Malena Galmarini se ubicó en el centro de la campaña del oficialismo para garantizar fidelidad
La esposa de Massa ocupó un rol central a partir de las PASO; en el búnker de UP toma las principales decisiones; integra un trío de conducción con Olmos y “Wado” en una “mesa colegiada”
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SAN MIGUEL DE TUCUMÁN.- Malena Galmarini viajó a Tucumán, provincia en la que Unión por la Patria (UP) relanzó oficialmente la campaña presidencial de su marido, Sergio Massa, rumbo a las elecciones generales de octubre. Llegó allí con un nuevo rol que asumió apenas se supo de la derrota en las PASO, aunque esa decisión no estuvo exenta de críticas internas. Por eso se resolvió que en esta etapa la jefatura de campaña seguirá en lo formal en manos del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, con una “mesa colegiada” integrada por la presidente de AySA y el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos.
En el comando de UP indicaron que la decisión se basó en la necesidad de fortalecer la articulación en el territorio con provincias y municipios que implica más presencia de De Pedro, para lo cual se ampliará la coordinación operativa de la campaña. Galmarini accionó para meterse de lleno antes de que hubieran pasado 48 horas de la doble derrota electoral del domingo 13, en la que Massa asistió a la performance de Javier Milei en la categoría presidencial y ella a la de Julio Zamora, con quien competía por la intendencia de Tigre.
Fiel a su personalidad, Galmarini masticó la derrota rápidamente para menos de dos días después llegar al búnker de UP de la calle Mitre y buscar revertir lo que viene a nivel nacional. Se ubicó en el quinto piso, que su marido y equipo tenían reservado desde el comienzo del comando de campaña, en esa mole que tiene seis pisos para arriba y tres para abajo. Con paredes de durlock redefinió espacios de lo que hasta entonces era el despacho de Massa allí y “generó nuevos espacios”, explicaron cerca de ella en referencia a la distribución del lugar.
También esa redistribución fue a nivel político y simbólico. Sumó lugares para el trabajo diario con hombres de su confianza como Rubén “el Turco” Eslaiman; el intendente de San Fernando, Juan Andreotti, y el estratégico Raúl “el cabezón” Pérez.
Allí recibió desde Luis D’ Elía a Guillermo Moreno además de que, desde entonces, pasan distintos interlocutores que van desde hombres con peso a nivel nacional a dirigentes de intendencias o pequeñas localidades del interior. Galmarini los recibe por la tarde, poco después de su arribo al edificio en el microcentro porteño, al que llega desde un puñado de cuadras de distancia, porque sus mañanas son en Aysa, y desde el mediodía hasta casi la medianoche la base es el comando de Mitre.
Desde su llegada, Galmarini primero encabezó una suerte de autopsia de lo que sucedió a nivel país con votos y votantes, desgranando punto por punto, viendo de dónde se fueron votos y cuáles se pueden recuperar. Se entusiasma, cuentan, con lo que consideran un “voto blando” de Milei, que creen podría revertirse en los próximos comicios y fijan expectativas en lo que puede pasar con parte del electorado radical o que en las primarias votó a Horacio Rodríguez Larreta. Todo en el delgado equilibrio que supone restarle votos a Patricia Bullrich, sin que “ella caiga demasiado” porque, admiten, eso también los complicaría en un drenaje de electores hacia Milei.
“Está en el armado, sin ánimo de correr a nadie. Está para trabajar fuerte y poner la impronta de Sergio, del massismo duro. Ella es quien mejor la representa”, definen en su entorno. “Busca llegar a más regiones. Se recibe a gente de las distintas secciones. Interlocutores que hacen otro tipo de política, más territorial”, agregan otros y enseguida aclaran que todo es “sin expulsar a nadie”.
La referencia es “Wado” de Pedro. “Llegamos y Wado hizo la apertura del plenario del Frente Renovador”, aclaran cerca de Galmarini en busca de desalentar cualquier tipo de internismo. Desde las filas de De Pedro hablan en la misma sintonía. “Malena presentó el plan maestro y estuvo con (Gabriel) Katopodis y Wado”, ejemplifican en el búnker de Mitre en pos de despejar cualquier tipo de rumor de conflicto interno aludiendo a lo que pasó poco más de una semana atrás. “Wado estuvo muy solo en la primera etapa, Malena vino a sumar”, es otra de las frases que se colectan por estas horas en las que también se alude a que las PASO fueron una foto y lo que viene es “mucho más que eso”.
Creen que el hecho de que los gobernadores hayan desdoblado sus elecciones “no ayudó” porque se “relajaron” para las PASO y eso es lo que vinieron a buscar revertir en Tucumán. Galmarini se involucra desde lo que se necesita en cada área hasta lo que tiene que ver con las redes sociales: Instagram y Tik Tok, fundamentalmente, donde el candidato libertario tiene enorme protagonismo. Todo eso sin olvidar lo que ella misma cree que es fundamental: la militancia en el territorio.
En pleno relanzamiento de campaña, Galmarini tampoco deja de cuidar apariciones en público de las más disímiles y que van más allá de los propios. El lunes asistió al brindis de Poder Ciudadano, en el hotel Sheraton, en el que testigos de esas horas relatan que fue una de las políticas que más estuvo. Del hotel de Retiro, Galmarini se fue a la cena de recaudación de Massa en Parque Norte. Allí fue, entre otros, con su hermano Sebastián, director del Banco Provincia y hombre de peso en las filas massistas de la campaña, por sus aportes con datos para trabajar sobre la realidad. El miércoles cenó con los líderes de la UOCRA, en busca de renovar apoyos.
En paralelo avanza no solo con la estrategia electoral a nivel macro sino también pisa fuerte en temas de boletas, pasacalles, y ve cómo hacen para penetrar con el discurso de Massa, en pueblos, ciudades y provincias, contemplando las necesidades particulares de cada uno de ellos. Creen en la necesidad de explicar “el voto útil” y en buscar instalar “la esperanza” y un latiguillo que, juran, va a entrar a jugar fuerte en la campaña. El “tenemos con qué”.
Mientras tanto, Galmarini también la siguen miradas desconfiadas que llegaron del propio seno del oficialismo y vieron con cierto recelo su desembarco. Alusiones a su derrota municipal y el rol de su marido, o que su estructura se reduce a un grupo de propios, es parte de lo que se escucha. A la par están los que reconocen su impacto político y personal en Massa, con 36 años de historia compartida y su aún más larga militancia desde las bases hasta la actualidad.
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