Más cerca de Máximo Kirchner, Juan Grabois inquieta a la Casa Rosada
La aparición del referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) en el acampe piquetero de la 9 de Julio desconcertó al albertismo; ya se había opuesto al pacto con el FMI
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Como si las 48 horas de acampe piquetero frente al Ministerio de Desarrollo Social no resultaban suficientes para incomodar al Gobierno, fue grande la sorpresa de los funcionarios cuando observaron por televisión una imagen que les provocó más inquietud aún: mostraba a Juan Grabois, el dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), entre las carpas que copaban la avenida 9 de Julio. “Mi obligación como militante social es acompañar la lucha de los humildes”, fueron las palabras del dirigente cercano a Máximo Kirchner, mientras era escoltado por el líder del Polo Obrero, Eduardo Belliboni.
La inesperada aparición de Grabois en la protesta de la izquierda trotskista no fue un gesto aislado. Su “solidaridad” con los reclamos de la Unidad Piquetera fue el corolario de una serie de movimientos que comenzó a principios de marzo, con la oposición pública al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Un rechazo que se tradujo en la negativa de los tres diputados nacionales que integran su organización política, el Frente Patria Grande, a acompañar el proyecto enviado al Congreso por el ministro de Economía, Martín Guzmán.
“Yo soy parte del Frente de Todos, de eso que no quede ninguna duda”, se atajó Grabois durante una conferencia de prensa improvisada frente a la cartera que conduce Juan Zabaleta. Sin embargo, hace tiempo que el dirigente cercano al papa Francisco sostiene un pronóstico: a su entender, resultaría inevitable un reacomodamiento de fuerzas dentro del Frente de Todos de cara a las elecciones de 2023. Un escenario que las tensiones al interior de la coalición oficialista desatadas a partir del entendimiento entre Alberto Fernández y el organismo dirigido por Kristalina Georgieva, parecen haber comenzado a volcar en la realidad.
En ese marco, tampoco parece haber sido casual la presencia de Grabois en la ex-Esma, el pasado 24 de marzo, para conmemorar el Día de la Memoria. Es que aunque su espacio político marchó a Plaza de Mayo por separado, el dirigente acompañó la convocatoria que realizó La Cámpora y se mostró junto a Máximo Kirchner, a quien calificó como “un hombre bueno, de corazón puro”. Con el correr de la gestión, el lazo entre ambos se volvió estrecho y se lo puede notar en el Congreso, a partir de la relación que el diputado Itai Hagman supo construir con el hijo vicepresidencial.
Sucede que el líder de la organización que por estas horas más incomoda al Presidente es una de las figuras que, a consideración de Grabois, tendría por delante “la responsabilidad histórica de construir una corriente propia, que tenga un programa de reforma social, política, judicial, profundamente transformadora”.
En ese sentido, si bien se encarga de remarcar que los separan distintas formas de concebir la política, eso no le impide encontrar en Kirchner una “sensibilidad generacional” compartida, alguien con quien considera que se puede hablar el mismo idioma. En esa sintonía también se encontrarían tanto el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, como el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro.
“Es mejor impulsar procesos que ocupar espacios”, es una de las frases papales con la que mejor se identifica. Una prédica bergogliana que tampoco es casual: sintetiza a la perfección la distinción que hace Grabois entre “lo social” y “lo político”. Una dinámica dual que expresa, a su vez, el papel que juega en el actual esquema del Frente de Todos. En última instancia, él no deja de verse a sí mismo como un “facilitador”, alguien que sabe conectar con esa “política tradicional”, a la que define como “muy hostil hacia los sectores populares”.
Quizás sea esa una de las razones detrás de la visita que protagonizó la semana que pasó a uno de los dos detenidos acusados de participar en los destrozos al despacho de Cristina Kirchner durante el debate del acuerdo con el FMI. Tras hacer un llamado a la “solidaridad” por el joven, a quien calificó como “un caído más de la cacería de brujas en la que hasta ahora sólo vemos gente pobre de piel marrón y trabajo precario”, Grabois finalizó uno de los párrafos del texto que publicó posteriormente con una definición desconcertante: “Jaru simpatiza con Cristina”.
“Es una enorme negligencia que el despacho de una autoridad política como la vicepresidenta quede desprotegido y a tiro de piedra de la cabecera de una marcha que expresa bronca y frustración”, agregó después, al tiempo que remarcó el “silencio” que a su entender “imperó” tras los incidentes.
Así y todo, en el horizonte político de Grabois, Cristina Kirchner ya no representaría un liderazgo para el futuro. Tampoco se siente representado por alguna de las alas preponderantes del Gobierno. “Juan no sería candidato a presidente contra Máximo o contra Axel. Pero si no hay una figura que exprese ese espacio, y las únicas candidaturas que hay son la de Alberto u otra, ahí perfectamente podría tener la posibilidad”, se encargan de analizar, con ambición política, cerca del dirigente al que miran con desconfianza en el albertismo.
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