María Soledad Morales. El juicio que terminó en escándalo y muy lejos de hacer justicia
Durante un mes, en el que se desarrollaron 21 audiencias, el juicio contra los dos acusados del homicidio de María Soledad Morales concentró la atención de la opinión pública nacional. La transmisión en directo del debate, que incluyó a las declaraciones de los testigos, hizo explotar las pantallas de televisión en la Argentina de marzo de 1996, donde miles de televidentes siguieron el juicio como los capítulos de una novela. Aunque se tratara de un proceso en que tres jueces debían decidir si los acusados Ángel Guillermo Luque y Luis Tula fueron responsables del asesinato de la joven estudiante catamarqueña.
Pero el debate terminó en escándalo. Alejandro Ortiz Iramaín el presidente del tribunal renunció con una carta explosiva en la que denunció supuestas presiones de parte del gobernador Arnoldo Castillo.
En el texto de su renuncia Ortiz Iramaín sostuvo que no podía ejercer su función de magistrado "ante las más aberrantes actitudes de un poder corrupto que pretende obligar a los jueces que obran en el juicio por la muerte de María Soledad Morales a dictar un fallo condenatorio en contra de uno de los imputados en la causa para con ello pretender a menos una falsa legitimación en el mismo".
Juan Carlos Sampayo y María Alejandra Azar, los otros dos integrantes del tribunal, fueron recusados por Luis Segura, el abogado que representaba a la familia de María Soledad.
El hecho que provocó la escandalosa suspensión del juicio oral fue la imagen captada por las cámaras de televisión en la que Sampayo y Azar se hacen una seña en el momento en el que debían decidir el pedido de una de las partes del proceso para que una testigo quede presa por supuesto falso testimonio.
Con la mencionada seña, los magistrados habrían decidido sobre el pedido para que la testigo Evangelina Sosa quedara presa por supuestas falsedades en las que habría incurrido en su relato. En una declaración extensa y plena de contradicciones acusó a la docente Graciela Rodríguez de Díaz a la exabogada de la familia Morales Lila Zafe, a la hermana Martha Pelloni y al exdiputado Miguel Marcolli de haberla instruido cuando tenía 16 años en 1990 de "lo que tenía que decir".
"Yo era muy chica y tenía miedo y por eso dije que Luque estaba en Clivus con la chica esa cuando en realidad yo no los vi", aclamó desencajada.
En ese momento, su ex profesora de gimnasia Graciela Díaz, que estaba entre el público que asistió a la audiencia, le gritó: "¡Sos una mentirosa! ¡Cómo puede ser que digas esto! ¿Qué debe haberte ocurrido para que cuentes todas estas mentiras?"
Durante la etapa de la instrucción Sosa declaró: "En la escalera de Clivus la madrugada del sábado 8 de septiembre siento que alguien me empuja con el codo y cuando me doy vuelta veo que se trata de María Soledad. Estaba medio aturdida junto con Guillermo Luque".
Pero al declarar ante los jueces, Sosa dijo: "La doctora Zafe y la profesora Díaz me dijeron que con mi testimonio se iba a llegar al esclarecimiento y me indicaron lo que debía decir".
Episodios insólitos
Varias de las 21 audiencias de ese primer juicio tuvieron episodios como el que protagonizó Sosa. El 29 de marzo de 1996, a raíz de la polémica originada por esa seña y el hecho de que el fundamento de la querella para pedir la recusación de los jueces Azar y Sampayo fueron las imágenes de las cámaras de televisión, el tribunal decidió seguir adelante con el debate pero prohibió la transmisión en vivo de las audiencias.
Esta decisión provocó indignación entre los allegados de María Soledad que denunciaron censura. A raíz de la resolución de los magistrados, un sector de la sociedad catamarqueña impulsó a que los vecinos participaran de la primera marcha de silencio que se realizaría después de casi seis años. Había conmoción en San Fernando del Valle de Catamarca. Se vivían jornadas similares a aquellas que precedieron al final del clan Saadi al frente del gobierno catamarqueño.
Al fundar la resolución de prohibir la televisación del juicio, los jueces sostuvieron que la transmisión "atentaba contra el orden público debido a que algunos medios de prensa provocaron desviaciones y excesos con la pretensión de erigirse en órganos juzgadores del tribunal con expresiones atentatorias" .
Cuando la decisión del tribunal de suspender la televisación del juicio se hizo pública, las adyacencias del juzgado comenzaron a poblarse de manifestantes. Luque, Tula y sus defensores tuvieron que abandonar la sede judicial en medio de forcejeos.
Los policías asignados a la custodia de la sede judicial tuvieron que esforzarse al máximo para evitar que los manifestantes agredieran a los magistrados que abandonaban el tribunal. Muchos de los uniformados recibieron los golpes propinados por la muchedumbre.
Mientras los policías comenzaron a cortar el tránsito en un radio de tres manzanas. Nadie podía ingresar ni salir del perímetro. La zona de los tribunales catamarqueños había quedado blindada.
La decena de personas que originalmente rodeaba las vallas de seguridad sobre la calle San Martín al 300 se transformó en una multitud. En los carteles que llevaban los manifestantes se leía: "Tres jueces del Diablo; Publicidad sí juicio clandestino no; Prensa Sí Sampayo no; Pedimos justicia y Sí a la verdad".
Ese blindaje en la zona del tribunal provocó situaciones insólitas. Por ejemplo, un forcejeo en una de las vallas: Miguel Angel Sarli fuera de sí pretendía atravesarlas sin poder acreditar que es periodista. No lo era. Pretendía llegar al Registro Civil de la capital catamarqueña situado en la misma cuadra para casarse con Vanina Lorena Figueroa que lo esperaba detrás de un bosque de armas largas y cámaras de televisión.
Camino al fracaso
La suspensión de la televisación en directo del juicio provocó la reacción de una parte del pueblo catamarqueño que ese día formó parte de una multitudinaria manifestación en Catamarca, convocada por Marilyn Varela, compañera de María Soledad.
La Corte de Justicia de Catamarca rechazó el planteo de recusación contra los jueces Sampayo y Azar. Pero la renuncia de Ortíz Iramaín obligó a suspender el juicio debido a que era necesario formar un nuevo tribunal y, en ese momento, en Catamarca no había magistrados que hubieran participado en la instrucción del caso María Soledad o tuvieron que apartarse porque tenían alguna vinculación con los acusados.
Para formar el nuevo tribunal que pudiera juzgar a los acusados, el máximo tribunal de Catamarca tuvo que salir a buscar jueces a otras provincias. Pero ese debate formó parte de otro capítulo de la historia del homicidio que conmocionó al país.
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