Malestar de los movimientos sociales con el Gobierno por el cierre de listas: “Le dimos de comer a la barriada, esperábamos más”
En la UTEP entienden que su presencia territorial fue clave para la contención social durante la pandemia; “el equilibrio de hoy no se puede desequilibrar”, remarcan, ante la posible llegada del intendente “Juanchi” Zabaleta a Desarrollo Social
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“No es justo que la representación de los movimientos sociales esté siempre al límite y tengamos que sufrir”. Con esa frase, un dirigente del Movimiento Evita resume a LA NACION la desazón de las organizaciones sociales por los lugares en las listas del Frente de Todos.
En un país con más de 40% de pobres, desde las organizaciones entienden que su presencia territorial fue clave para la contención social durante la pandemia y que eso no se vio reflejado en las posiciones de los candidatos. “Esperábamos más”, dicen, y alegan: “Le dimos de comer a la barriada”. Ese concepto se escucha, a modo de recriminación, en las bases y entre los dirigentes de mayor peso, que pretendían ubicar al subsecretario de Políticas de Integración y referente de Barrios de Pie, Daniel Menéndez -quien confirmó que dejará su cargo para la campaña-, al menos entre los primeros 15 lugares que el oficialismo entiende como asegurados en la Provincia.
“Chuky” -como lo llaman- quedó 16, y aunque dicen que lo oyeron esperanzado porque cree que el Frente de Todos perforará los 40 puntos y que entrarán “tranquilos” 17 diputados oficialistas; lo cierto es que su llegada al Congreso no está asegurada, y todo dependerá de la medida del éxito que logre la coalición en el terruño más codiciado.
“La política está en otra sintonía, está muy desfasada de los problemas reales. Las listas no expresaron las realidades sectoriales; las principales figuras de los movimientos populares, de los sindicatos y del feminismo no están”, dijo a LA NACION un alto cargo de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), el sindicato que nuclea a las tres facciones piqueteras aliadas al Gobierno: la CTEP, Barrios de Pie-Somos -ya fusionada con el Movimiento Evita- y la Corriente Clasista y Combativa (CCC).
Desde la estructura que lidera Esteban “Gringo” Castro no dudan en que se pondrán la campaña al hombro, porque un concepto sobrevuela como un sentencia inamovible, por el momento: es mejor estar adentro, que afuera.
Tolosa Paz, indemne
Entre varios dirigentes consultados por este medio, la lectura es idéntica. Sostienen que los grandes beneficiados en el reparto bonaerense fueron el Instituto Patria y La Cámpora -el núcleo más fiel a la vicepresidenta Cristina Kirchner-, mientras que el primer mandatario, Alberto Fernández, ubicó a Victoria Tolosa Paz a la cabeza de la lista.
La presidenta del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales es respetada en la UTEP. Ni siquiera surgieron críticas hacia ella en una de las escenas de mayor tensión con la Casa Rosada, cuando llamaron a Castro para participar de una actividad en la que se amplió la Tarjeta Alimentar, sin avisarle que se haría este anuncio, con el que desde su organización no comulgaban, por considerarlo “asistencialista”.
En ese entonces, tras bambalinas, hubo dardos para Fernández y para el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo; pero Tolosa Paz salió indemne.
El descargo de Grabois
Aquella jornada fue escenario del estallido público de un reclamo que ahora los movimientos sociales toman como bandera: la transformación de los planes sociales en trabajo. Juan Grabois -una de las voces más vehementes de la UTEP en ese sentido- abordó el cierre de listas en sus redes sociales.
Dijo que pasaron “cosas previsibles” y otras “absolutamente inesperadas”; y a pesar de que pidió a sus compañeros no lamentarse, sostuvo: “En la democracia burguesa, meramente formal, adjetiva y decadente, con representaciones casi siempre huecas, las listas reflejan la relación de fuerzas en las coaliciones políticas”. Además, consideró que los procesos que su espacio, el Frente Patria Grande, busca expresar “aún no tienen jerarquía en el Frente de Todos”.
Esta última definición es una expresión constante entre los dirigentes sociales. “Tenemos poco espacio institucional, no podemos imponer agenda. Si no está incorporada, si no llega antes, no puede llegar en el momento electoral. Se impone el que tiene votos”, analiza, en diálogo con LA NACION, una fuente de la cúpula de la UTEP que ahora se define como un “militante católico”. En la organización piquetera, el papa Francisco es uno de los mayores exponentes, que les envía mensajes directos e indirectos.
El sábado 7 de agosto, la UTEP volverá a la calle desde Liniers hasta la Plaza de Mayo, para el día de San Cayetano, en la primera movilización masiva después de un año y medio replegados por la pandemia. Allí, mostrarán su poder masivo de convocatoria -esperan 200.000 personas en la Ciudad, con réplicas en las provincias- y, a pesar de respaldar al Gobierno, detallarán su agenda y señalarán algunas disconformidades -que se expresan en mayor o menor medida, proporcionalmente a si el dirigente integra o no las oficinas de la administración pública-.
Los referentes están preocupados por el clima social. “Hay vacunación y reactivación, pero no está llegando abajo”, explica el armador bonaerense del Movimiento Evita, que también es funcionario en tierras gobernadas por Axel Kicillof.
Alarma por el desembarco de Juanchi Zabaleta en Desarrollo Social
Mientras -y aunque todavía no fue confirmado desde Balcarce 50-, aguardan el desembarco de “Juanchi” Zabaleta en el esquema variopinto del Ministerio de Desarrollo Social.
A pesar de algunas discrepancias con Arroyo por el enfoque de las políticas sociales, los dirigentes valoran su desempeño. “Se mueve mucho”, describen. Como lo consideran un funcionario que funciona -e, incluso, algunos se atreven a decir que es “el mejor del Gabinete”- quedaron sorprendidos por el lugar que obtuvo en la nómina, en el puesto 12, lejos de la cartelera. Desde el hermetismo del ministerio emplazado sobre la Avenida 9 de Julio dicen que continúan el trabajo diario, y que aún no hay novedades.
“El que reemplace a Arroyo no puede ser juez y parte”, pedía un secretario de la UTEP, antes de definirse que el ministro partiría esta semana, o la próxima, para abocarse a la campaña electoral.
Las señales de alerta ya están encendidas: hay un temor subyacente de que Zabaleta tienda a beneficiar a sus ahora colegas intendentes. “El equilibrio de hoy no se puede desequilibrar. Haría que las cosas no salgan como queremos”, advierten, en las filas piqueteras.
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