Malestar en el Gobierno por el tono y las críticas de la marcha del 24 de marzo
Remarcaron que Máximo Kirchner, Kicillof y Larroque tuvieron frases fuertes que no reflejaron el espíritu de conciliación que en los días previos buscó expresar Alberto Fernández
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El presidente Alberto Fernández llegó hoy a las 10:45 a Casa Rosada. Entró solo, seguido de una mujer y una nena a las que en la entrada comenzó mostrándoles el lugar. “Estará buscando trabajo nuevo, capaz como guía”, bromeó una fuente ante la consulta de La Nación en un intento por relajar los ánimos internos, golpeados por lo que fueron las últimas declaraciones del kirchnerismo duro en el aniversario del golpe militar de 1976. Allí hubo una demostración de fuerzas de La Cámpora al mandatario y varios mensajes que sumaron tensión a una relación cuyas enormes fracturas terminaron de quedar brutalmente expuestas hace semanas.
Las declaraciones contra la postura de Fernández llegaron desde el ministro bonaerense y hombre fuerte de La Cámpora, Andrés “Cuervo” Larroque; del líder del espacio, Máximo Kirchner, y del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. Los tres, con distintas declaraciones, apuntaron a la figura del mandatario y su postura, contra la que se manifestaron.
Fuentes oficiales aseguraron a La Nación que el presidente “ni está atento o informado de todas las declaraciones”. En el propio oficialismo ponen en duda esa información, otros directamente se ríen de la aseveración, mientras que algunos lo consideran, de “ser real, un problema más serio”. Lo mismo sucede desde las filas del kirchnerismo duro.
“Le están marcando cada vez más fuerte la cancha al Presidente”, sostuvo un hombre de Balcarce 50, como síntesis del malestar que generó en el Gobierno el tono que adquirió la movilización. No pareció haber en el tono de la marcha del 24 de marzo receptividad al mensaje que en los días previos había enviado Alberto Fernández, en la línea de bajar las tensiones. “Es hora de terminar con las divisiones. Ya discutimos mucho, ya nos diferenciamos mucho, ya nos peleamos mucho. Y la verdad es que tanta pelea no le hace más fácil la vida a la gente”, dijo el martes en Paraná, donde también pidió un aplauso para Cristina Kirchner. Ayer volvió sobre esa idea: “El 24 de marzo es el día en que más unidos estamos”, señaló. Sin embargo, el mensaje no parece haber impactado en La Cámpora.
Hoy, Larroque volvió al ruedo con más declaraciones. En radio, el funcionario bonaerense sostuvo: “No existen los ámbitos del funcionamiento del Frente de Todos que para mí es una responsabilidad del Presidente de convocarlo”. En tanto que en otro de los tramos de la entrevista, Larroque se refirió a Cristina Kirchner. “Lo que no puede pasar es que nuestro espacio no entienda esa potencialidad, que haya gente que fue convocada por Cristina y hoy ocupa lugares muy importantes y que pretendan desconocer a Cristina y, peor, que pretendan culpabilizarla de cuestiones negativas que tenemos que enfrentar”.
Cerca del mandatario sostienen que, a pesar de eso y todas las muestras de malestar del ala dura del Frente de Todos (FDT), él no va a ser quien rompa la coalición. ”Alberto quiere que quede claro que si hay una ruptura no es por él”, afirmó un importante hombre del Gabinete. “Él ya dejó claro que es el presidente y toma las decisiones de manera unipersonal. Su lectura es que de ninguna manera puede quedar en cabeza de él una ruptura”, completó.
Cerca suyo explican que con su postura, el mandatario fuerza la opción de que “se avengan o se vayan”. Tras lo que comparten la mirada, extendida en el albertismo, aunque no compartida de forma unánime, de que nadie ve la ruptura como una opción. “Ellos -por el kirchnerismo duro- van a seguir en esa tesitura”, tras lo que enfatizan en que desde el mandatario no habrá respuesta con hechos en esa línea. “Están buscando subirlo al ring, pero él no lo va a hacer”, afirman. “Alberto apunta a la unidad y no lo va a dejar de hacer. A algunos les parece irritante, a otros no tanto, pero es lo que él dice”, completan fuentes del Ejecutivo.
“Está claro que ellos están tomando distancia fuerte desde hace rato y el acuerdo con el FMI es la ´excusa´, viendo la línea que siguieron desde las PASO”, describió una de las fuentes consultadas. En esa línea consideran que la evaluación que se hace desde el kirchnerismo duro es que la suerte en las presidenciales de 2023 “está echada” y que por eso buscan “despegarse” de lo que sería un escenario adverso para el oficialismo.
“Si sostenemos la unidad de nuestro frente, con las diferencias que han quedado expuestas, pero con una vocación muy fuerte de seguir construyendo el debate interno, no tengo dudas que vamos a lograrlo”, sostuvo la legisladora Victoria Tolosa Paz. Cercana a Fernández, la legisladora fue de las pocas que se expresó públicamente sobre las diferencias al interior del oficialismo. Otro de los que lo hizo fue el exsubsecretario de Asuntos Políticos, Miguel “Mike” Cuberos.
Como respuesta a los dichos de Larroque, que había apuntado a Fernández por su rol como jefe de Campaña de Florencio Randazzo en 2017, Cuberos publicó en su cuenta de la red social Twitter. “Hubiera jurado que Cristina pensó en él porque fue la mano derecha de Nestor como dijo el 18 Mayo 2019: “Tan cierto como que fue jefe de Gabinete de Nestor durante toda su presidencia... y lo vi, junto a él decidir, acordar y buscar siempre la mayor amplitud posible del Gobierno”. La respuesta no pasó desapercibida en Balcarce 50, donde en el primer piso Cuberos tiene su despacho. “Está bien que alguien salga a decirles las cosas, porque ahora parece que a Alberto nadie lo eligió”, esgrimió un albertista de la primera hora. “Lo eligieron para candidato, pero no lo quieren para presidente. Es increíble”, es otra de las frases repetidas.
Otro que salió a hablar públicamente fue el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández. El funcionario afirmó: “Me involucran dentro del universo de los traidores”. Fue en respuesta del kirchnerismo duro que a través de cartas y diferentes mensajes en medios señalaron a los que votaron a favor del acuerdo con el FMI de “traidores”, Fernández acusó recibo y arremetió contra ellos afirmando que no hubo propuestas factibles. “Porque yo apoyo y defiendo esa postura [sobre el acuerdo con el FMI], me involucran dentro del universo de los traidores, pero me gustaría saber por qué soy yo traidor”, señaló el funcionario.
Pese al complicado escenario actual y a la visión de que en el 2023 la suerte estaría “echada” para el oficialismo, en las filas de Fernández no pierden la esperanza y consideran que el escenario rumbo a 2023 no está cerrado y que por el contrario, insisten, “Alberto puede quedar muy competitivo”, confían. Lo aseguran refiriendo a los “números” de la economía a los que se refieren como “buenísimos” en base a los indicadores que van recibiendo.
“En Argentina y más en un contexto mundial como el que está habiendo no se puede dar un escenario cerrado mucho tiempo antes. En marzo de 2018 (Mauricio) Macri ganaba caminando y dos meses después se le fue todo de las manos. Es imposible proyectar a largo plazo”, confían.
En ese escenario creen que, además, la gestión está ralentizada, pero no paralizada. Aunque admiten que la parada más compleja es la que está relacionada con tarifas. Hacia allí van las críticas en especial a la gestión de La Cámpora opuesta a la del ministro Martín Guzmán. “En dos años se pudieron desarrollar vacunas, pero ellos no pudieron con la segmentación y hacerles pagar más a los ricos”, aseguran. Nadie duda de que allí se librará la próxima en el oficialismo.
Entre los “leales” de Fernández insisten también que en “él ánimo no está romper, pero sí ordenar la situación”. “Hay un planteo de una mesa política, de buscar la forma de encontrar un camino de debate para recomponer”, aseguran, pero admiten que “las declaraciones públicas no ayudan” y que, del otro lado, “eso lo saben”.
Frente a un panorama en el que las declaraciones del kirchnerismo duro no amainan y el mandatario no confronta, en el Gobierno admiten la posibilidad de que el escenario más posible de acá en adelante sea de “tensiones” permanentes al menos hasta fin de año. “Es difícil de sostener”, confían. Pero tampoco lo ven “imposible”. O con otra opción mediante. Al menos de momento.
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