Maqueda, en su despedida, advirtió sobre los “hombres que se creen proféticos” y que ponen en riesgo las instituciones democráticas
Ante 500 jueces federales y empleados, sus colegas Rosatti y Rosenkrantz lo despidieron con elogios; sonora ausencia de Lorenzetti
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En una emotiva ceremonia en su homenaje, donde casi se quiebra en llanto, el juez de la Corte Juan Carlos Maqueda, que dejará su cargo el 29 de diciembre, advirtió: “No podemos quedar a la deriva de los hombres que, en estos momentos, hacen culto a la personalidad, se creen proféticos y ponen en riesgo las instituciones de la convivencia democrática”.
El magistrado agradeció a sus colegas Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz allí presentes, ante la sonora ausencia de Ricardo Lorenzetti, el otro integrante de la Corte que está enfrentado con el resto de los jueces y que no asistió al homenaje que se realizó en el Patio del Honor del cuarto piso del Palacio de Justicia.
En primera fila estaban sentadas la esposa y la hija de Maqueda, rodeadas de más de dos centenares de jueces nacionales y federales, entre los que se destacaban el procurador Eduardo Casal, la defensora general Stella Maris Martínez; Daniel Petrone, flamante presidente de la Cámara de Casación Penal; sus colegas Diego Barroetaveña y Gustavo Hornos; Horacio Días, de la Cámara Nacional de Casación; y los jueces federales Sebastián Ramos, María Eugenia Capuchetti y Sandra Arroyo Salgado.
Asistieron los consejeros de la magistratura Agustina Díaz Cordero, Miguel Piedecasas, Alejandra Provítola, entre otros, que le entregaron una placa al juez “decano”, y los camaristas Mariano Llorens, recién designado presidente de la Cámara Federal, sus colegas Alberto Boico, Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, además de los jueces de tribunal oral José Michilini, Karina Perrilli, Néstor Costabel y Rodrigo Giménez Uriburu, entre otros.
Maqueda, de traje gris y corbata violácea, aferrado al atril, agradeció a los funcionarios de la Corte, del primero al último, y a sus colegas que nombró uno por uno, a Rosatti y Rosenkrantz pero sin mencionar a Lorenzetti. Pidió perdón a aquellos que dijo pudo haber ofendido con sus palabras. Fue un momento tenso, que matizó con otros donde hubo una lluvia de aplausos interminable para celebrarlo. Las tres sillas colocadas frente al público, remarcaron la ausencia del cuarto juez.
“Tenemos que defender las instituciones”, arrancó Maqueda y aclaró, “no es nuestro país ahora, pero las instituciones de la república, de la democracia y del Estado de Derecho corren serios riesgos”. Y allí fue cuando advirtió: “No podemos renegar de 300 o 400 años de civilización ni quedar a la deriva de los hombres que, en estos momentos, hacen culto a la personalidad, son proféticos o se creen proféticos y ponen en riesgo las instituciones de la convivencia democrática”.
Insistió en que, “aunque parezca fuera de moda, tenemos que defender las instituciones de la democracia, la República y el Estado de Derecho” en momentos en que estas “corren serios riesgos”.
Advirtió el hecho de que “la moderación haya sido dejada de lado y hoy se transiten los extremos”, por lo que, dijo, desde el Poder Judicial se debe “volver a la prudencia” para “con independencia e imparcialidad, dejar sentada nuestra defensa de las instituciones”.
Antes de su intervención, el presidente de la Corte, Rosatti, destacó las virtudes del magistrado y puso el dedo en la llaga en los enfrentamientos que mantuvo con Lorenzetti: “[Maqueda] Fue objeto de injustos agravios y cobardes ataques, que sobrellevó con hidalguía y tolerancia”. Fue en obvia alusión a las denuncias que enfrentó por la gestión de la obra social del Poder Judicial y el juicio político que le tocó transitar con sus colegas durante el gobierno de Alberto Fernández. Pero Rosatti resaltó que Maqueda “se va por la puerta grande de tribunales, por donde se van muy pocos”.
Rosatti definió a Maqueda como “un gran juez y hombre republicano; raro ejemplo de un funcionario que ha transitado, con idoneidad y ejemplaridad en su conducta, los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial en los ámbitos nacional, provincial y municipal”, además de haber desempeñado “un rol preponderante” como convencional constituyente en la reforma de 1994.
Asimismo, lo consideró “una referencia y guía” para sus pares y una “voz siempre escuchada, respetada, ponderada y sabia”. Su figura, concluyó, “hace cierta la afirmación de que haber participado en política antes de acceder a la Justicia no es un demérito, sino todo lo contrario”.
Tras los discursos y la entrega de plaquetas recordatorias, se formó una fila interminable para saludar a Maqueda, conformada por los jueces de las primeras filas, pero sobre todo por los secretarios, empleados de las secretarías, de las vocalías, los ordenanzas, custodios y personal de maestranza, muchos de ellos que compartieron los 22 años de este magistrado en la Corte Suprema de Justicia.
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