Martín Insaurralde: el enviado del kirchnerismo que busca el milagro
El candidato a primer diputado por el oficialismo expone su historia y apuesta a volverse un personaje popular en su difícil misión de dejar bien parado al Gobierno en octubre
Martín Insaurralde corta, hace girar su BlackBerry en la mesa de madera y se estira relajado. Su equipo más íntimo espera sus repercusiones de la entrevista áspera que acaba de hacerle Luis Majul. Él les cuenta y Guillermo Viñuales, su jefe de campaña, le dice: "Es que el Consejo de Seguridad está con el tema y hoy Cristina está allá". A su lado, Víctor Matassi, de su gabinete, se suma: "Lo que pasa es que la política de Estados Unidos sobre la guerra...". Insaurralde, que los dejó seguir divertido, los corta con una carcajada. "¡Me preguntó por Cirio, ¿qué escuchan? No por Siria!" Me mira. "Escribilo, el equipo de Insaurralde se droga".
El equipo de Insaurralde se está acostumbrando a la nueva campaña . En el afán de hacerse conocido, el candidato apuesta a contar su vida. Juega al misterio con el supuesto romance con la modelo Jesica Cirio, da entrevistas como hace mucho tiempo no daba un kirchnerista en campaña, sigue estrategias de posicionamiento, agrava su sinusitis en un helicóptero que lo lleva a los pueblos más remotos de la provincia. Se asumió poco conocido y se ve obligado a convertirse en personaje. Debe volverse popular. Es un kirchnerista en el incómodo lugar de pelear de atrás. Busca la hazaña de revertir la derrota de las PASO, a manos de su ex amigo Sergio Massa. Increíblemente, tiene sobre él el peso de un gobierno.
En torno a la gran mesa del subsuelo de Bolívar 448 se prolonga la junta. Es un bunker moderno, con muebles que parecen de estreno y lleno de gigantografías de Perón y Eva, al que acaban de desembarcar. Se los prestó el intendente Julio Pereyra. Es el día de organizar las próximas semanas. Entre los hombres de su círculo de confianza (uno de ellos, el concejal que deberá sucederlo si Insaurralde asume como diputado) se repartieron las ocho secciones electorales, bien señaladas cada una con postits amarillos, en un inmenso mapa de la provincia de Buenos Aires. Está claro que son gente que conoce mucho mejor Lomas de Zamora que los pueblos que están apretando en una agenda súper exigente. Él, provocador, dice: "Y anotame que quiero ir al programa de la negra Vernaci. Ahí sí que voy a hablar de la guerra de Siria".
La campaña formal había empezado un día antes con un gran acto en su terruño, el municipio donde hace dos años ganó la intendencia con el 66% de los votos, intendencia que jura que va a dejar el 10 de diciembre.
Lunes 23. Lomas de Zamora. Las manos entrelazadas, Insaurralde juega con sus uñas. Se acomoda otra vez la camisa, perfectamente planchada, adentro del pantalón. Se toca la nariz. Está serio, en un rincón, pegado a la cortina negra del fondo del escenario. Parece abstraído en medio de un mundo de gente. Más de 80 intendentes, funcionarios, candidatos, se amontonan muy cerca. Hasta hace un minuto, estaba parado a su lado, un escalón más abajo, Daniel Scioli. "¿Viste la bandera?", le dijo el gobernador arqueando las cejas y ladeando la cabeza. Es un enorme Insaurralde de cara más redonda, con idéntica camisa celeste clarito y saco azul. Scioli ya salió a la cancha con el estallido de la marcha peronista. Él espera su turno. Este Insaurralde parece más chiquito que el de la televisión o los miles de afiches. Es una noche muy fría. Un video habla de "Lo más lindo" y suena una canción sabinesca ("Que lo más increíble que te pasa no tenga vergüenza/ que la vergüenza se tenga a sí misma..."); se proyectan Insaurraldes sonrientes. De repente todo se pone negro. "¿Qué viene ahora, Mick Jagger?", dice él cuando un haz de luz viene a buscarlo. Toma aire. Irguiéndose, se lanza escalones abajo. "Gracias a todos". El candidato hablará de seguridad, apuntará como nunca contra Massa, le reclamará debatir, se quejará de "la política de marketing". Sabe bien su discurso. Lo practicó la tarde anterior. "Poné tu verdadera voz", cuenta que le dijo su hijo Rodrigo.
Después, el camino a la sede municipal, enfrente, es un caos. Paradoja de campaña: en los empujones le roban el celular del bolsillo a Juliana Di Tullio, número dos de la lista y su "novia de la política", dice Insaurralde. En su despacho hay unos pocos. Su familia, Scioli, Di Tullio, Diego Bossio, Eduardo "Wado" De Pedro... Pasadas las 21, en la oscuridad del garaje trasero, Insaurralde y Scioli se suben a un auto todavía más oscuro que los llevará, a ellos dos solos, a comer y a hacer su balance del día. La campaña oficial echó a rodar.
Martes 24. Casa Rosada. El jefe de gabinete, Juan Abal Medina, los primeros botones de la camisa abiertos, se toma un cortado en jarrito con mucha espuma; Insaurralde, prolijo en lo que come y toma, un té. Esperan a los demás. El candidato dejó a su equipo en Bolívar 448 y llegó a Balcarce 50 acompañado sólo por Belu, su secretaria, que quedó en la antesala. Ella es su auténtica marca personal. Carga en su cartera una agenda que está por reventar, los pañuelos de papel y la botellita de agua del jefe. En la mano, siempre dos teléfonos.
Por la ciudad, andan en una gran combi blanca, que tiene colgadas al fondo cinco camisas, un traje en una bolsa de tintorería y un saco de paño marrón. Insaurralde, con los pies en el asiento de adelante, pone una canción de No te va Gustar, la banda uruguaya de la que se volvió fanático. Dice que es la cortina musical "privada" de la campaña. Cuando la combi llega a la explanada, mueve la perilla y apaga la música. Entra a la Casa de Gobierno con familiaridad, subiendo la escalera con tranco veloz.
Con la Presidenta en Estados Unidos, hay un clima relajado en el primer piso de la Casa Rosada. Al despacho de Abal Medina van llegando, uno a uno, dirigentes de La Cámpora, encabezados por Wado y Andrés "Cuervo" Larroque. A puertas cerradas, hablan de la prensa, del acto, de cómo seguir. Se muestran llamativamente tranquilos, pese a las encuestas que dicen que Massa se despega. En la antesala, espera el senador Miguel Picheto, con un portafolios y una bolsa de cartón, bajo la gran lámpara de caireles. No vino para esa reunión, sino para ver a Abal, pero ya que está, lo hacen pasar. "Señores, el jefe de bloque", lo anuncia gracioso el jefe de Gabinete.
Cuando la Presidenta está en el país, cuenta Insaurralde, hablan día por medio y a veces, todos los días. En general, dice que él espera su llamada. Con Abal, el contacto es diario.
El último en llegar es el especialista, el publicista Ernesto Savaglio. Trabajó para Scioli, que lo acercó para repensar la campaña de Insaurralde. El es el nuevo hombre elegido para el marketing del milagro.
Miércoles 23. San Nicolás. Insaurralde camina despacio, sonriente, callado, por un ancho pasillo. Camina y a ambos lados cientos de miles de personas se apretujan sobre las vallas de barrotes amarillos a medida que va avanzando. Aplauden, agitan banderas, vitorean; hay señoras que lloran de emoción. Son medio millón. Muchos pasaron la noche para este momento, pero ninguna para verlo a él. Quince metros atrás suyo, avanza la Virgen de San Nicolás. La peregrinación la encabezan 35 sacerdotes y el obispo Héctor Cardelli. Insaurralde, el intendente local y un grupito de funcionarios se ubicaron dentro de la procesión, entre los curas y la Virgen. "¿Me puedo sacar una foto con vos? Por favoooor", le grita desde el costado una chica que sorteó el vallado. El le dice que sí con un gesto discreto. Un sacerdote de los últimos de la fila mira sobre su hombro con fastidio.
"El obispo es amigo. Dice que no va a salir con nosotros, pero te va a recibir y saludar", le había anunciado a Insaurralde Andrés Quinteros, presidente del Concejo Deliberante de San Nicolás, en la combi camino a la basílica. "Está bien. No quiero nada protocolar", le contestó Insaurralde. Así fue. Cardelli tuvo una breve reunión con ellos en la casa parroquial antes de la procesión. "¿Venís a agradecer?", le preguntó. "Sí, yo estuve enfermo [tuvo cáncer]. Mis hermanas vinieron varias veces a pedir". "Si es así, te felicito", le contestó el obispo sin excesos de efusividad. Desde la foto de Insaurralde con Francisco que apareció empapelando paredes antes de las PASO, la relación con la Iglesia quedó resentida.
En este mundo de gente, el candidato pasa inadvertido para la mayoría, pero varios "¡Mirá, Insaurralde!" y "¡Fuerza, Martín!", alternan con un "¡Aguante Massa!" lejano y la infaltable referencia: "¡El novio de la Cirio!" A él y a los funcionarios los ubican delante de los fieles, en unas sillas de plástico negro. Con un rosario marrón entrelazado en su mano izquierda, Insaurralde sube a comulgar. Después de la misa, se acercan otra vez a pedirle fotos y un hombre susurra desde atrás: "Dios sabe lo que ustedes decían de la Iglesia". Mercedes, que pasó la noche ahí, en la primera fila lo sentencia: "Dios castiga sin palos y sin piedras. A los políticos, les saca votos". Sería un problema. A Insaurralde votos no le sobran.
Jueves 24. Necochea. El candidato sale al territorio por primera vez en una semana atípica, sin campaña en el conurbano. El puntiagudo Lear Jet LU-YMB aterriza en el aeródromo de Quequén y dirigentes locales, incluida una decena de señoras que parecen más bien groopies, lo rodean antes de que se levante la puerta. En Necochea el panorama es complicado. El intendente kirchnerista Horacio Tellechea fue destituido. Lo reemplaza José Luis Vidal, que paseó a Insaurralde por la ciudad, y lo llevó a ver el hospital y una fábrica recuperada donde envasan anchoas. Ahí, chapoteando en el agua descongelada, el candidato demostró que domina el arte de no responder preguntas incómodas. Y no sólo cuando se trata de temas duros para el Gobierno, como el Indec. En este viaje, fue el reclamo de autonomía de Quequén. "Todos los lugares de la provincia tienen derecho a solicitar su autonomía, pero me parece que primero tenemos que poner a Necochea de pie. Que hay prioridades. Recuperar a esta provincia de Buenos Aires como se viene recuperando con sus parques industriales, con su desendeudamiento... Por eso este gran compromiso".
De Necochea, Isaurralde voló a dos distritos más chicos, Lobería y San Cayetano. Seguirlo por tierra se complica y la marca personal se aleja.
Un día más tarde, la pregunta sobre la propiedad del helicóptero y el avión ofuscará al candidato, normalmente simpático y campechano. "Esa pregunta me parece una pelotudez. Yo no soy el jefe de campaña. Se alquilan, pero yo no me dedico a eso sino a proponer propuestas para mejorarles la vida a los bonaerenses."
El destino final del jueves era Miramar. En el aeródromo de la ciudad, a campo abierto, el viento frío pone a prueba el compromiso de los 15 dirigentes que vinieron a recibirlo. Está dos horas atrasado y el campeón olímpico Juan Curuchet, candidato a senador provincial, tiene tiempo para explicarles a sus compañeros, en detalle, cómo es la estrategia del ciclismo en equipos. "Todos en línea -extiende el brazo en diagonal-. Y van rotando..." Lo escuchan un rato, las camperas cerradas hasta arriba, y vuelven a resguardarse en los autos.
Insaurralde es un viejo conocido de Miramar. A los 20, fue uno de los dueños de dos boliches locales que fueron furor en los 90', In Touch y Boicot. Antes había sido tarjetero, cuando trabajaba de cadete en la petrolera Anadrill, para pagarse las vacaciones. Con tres de esos socios puso después un "lubricentro". Pasó por la facultad, pero dejó. Primero, medicina; después, ciencias económicas. Explica que se casó joven y que a los 26 ya tenía dos hijos. Su primera mujer es la hija del dirigente duhaldista Hugo Toledo, pero Insaurralde aclara que cuando la conoció ya militaba, que milita desde el colegio, siempre en el PJ, siempre en Lomas.
Jura que nunca probó drogas, que era deportista y que la noche no era lo que es hoy. No obstante, los programas nocturnos aún le divierten. Cambió las discos de Lomas por lugares como Gardiner y Tequila, espacios dilectos de la farándula porteña. Dicen que en campaña los abandonó.
En Miramar empieza a caer el sol cuando llegan, al unísono, varios mensajes de texto. El candidato no va a venir, no puede volar de noche, promete volver la semana próxima.
Viernes 27. Belgrano. Hoy no hay recorridas ni actos: es el día dedicado a filmar spots en el gran jardín lleno de plantas del estudio de Savaglio. La nueva campaña, con el lema MI, está centrada en la figura de Insaurralde y lo despega de la Presidenta. Van tres horas de filmación y hay que repetir la última toma. Para el recreo, Savaglio hace sonar "Ni comprometido, ni casado ni nada", el hit de Leo Dan. El candidato sonríe. Él, que jura que su objetivo es que la gente lo vote siendo él mismo, sincero, y no un producto del marketing, tiene ahora como publicista al mismo hombre que trabajó para Ricardo López Murphy, Techint, TN e incluso, hasta hace poco, a su gran rival, Sergio Massa.
Una agitada semana de campaña
Estuvo en San Nicolás y en Quequén, entre otros lugares
- Hora 65.
El avión que usa Insaurralde para ir a los destinos más lejanos de la provincia aterriza en al aeródromo de Quequén. - Hora 44.
Insaurralde recibe la comunión de manos del obispo de San Nicolás durante la misa por los 30 años de la aparición de la Virgen.
100 horas detrás de los candidatos
Marca Personal es una serie que apunta al corazón de la campaña. Busca ser un haz de luz sobre candidatos, de distintos partidos y provincias, con un seguimiento continuo de 100 horas, buscando traspasar la barrera de los spots y actos públicos.
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