Macri vuelve al país y prepara su definición: qué le pide el “círculo rojo”, su visita a Rosario y la última frase sobre su futuro
El expresidente regresa a Buenos Aires y viaja el lunes a Santa Fe para mostrarse en zonas afectadas por el narcotráfico junto a Losada y Pullaro; planea comunicar su decisión entre abril y mayo
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Mauricio Macri masculló bronca durante las últimas horas de su periplo por el continente europeo. Atrincherado en Barajas, Madrid, despotricó contra la aerolínea British Airways que lo dejó varado y le impidió embarcarse a Chile para asistir a la presentación del Grupo Libertad y Democracia en América Latina, junto a los exmandatarios Sebastián Piñera (Chile), Iván Duque (Colombia), Vicente Fox (México) y José María Aznar (España), entre otros. Por el “pésimo servicio” de la aerolínea inglesa, se conectó ayer desde el aeropuerto para exponer, vía Zoom, frente a sus aliados regionales. Antes de subirse al avión que lo trajo a Buenos Aires, llamó a combatir el “relato” del populismo y alertó sobre la herencia económica de la gestión del kirchnerismo. Consultado sobre si será o no candidato, se mantuvo críptico: “Yo voy a colaborar en el lugar que pueda agregar más”.
Quienes lo tratan a menudo aseguran que la decisión sobre su futuro solo la sabe él. Sus colaboradores más estrechos juran que aún no les comunicó su próxima jugada. Pese a la creciente presión en Juntos por el Cambio para que defina si pretende o no volver a disputar la Presidencia, Macri no tiene apuro: planea revelar la incógnita entre abril y mayo, cuanto restarán pocos días para el cierre de alianzas y listas electorales. Eso sí, el expresidente notó una novedad durante las últimas horas que le hizo saber a sus íntimos. Se intensificaron los mensajes que recibió en su celular de dirigentes de peso de JxC, grandes empresarios y referentes de la opinión pública, lo que Macri denomina como el “círculo rojo”, en el que le piden que vuelva a ser candidato a presidente. Él, dicen, no se inmuta ni suelta prenda, con el instinto de un jugador de póquer. “La decisión es personal, no electoral”, insisten en su entorno de confianza.
Patricia Bullrich espera señales, aunque acelera y confía en su pálpito: Macri no jugará. Lo mismo piensa Horacio Rodríguez Larreta, pero monitorea las encuestas por si el expresidente se suma a la carrera. Ya está lanzado y no imagina bajarse. En cambio, María Eugenia Vidal aguarda la instrucción de Macri. A diferencia de Larreta, no oficializará sus ambiciones hasta que el fundador de Pro revele sus planes. El expresidente y el alcalde fueron invitados a la fiesta íntima que organiza Vidal en San Antonio de Areco por su casamiento con Enrique Sacco.
Durante su exposición virtual ante el panel de la flamante escudería Libertad y Democracia, una antítesis del Grupo de Puebla, Macri instó a sus aliados de la coalición opositora a “aprender a competir”. Repitió que la Argentina enfrentará meses “muy duros”. Es que visualiza que se incuba una crisis mayor por la disparada inflacionaria y la delicada situación financiera, debido al nivel de la deuda pública y la falta de reservas. Pero es “optimista” a futuro: está convencido de que JxC recuperará el poder nacional en las próximas elecciones. ¿Cuál será su rol?
En el seno de Pro las opiniones sobre el futuro de Macri se dividen en dos vertientes. Están los que creen que no se postulará y que mantiene la incógnita para acumular capital político y condicionar a Larreta y Bullrich. Otros sospechan que movió las fichas y vació de poder al jefe porteño, su principal retador en el universo de Pro, para preparar el terreno para el lanzamiento de su campaña para suceder a Alberto Fernández. En su entorno califican de inconsulta la idea del larretismo de evaluar la chance de usar la boleta única electrónica para salir del laberinto porteño y resolver la encrucijada que le plantea la alianza con Martín Lousteau.
Macri sabe que el misterio alimenta la expectativa. No solo percibe la ansiedad entre sus herederos políticos en Pro y sus socios de la UCR y Peronismo Republicano, la fuerza que lidera Miguel Ángel Pichetto, sino también entre sus adversarios del peronismo y del kirchnerismo. Desde Europa siguió con atención los movimientos fichas en el tablero del principal conglomerado opositor, como el conflictivo cierre de listas en Tucumán, Salta y Tierra del Fuego por la pelea entre los radicales y macristas. Cuando lo visitaron en Cumelén, Pichetto y Ramón Puerta le advirtieron que su indefinición podría generar fisuras en las provincias por la falta de un conductor de la oposición. “La herida se puede convertir en una infección”, le alertan. Pero Macri espera, aunque avisa ante propios y extraños que JxC no puede disgregarse.
Mientras pasaba sus días en Bolonia y Zúrich, el expresidente también alentó a sus socios salir a alertar sobre las consecuencias del canje de la deuda pública que hizo Sergio Massa, cuyos vencimientos están previstos para 2024 y 2025. Pero, sobre todo, Macri puso énfasis en intentar visibilizar la escalada de violencia en Rosario, Santa Fe, por el narcotráfico. “El crimen organizado es el socio del populismo”, dijo ante Piñera y el resto de los expresidentes del Grupo Libertad y Democracia. Y acusó al Gobierno de haber liberado a miles de presos por la pandemia y de haber tenido una postura laxa en el combate al narco.
Visita a Rosario
Decidido a contrastar su gestión con la crisis de seguridad que atraviesa Santa Fe, Macri volverá a salir a escena en Rosario el próximo lunes. Llegará a las 11 de la mañana y se quedará hasta las primeras horas de la tarde. Esa visita había sido reprogramada antes de que volará a Europa.
Pero el ataque al local de la familia de Messi, con quien se fotografió en París, lo hizo revisar su plan. No solo presentará el libro Para Qué en el Salón Metropolitano en un evento de la Fundación Libertad, sino que tiene previsto recorrer instituciones vinculadas a la lucha contra las adicciones y visitar barrios donde el narco mantiene en vilo a las familias. “Es una señal de compromiso”, interpretan quienes lo frecuentan.
En Rosario, dicen sus laderos, Macri no comunicará su decisión electoral, pero se exhibirá junto a la senadora nacional Carolina Losada, una de las nuevas figuras de la UCR y protagonistas de la foto de radicales junto a Patricia Bullrich en la Fiesta Nacional de la Vendimia en Mendoza, quien define por estos días si se anotará o no en la carrera por la sucesión de Omar Perotti. Losada no será la única dirigente de JxC de Santa Fe que escoltará a Macri. Federico Angelini (Pro), armador de Bullrich y cacique macrista en esa provincia, también invitó a otros integrantes del espacio opositor, como Maximiliano Pullaro (Evolución Radical), aspirante a gobernador.
Macri reiteró que apuesta por la competencia interna. En su exposición dejó una frase sugestiva: dijo que en 2024 “el cambio deberá ser acompañado por todos, no por un presidente”. En lugar de tejer acuerdos, quiere persuadir y hacer pedagogía antipopulismo. Convoca a empresarios y referentes de la opinión pública para sumarse a su cruzada. Y confía en llegar al segmento de los jóvenes, un nicho donde el discurso de Javier Milei resulta atractivo. “Sin libertad, no hay futuro”, remarcó. Macri sabe que el crecimiento del economista representa una amenaza para JxC. Teme un ballottage entre el ganador de la interna opositora con el libertario. Por eso, estimula el debate sobre la identidad del espacio.
Ayer, insistió en que JxC está frente a un gran desafío. Y les dejó un último mensaje a sus socios. “Nuestra coalición debe demostrar que la competencia, hecha con altura, es algo sano y nos mejora”, concluyó.
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