Marina Walker: “Los Paradise Papers cuentan la historia de la diferencia entre el uno por ciento de la población y el resto del mundo”
La subdirectora del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación habló del rol del periodismo de investigación en el mundo actual
JOHANESBURGO.-“El periodismo tiene que mostrar lo que está oculto, lo que genera daño. Hacer periodismo de investigación es mostrar estructuras secretas que se quiere que la gente no vea, y que están generando un daño en la sociedad”, afirma Marina Walker, subdirectora del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), una red global de más de 200 periodistas de investigación en 70 países que colaboran en historias de investigación en profundidad, entre ellos, Panama Papers y Paradise Papers .
Nacida en la provincia de Mendoza, Walker sostiene que “el secretismo de los paraísos fiscales genera un conflicto de interés y un abuso moral”, y que en esos escondites operan traficantes de drogas y lavadores de fortunas, pero también “personalidades públicas que abusan de ese secretismo y sus beneficios, para poder hacer negocios que no harían en el mundo real”.
Protagonista de la Conferencia de la Red Global de Periodismo de Investigación (GIJN, por sus siglas en inglés), que se celebró en esta ciudad de Sudáfrica, Walker es uno de los rostros más visibles del Consorcio que el periodista estadounidense Chuck Lewis fundó en 1997. Por aquel entonces, ICIJ se lanzó como un proyecto de la ONG Center for Public Integrity, centrándose en cuestiones que no se detienen en las fronteras nacionales: evasión financiera, crimen transfronterizo, corrupción y fiscalización del poder. Y hoy es una referencia mundial cuando de periodismo de investigación se trata.
El trabajo de esta organización sin fines de lucro es sorprendente: Panama Papers, Paradise Papers, y más. Sus investigaciones sobre la economía global extraterritorial provocaron renuncias, arrestos y cambios de política en decenas de países, mientras que acumularon premio tras premio. El último, el Pulitzer.
-¿Cómo le explicaría los Paradise Papers a alguien que no es especialista?
-Se lo explicaría diciéndole que existen dos mundos muy distintos. Uno secreto, que es el que utilizan los ricos y poderosos, que está regulado por reglas que ellos mismo crean y adaptan; y otro mundo, que es en el que habitamos las personas normales, que pagamos impuestos y que seguimos muchas reglas. Esta desconexión ha creado una gran diferencia entre los súper ricos y poderosos, y el resto de nosotros. Y está en peligro no sólo nuestra economía, sino que también nuestra democracia. Los Paradise Papers cuentan la historia de la diferencia entre el uno por ciento de la población y el resto del mundo.
-Tanto los Panama Papers como los Paradise Papers se metieron en el núcleo del sistema financiero, ¿cómo se capacitaron para comprender la complejidad de ese sistema al que realmente pocos acceden?
-Somos un equipo interdisciplinario y colaborativo. Hay profesionales de distintas áreas.
-El principal argumento de los denunciados, incluso Barack Obama en su momento lo dijo, es que tener dinero en fondos offshore o paraísos fiscales no es ilegal, ¿qué piensa?
-Ese es justamente el escándalo... ¡que sea legal es un escándalo! Creo que es una falsa dicotomía quedarnos encerrados en la legalidad del asunto. Eso es lo que la industria ha querido vender por cien años. La industria, de hecho, estaba a favor de los Panama Papers porque podían acusar a las firmas que “actuaban mal”, pero con los Paradise Papers, que es nuestra nueva investigación, logramos llegar al verdadero corazón de la bestia: los verdaderos trillones de dólares que se pierden en el mundo offshore no pasan por Mossack Fonseca y sus clientes, sino que pasan por los líderes del mundo –hay 120 políticos involucrados-, líderes del mundo entero, y compañías muy conocidas y globales; ahí es donde está el verdadero negocio, el verdadero escándalo. Por eso es que ahora el push back es muy fuerte. Hemos logrado llegar al corazón de la industria, no a la periferia de la “república bananera”.
-Visto desde afuera, se ven dos corrientes: unos creen que Paradise Papers publica información de interés público, y otros dicen que se “ensucia” a personas públicas por algo que quizás hicieron en su pasado, o por utilizar un mecanismo que es válido, que no está prohibido por la ley.
-El secretismo de los paraísos fiscales genera un conflicto de interés y un abuso moral. Hay un choque de intereses que es muy contradictorio. Los paraísos fiscales ofrecen un mundo secreto, donde todo lo que uno tiene no va a saberse. Ofrecen un mundo en el que tu nombre nunca va a ser ligado a la compañía que creaste. Y, a pesar de que en muchos casos se ven acciones criminales y de traficantes de droga o lavado de dinero, también se ve en muchísimos casos, personalidades públicas que abusan de ese secretismo y sus beneficios, para poder hacer negocios que no harían en el mundo real; por ejemplo asociarse con gente con la que no se asociarían jamás, o eludir impuestos, con la enorme injusticia social e inequidad que eso acarrea.
-¿Por ejemplo?
-¿Puede Wilbur Ross, el Secretario de Comercio de los Estados Unidos, confesar que está haciendo millones de dólares a través de una relación comercial con el yerno de Vladimir Putin (Presidente ruso)? Jamás lo haría. Pero, a través de estas estructuras secretas de las Islas Bermudas, puede hacerlo con total tranquilidad. Hay 120 líderes mundiales que utilizan estos mecanismos. Curiosamente varios de los que se presentan como los más progresistas, poseen tras las sombras este tipo de artilugio. Lo que estamos haciendo nosotros es desenmascararlos. El hecho de que el principal financiador de la campaña de Justin Trudeau (Primer ministro de Canadá) se haya dedicado los últimos 20 años de su vida a generar millones de dólares con negocios offshore, ¿no es contradictorio con el discurso de Trudeau, que viaja por todo el mundo diciendo que hay que ayudar a la clase media, porque son los que más sufren? ¿Se ve la contradicción?
-Pero, ¿el periodismo no está adoptando una función de juez, de fiscal? ¿No es activismo?
-El periodismo tiene que mostrar lo que está oculto, lo que genera daño. Hacer periodismo de investigación es mostrar estructuras secretas que se quiere que la gente no vea, y que están generando un daño en la sociedad. Ese, para mí, es el criterio de una investigación periodística. En este caso se ajusta exactamente a ese criterio. Por supuesto que es legal, porque los mismos que hacen uso de los paraísos fiscales crearon las leyes que permiten que existan.
-¿Qué provocaron los Panama Papers, y qué pensás que puede llegar a pasar con esta nueva apertura de datos de compañías offshore?
-La principal consecuencia positiva es el clic que hizo la gente común, que antes no se interesaban mucho en este “mundo de la gente rica”, y ahora se han dado cuenta que ellos son las víctimas en esta historia. Ese es el gran clic logrado. La gente está mucho menos dispuesta a tolerar que sus líderes se permitan hacer negocios en este mundo secreto que está plagado de personajes nefastos.
-En la Argentina, dentro de los Paradise Papers se señaló al ministro de Finanzas, Luis Caputo, por su actividad en fondos de inversión que operaron en paraísos fiscales, una actividad que dijo haber suspendido cuando asumió en la función pública: ¿cuál es su opinión?
-Bueno, yo le diría, ¿por qué usted se permitió tener fondos en un lugar donde ha quedado expuesto durante años que está lleno de lavadores y defraudadores, cuando públicamente le pide a la sociedad que inviertan en su país, que se ajusten a la ley? El gobierno de Mauricio Macri le pide a la ciudadanía que pague impuestos, entonces, ¿no es ése un mal ejemplo? Esta cuestión va más allá de la legalidad vs la ilegalidad del asunto. Es una cuestión de congruencia. Y el clic de la gente tiene que ver con no tolerar eso. Es solamente la gente la que puede poner presión en los políticos, que son quienes pueden llegar a reformar el sistema, sólo si se tiene algún día la voluntad.
-Los distintos sistemas judiciales, ¿acompañaron las denuncias de este consorcio de periodistas?
-Han pasado varias cosas: gente que perdió su trabajo, hay muchas personas procesadas, hay decenas de millones de dólares que se han recuperado en todo el mundo en concepto de impuestos recuperados, hay leyes reformadas. Pero este es un sistema que lleva 100 años de existencia, no se cambia de un día para otro, acá convergen los principales y más poderosos intereses del mundo privado y el mundo político.
-¿Y ustedes hallaron y lograron demostrar ese vínculo oculto?
-Si, logramos ese switch point entre esos dos mundos. Entre ellos se van a proteger, claro. Porque el lazo es lucrativo. Ellos van a tratar de seguirlo protegiendo. Pero hay un nivel de hartazgo social muy fuerte, que se vio con los Panama Papers en lugares más pequeños como por ejemplo Islandia, donde la gente salió a la calle a decir “basta, te vas”, y ese “te vas” no fue porque el ex primer ministro haya robado al fisco, o algo parecido, fue por haber actuado con falta de transparencia y coherencia.
-¿Por qué existe ICIJ?
-Nuestro objetivo es eliminar la rivalidad y promover la colaboración entre periodistas. La globalización y el desarrollo han ejercido muchas presiones en las sociedades, y han presentado amenazas sin precedentes. A través de nuestros informes, queremos desenmascarar, aportar información, y revalorizar la función del periodismo.
-¿Por qué la forma de red mundial colaborativa?
-El modelo del lobo estepario que investiga aislado, que prevaleció siempre en el periodismo de investigación, que es un periodista que busca primicias y lo hace por la gloria personal, no tiene nada que ver con la realidad del mundo en el que vivimos hoy. Los temas más urgentes que tenemos que reportear son demasiado complejos y mundiales como para hacerlo solos. Todos ya están conectados: la economía es global, los gobiernos están interconectados, los criminales se dieron cuenta hace ya varios años que la manera de conseguir algo es organizándose; y los periodistas somos los únicos que seguimos cada uno es su cuevita tratando de hallar una buena historia. Trabajar en equipo nos permite acceder a datos a los que jamás podríamos acceder si no es con la solidaridad de colegas de otros países.
-¿Cómo reclutan a los periodistas?
-El ICIJ surgió hace 20 años. Nuestra misión fue crear una red basada en la confianza. Necesitamos ese trust. Eso permite que cuando nos llega una filtración, por ejemplo los Paradise Papers, nosotros podemos activar esos vínculos basados en la confianza, y trabajar juntos. Ocurre porque ya compartimos una serie de valores y principios. Nosotros no elegimos medios, elegimos las personas, porque con un ser humano se puede tejer una confianza.
- ¿El ICIJ controla el contenido?
-No, para nada. El consorcio no es una fuente. El consorcio invita a los periodistas a reportear juntos. Somos periodistas que queremos trabajar con otros periodistas por el bien de la historia y del mundo. Proponemos un trabajo mancomunado.
-¿Habrá nuevas filtraciones?
-Eso depende de los whistleblowers –alertadores-. Hay muchísimas personas que han sido parte de estos sistemas, que han conocido sus abusos, que están cansados, y que tienen intenciones de echar luz, que es la única forma de sanear el oscuro mundo de los offshore. Nosotros establecemos las bases para que estas personas abran ventanas para que entre luz. Estamos abiertos a otros tipos de historia, el consorcio no solo se queda en temas financieros, sino que hay proyectos de otras temáticas.
-¿Siente que hay una semilla que germinó?
-Hace cinco años que estamos investigando. Siempre decimos “esta es la última”, y luego nos llega nueva data. Nosotros no sabemos si van a llegar nuevos whistleblowers, pero lo que sí sabemos es que hay muchos que confían en ICIJ, en nuestra plataforma, y en la seguridad que brindamos. Además, los whistleblowers quieren que sean los periodistas los que busquen la data, para poder detectar ese interés público detrás de los datos abiertos. Estas personas podrían abrir esos datos en internet, y no lo están haciendo, porque lo que quieren es que sean los periodistas quienes encuentren abusos de poder y conflictos de interés, y lo escriban de una manera que la gente puede entender.
-Así, ¿el periodismo está recuperando el prestigio que en los últimos años perdió?
-Exacto. Estamos tratando de actuar responsablemente, y trabajamos en el interés público de la sociedad. Convocamos a periodistas locales para que no sea ICIJ quien decida qué publicar, sino que sean las personas que están en terreno, y que puedan poner en la balanza cuando algo es de interés público.
-¿Tiene miedo de terminar como Julian Assange o Edward Snowden?
-Para nada, ellos son whistleblowers, ICIJ no es eso. Claro que tenemos muchísimo cuidado con la preservación de nuestras fuentes. Ese es nuestro principal desafío. Hasta ahora hemos podido proteger el anonimato de todas las fuentes, y por eso siguen viniendo hacia nosotros. Siempre decimos, la única estrella es la historia. Ni los periodistas, ni las fuentes. Las historias.