Unión Europea, profundizar la integración con sus socios del Mercosur; por otro, defender el multilateralismo en el plano internacional.
En cuanto al primer punto, es sabido que persisten relevantes limitaciones al libre movimiento de bienes y personas dentro del bloque regional. Sin desestimar la posibilidad de contar con una moneda común en el largo plazo, de momento los esfuerzos deberían concentrarse en la eliminación de asimetrías arancelarias y paraarancelarias, entre otras, para que el Mercosur sea un auténtico mercado común. En lo que respecta al multilateralismo -desafiado por un bilateralismo en ciernes-, este debe ser defendido y promovido, particularmente a través de la acción de la Organización Mundial del Comercio, institución clave para el desarrollo del intercambio exterior a nivel global.
En definitiva, en un mundo incierto y convulsionado, en el que la tentación proteccionista amenaza con expandirse, la Argentina debe apostar al desarrollo de su comercio exterior, herramienta de insustituible valor para su progreso económico y social.
Presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC)
Jorge Di Fiori
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