Marcha atrás: una táctica habitual en los comienzos de gobierno
Al igual que Macri, Fernández anunció medidas que luego corrigió o aún no puso en práctica; especialistas lo atribuyen a la inexperiencia o al método de prueba y error
Inexperiencia o falta de coordinación. Contradicciones o una estrategia centrada en la prueba y el error. Alberto Fernández y su gabinete anunciaron una batería de medidas que no siempre terminaron concretándose tal cual el anuncio inicial. Algunas, incluso, ni siquiera llegaron a ponerse en práctica. Las marchas atrás, modificaciones de último momento y postergaciones caracterizaron importantes decisiones del primer mes de gobierno que, entre anuncios y retrocesos, expusieron una llamativa similitud con las primeras semanas de la administración de Mauricio Macri.
El aumento de naftas que no fue; la imposición del impuesto al dólar, que primero era del 20% y terminó siendo del 30%; el cambio de opinión sobre la autorización para que Evo Morales hiciera política desde la Argentina, y la implementación de cambios en las retenciones al campo, pese a la promesa de que antes iba a haber una convocatoria a una mesa de debate, fueron algunas de las medidas que desorientaron a propios y ajenos desde el 10 de diciembre.
El caso más reciente fue el aumento frustrado del precio de las naftas. La semana pasada funcionarios de YPF, dirigida por Guillermo Nielsen, adelantaron que el combustible iba a subir un 5%, pero horas antes de que comenzaran a regir los nuevos precios Fernández ordenó anular la medida. La suspensión de la suba, que estaba prevista con anterioridad, provocó fricciones entre el Gobierno y la empresa.
Algunas de las medidas enmarcadas en la denominada ley de solidaridad también protagonizaron los primeros cambios del Gobierno. Así ocurrió con el impuesto del 30% a la compra de dólares para atesoramiento y a las compras con tarjeta de crédito en el exterior. Días antes de la puesta en marcha del nuevo gravamen, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, detalló en una entrevista a LA NACION que el impuesto iba a ser del 20%. Finalmente, el porcentaje fue del 30 por ciento.
La presencia de Evo Morales en la Argentina en carácter de refugiado también obligó al Gobierno a volver sobre sus pasos.
Tras la llegada del expresidente de Bolivia al país, poco después de la asunción de Fernández, el canciller Felipe Solá dijo públicamente que se le había pedido al dirigente que asumiera el compromiso de no hacer declaraciones políticas mientras resida en la Argentina. Sin embargo, al poco tiempo y envalentonado por Twitter, Morales comenzó a cuestionar en duros términos a su sucesora, Jeanine Áñez, y dejó trascender que iba a dirigir la campaña del Movimiento Al Socialismo (MAS) desde nuestro país.
Días después, la postura cambió. "Evo Morales tiene la libertad de decir lo que quiera porque es un refugiado", dijo Cafiero. Los dichos del funcionario se complementaron con una reunión que Morales tuvo con el Presidente en la quinta de Olivos, en la que Fernández le reiteró que goza de plenos derechos. El único consejo: que trate de no hacer campaña en el norte, en la frontera con Bolivia, por cuestiones de seguridad.
El cambio en el esquema de retenciones del campo, por su parte, representó un cambio en lo que el Gobierno había prometido. Según representantes del sector, Fernández se había comprometido a no tomar medidas sin consulta previa, pero el anuncio del aumento de las retenciones llegó antes que esas reuniones prometidas. Ante el revuelo del sector agrícola, que amenazó con tomar medidas de fuerza, Cafiero defendió la medida y aseguró que "esas mesas de diálogo sí se van a conformar".
Similitudes
Al igual que el gobierno del Frente de Todos, la administración de Cambiemos también se vio obligada a dar marcha atrás con medidas. Así ocurrió, por ejemplo, con la fuerte polémica generada por el nombramiento por decreto de Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti como jueces de la Corte, cinco días después de llegar a la Casa Rosada. Ante el revuelo, el entonces presidente postergó la jura de los magistrados hasta que sus pliegos superen el trámite legislativo.
No fue la única marcha atrás del macrismo. El Gobierno también volvió sobre sus pasos cuando debió anunciar la restitución del 15% de la devolución del IVA a las provincias, tras haberla anulado poco después de asumir. También, cuando tuvo que desmentir al exministro de Trabajo Jorge Triaca, quien había dicho que las paritarias no debían superar el 25%, y cuando la Oficina Anticorrupción dio marcha atrás respecto de la confidencialidad de un contrato firmado entre YPF y Chevron.
En diálogo con LA NACION, el filósofo Santiago Kovadloff aseguró que las marchas y contramarchas del actual gobierno afectan la credibilidad de la gestión y señala que "devalúan" la palabra oficial.
"Hay ausencia de un plan previamente meditado con profundidad para diagnosticar la situación. Evidentemente, no pusieron el empeño para estudiar y diagnosticar. Hay un grado en el que la palabra se pronuncia con una cierta irresponsabilidad para decir algo y contradecirlo después. A todo esto, se genera sospecha, angustia, porque no se puede creer en la autenticidad de quien habla".
En ese sentido, Kovadloff traza un paralelismo, aunque con variaciones, respecto del inicio del gobierno de Macri. "Estamos ante dos presidentes que en la primera etapa de sus respectivos gobiernos evidencian vacilaciones, hasta cierto punto similares. Lo que ocurre es que en el orden conceptual advertimos que tenemos un presidente fuertemente condicionado por los acuerdos que lo llevaron al poder, mientras que en el caso anterior había un presidente fuertemente condicionado por sus premisas, que no necesariamente representaban a otra persona, sino convicciones", analizó.
El politólogo Juan Negri, profesor de Ciencia Política en la Universidad Nacional de San Martín y la Universidad Di Tella, señaló que en el caso de Macri las marchas atrás pudieron deberse a la "inexperiencia", pero que el caso de la administración de Fernández es distinto. "Primero, se trata de una coalición muy heterogénea, con actores que piensan distinto. En segundo lugar, creo que el Gobierno no tenía un plan económico. Da la impresión de que llega al 10 de diciembre con ideas generales sobre lo que hay que hacer, sin estar en los detalles, y hacen prueba y error. Pulen detalles sobre la marcha. Por eso se cuelan las contradicciones", dijo a LA NACION. Y remarcó que, aunque la marcha atrás genera desconcierto en la opinión pública, el macrismo "se esforzó por venderlas como una virtud".
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