Mar del Plata y Moreno reciben más ayuda por temor a crisis sociales
A ambos distritos les llega asistencia directa del gobierno nacional; despliegan una red de contención
Con dos ojos en Mar del Plata y el tercero en Moreno. Para asegurar la paz social de fin de año, la gobernación bonaerense lleva meses atenta a las señales de alerta que surgen en cada rincón de la provincia. Pero ninguna ciudad concitó tantos cuidados como Mar del Plata, al punto que pasó a ser asistida con desembolsos millonarios directamente por la Casa Rosada.
En paralelo, María Eugenia Vidal envió a La Feliz al ministro de Gobierno, Joaquín De la Torre, para desplegar una red de contención política en torno al intendente Carlos Arroyo, aliado de Cambiemos. En La Plata niegan que se trate de una intervención en el distrito, aunque lo parezca.
En el conurbano, si bien todos o casi todos los municipios recibieron algún apoyo "extra" (desde efectivos para seguridad a alimentos para los comedores), la prioridad estuvo puesta en Moreno, donde gobierna el camporista Walter Festa. Allí, además de la asistencia financiera nacional, Vidal cuenta con otro aliado interesado en contener políticamente el territorio: los intendentes peronistas vecinos, que sondean los barrios para evitar sorpresas.
En lo que va del año, según pudo saber LA NACION de fuentes oficiales, la Casa Rosada destinó a Mar del Plata $ 305 millones en Aportes del Tesoro Nacional (ATN), para que Arroyo pudiera pagar los sueldos y el aguinaldo de los empleados municipales. En diciembre se sumaron otros $ 145 millones vía ATN. En total, Arroyo recibió $ 450 millones sólo para mantener en funcionamiento la intendencia, sin contar los recursos para planes sociales, comedores y seguridad, donde coordinaron sus bajadas al territorio los ministerios de Desarrollo Social y de Seguridad de la Nación y de la provincia.
De los casi $ 6700 millones que se proyecta como gasto para 2017 (suma que no contempla futuros aumentos salariales), casi $ 1000 millones corresponden a deuda, en buena parte heredada de la hoy muy cuestionada administración de Gustavo Pulti, que gobernó hasta diciembre pasado. "Buena parte de lo que se debe se financiará con más deuda", aseguró a LA NACION el secretario de Hacienda local. Gustavo Schroeder.
Las mismas fuentes señalaron que la Casa Rosada envió a Moreno $ 50 millones vía ATN en lo que va del año y otros $ 36 millones este mes, para r sueldos y aguinaldos. Extraoficialmente, otras fuentes señalaron que a esa cifra habría que agregarle $ 40 millones. Un funcionario municipal elevó a unos $ 270 millones el total de la ayuda recibida, pero la cifra no fue corroborada por Nación: podría desatar una catarata de pedidos de los municipios vecinos.
La contención política se mueve en paralelo a la asistencia financiera. Aún desde antes de asumir como ministro de Gobierno, cada semana De la Torre pasa dos o tres días en Mar del Plata. En su entorno minimizan esa tarea a la búsqueda de acuerdos en el Concejo Deliberante para aprobar ordenanzas clave. Pero en cada visita, el ministro recorre el espinel de la política local oficialista y opositora, para contener los reclamos que Arroyo no resuelve. Esta semana volverá a pisar La Feliz y permanecerá hasta que comience 2017.
De la Torre no está solo. Agustín Cinto coordinó el vínculo entre municipio, provincia y la Nación durante meses, pero el joven funcionario -cercano al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta- dio un paso al costado tras el escrache que Macri y Vidal sufrieron en Mar del Plata. Otro de los enlaces de la Casa Rosada con el municipio es Marcelo Di Maggio, del equipo del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y su segundo, Sebastián García de Luca.
Los funcionarios provinciales y nacionales también transitan Moreno. Pero la ayuda más singular que recibe allí Vidal viene de los municipios peronistas que rodean ese partido: valoran el aporte de Mario Ishii, intendente de José C. Paz.
Aunque a Arroyo y Festa los separa un abismo -generacional, político e ideológico-, tienen puntos en común: gobiernan distritos empobrecidos, con los más altos índices de desocupación, pobreza y violencia de la región, y heredaron municipios endeudados y deficitarios, con problemas para pagar sueldos y cubrir servicios. Situación que se agravó desde que ambos llegaron al poder. Festa es señalado por haber incorporado más de 500 empleados, entre los que se cuentan muchos camporistas que quedaron sin empleo.
Lo que también caracteriza a ambos intendentes son sus problemas no sólo para encarar la relación con sus opositores, sino y sobre todo, con sus supuestos aliados: Festa debe lidiar con la tropa de su antecesor, el también ultrakirchnerista Mariano West, al que venció en la última elección. Arroyo, por su parte, tuvo más de un encontronazo con el radicalismo, que ocupa varios lugares clave de su gabinete. Sin hablar de los desplantes que el intendente supo hacerle al presidente y la gobernadora. Hace tiempo que evita esas críticas. En público.