Macri: “La inflación va a bajar drásticamente en el segundo semestre”
El Presidente hizo un balance positivo de sus primeros meses de gestión y fue optimista respecto de las mejoras que se notarán en materia económica; admite algunos errores en su intento de dar rápidas respuestas y considera esencial el acuerdo con los holdouts
El portón de la quinta de Olivos se abre sigiloso. Un imponente muro de ladrillos separa a los que eligen sus alrededores para correr de un universo infinito de parques, calles que conectan las distintas propiedades y hasta una señal de tránsito que indica hacia dónde dirigirse para llegar a la casa presidencial. La pequeña Antonia recorre con su bicicleta los rincones de un paisaje que, a los ojos de un chico, pueden asemejarse a los de cualquier barrio cerrado. El silencio interno es imponente.
El presidente Mauricio Macri llega puntual. El quincho en el que su equipo comparte todos los martes un asado pospartido de fútbol es el lugar elegido para su mano a mano con LA NACION. Se lo ve tranquilo. El rol le demanda una paz que es opuesta a la adrenalina de su agenda diaria.
Entre las preguntas y respuestas se percibe cierta nostalgia por una distancia que el propio cargo impone. "Trato de preguntar, mirar y sobre todo escuchar porque no quiero aislarme", describe respecto de sus distintos recorridos por el país en los que muchas veces encuentra el cariño de la gente, pero también situaciones incómodas con aquellos que se enojan por el cambio de rumbo que experimenta la Argentina.
Habla de la confianza como un cristal que hay que cuidar, admite que la situación económica atraviesa por varias correcciones y sorprende con una definición terminante respecto de la lucha contra la suba de precios: "La inflación va a bajar drásticamente en el segundo semestre".
Su batalla contra los egos, las nuevas relaciones bilaterales, el universo del empleo, el rol del peronismo y hasta su futuro político forman parte de un diálogo en el que no ahorra definiciones.
-En una entrevista con LA NACION un día después de ganar las elecciones, usted señaló que el principal desafío de sus primeros 100 días de gobierno sería restablecer la confianza. ¿Cómo se siente al respecto?
-Bien. Siento que hemos hecho grandes progresos en ese campo. Es un valor abstracto, que no se puede ver o tocar. Pero déjenme compartir algo con ustedes: hoy (por el viernes) viajé al Chaco con varios gobernadores y el vicepresidente del Banco Mundial. Y él luego me felicitó públicamente porque no podía creer que en 100 días hubiéramos hecho tantas reformas centrales, y eso le permitía creer que se abría un gran panorama para la Argentina. Hemos abierto puertas y creo que el sistema político mostró madurez esta semana. Ahora tenemos que ver cómo continúa, cómo se mueve ese "pequeño activo de la confianza" que empezamos a poner en circulación.
-¿Eso explica que el nivel de inversiones o de liquidaciones agropecuarias, por ejemplo, no haya alcanzado aún un nivel significativo?
-Vamos a ritmos razonables, que tal vez no son los del Presidente, que tiene una ansiedad por traerles soluciones a los argentinos "ayer". Pero creo que más de lo que se hizo, no se podía hacer, en referencia a cambiar expectativas en el mundo. La venida de Matteo Renzi, de François Hollande y la próxima visita de Barack Obama las tomo como una muestra de confianza, y por eso les digo a los argentinos: nos están abriendo la mano. Está en nosotros agarrarla, caminar juntos y no volver a morderle la mano al que te quiere ayudar.
-Las encuestas muestran una altísima imagen personal y del Gobierno, pero al mismo tiempo dicen que la sociedad no percibe medidas que la hayan beneficiado. Para los encuestadores, eso es una situación inestable. ¿Qué medida pueden tomar en el corto plazo para que la gente sienta que la beneficia?
-Ya hemos tomado muchas medidas para beneficiarlos. Todas las que hemos podido. Pero, claramente, generar trabajo no es algo de un día para el otro. Yo les agradezco a los argentinos el afecto, la comprensión que tuvieron en estos meses, porque la herencia ha sido muy pesada. Ha sido mucho peor de lo que imaginaba, pero tampoco es para abrumarse ni deprimirse.
-¿Ese puente se está construyendo en los plazos que esperaba o es la primera obra pública que tiene una demora?
-No, no, no... si me preguntan cómo evalúo estos cien días, los evalúo positivamente. Si mirás el mundo, creen que hemos hecho milagros. Localmente, veo divisiones, porque algunos dicen que es impresionante, mientras otros dicen que no ven medidas concretas que hayan cambiado. No es fácil cambiar una tendencia y producir un cambio cultural. Tenemos que desandar la destrucción del Estado. Es la nada misma: no hay información, no hay procesos, no hay sistemas. Y tenemos que construir ese Estado del siglo XXI. Acá les digo que está todo bien, pero cuando voy a mi reunión de gabinete les digo "¡Más rápido! ¡Quiero más!"
-En este contexto, ¿el peronismo ayuda a gobernar o no?
-Yo diría que, en los ojos de ustedes, están ayudando como nunca imaginaron, ¿o no? Todos decían que el peronismo no nos iba a dejar gobernar. Pero si al Presidente le va mal, no hay gobernador o intendente que pueda llevar el día a día adelante. Acá vinieron a comer en diciembre por primera vez en su vida. Yo les pregunto, qué necesitan en sus provincias.
-¿Y qué es lo más urgente que le piden los gobernadores?
-Plata (risas).
-¿Y además de plata?
-Yo veo una renovación positiva y hasta un cambio generacional. Es raro, porque la mayoría son la continuidad de un jefe anterior, pero son críticos de lo que vienen haciendo. Reconocen que sus gobiernos perdieron capacidad de invertir, de innovar y que cayeron en el clientelismo fácil.
-¿Cómo se articulan las necesidades de la economía con las posibilidades de la política? Por ejemplo, a la necesidad de recortar el gasto público para reducir el déficit fiscal, pero las consecuencias sociales de esa medida.
-El Estado gastó más de lo que podía, y pasamos de las consignas de 2003 a 2007 desvalorizando los superávits, especialmente el fiscal, al descontrol fiscal de los últimos años. Y, obviamente, esa fiesta no puede continuar. Todos son conscientes, y no hay otro camino, pero hemos decidido hacerlo de forma gradual, y nos corren desde la ortodoxia diciendo que vamos "demasiadamente gradual". En el caso de las tarifas esa gradualidad no estuvo, si no, no vamos a tener ningún tipo de servicio. Pero vamos a ser lo más graduales posibles para cuidar a los argentinos. Hoy tenemos 1.300.000 empleados públicos más de los que había hace diez años, y ustedes han sido recurrentes con esto, informaron y dieron alertas, pero los que gobernaban no hicieron caso porque buscaban esconder la caída del empleo en el sector privado.
-¿Hoy considera un hecho la aprobación de las leyes sobre el acuerdo con los holdouts?
-No puedo pensar otra cosa. No podemos quedar encerrados en una habitación.
-La aprobación de estas leyes es producto de una larga negociación que empezó con los gobernadores, y que tuvo como desencadenante la designación de los miembros de la Corte por decreto. ¿Cómo evalúa esa medida?
-Me cuesta evaluarla. Usted mismo lo dijo, fue un disparador. Si tuviese que evaluar, tuvo un error de base importante. La ansiedad de los primeros días no nos permitió explicarla a los académicos, a la política, a los medios. Pero sirvió para que la gente comprendiera que somos un gobierno que va a tomar decisiones. Me permitió, la verdad, saltear el apriete de nombrar gente semiidónea. Yo necesitaba estar seguro de que dejo dos jueces impecables para la Corte. Para mí es muy importante que sean dos personas con trayectoria, no amigos del Presidente, y hasta exageré: no los conozco ni los quise conocer. Que Dios los ilumine.
-La inflación aparece a la cabeza de los problemas. ¿Quién es el responsable de acabar con la inflación en su gabinete?
-El responsable último soy yo en mi gabinete, y soy lo bastante consciente de lo que la inflación genera. Sigue vigente mi compromiso por bajarla y les digo algo para que quede en claro: el principal responsable de la inflación es un gobierno que gasta mal y más de lo que puede. Después sí, siempre hay vivos, y hay que estar atentos para sancionarlos. En el 99% de los países del mundo no hay inflación no porque sus empresarios sean menos malos que los nuestros. Son todos iguales. Por eso son los mismos que estaban en la época de Néstor, y no había inflación.
-Usted evitó nombrar un superministro de Economía, y hoy hay ocho ministros de alcance económico. ¿Cómo maneja las internas que, seguramente, hay?
-Mejor de lo que todos piensan (risas). Sé que para ustedes es aburrido, porque las intrigas palaciegas están desde el principio de la humanidad.
-¿Pero las hay?
-Siempre puede haber entre gente capaz diferentes opiniones y tensiones. Pero si hay algo que me preocupa en mi vida es que la gente trabaje en equipo, y ver qué sucede con el ego de cada uno de ellos. Porque el ego es lo peor. Yo les pedí cuatro condiciones: dedicación, trabajo en equipo, comunicación y honestidad.
-Las encuestas marcan que la sociedad está dispuesta a darle tiempo. ¿Cuándo cree que la gente percibirá una mejora personal del tipo económico?
-En el segundo semestre va a bajar la inflación drásticamente. Siento que hay un primer paso hacia la felicidad y es que bajó la tensión. No estamos al borde de que alguien sea electrocutado, ni un Presidente te invade todos los días por cadena nacional, hay diálogo desde los que gobiernan, hay cercanía. Además vamos por sectores. El campo ya arrancó. ¿Y saben por qué? Porque son miles de chacareros que conservan la boina y la bombacha, pero están tecnificados y manejan computadoras, drones, y tienen la guita bajo el colchón. Lo que necesitaban era alguien que no los quisiera robar, y que les marque reglas de juego claras. Lo hicimos y ExpoAgro lo mostró: récord de venta de equipamiento. Fue una fiesta. Otro sector que está arrancando es el de las energías renovables. Juan José Aranguren larga la licitación de renovables en abril y habrá millones de ofertas. Ahora, también hay sectores que están yendo para atrás porque Brasil, que compra el 40% de lo que exportamos, está dañado. Nuestros hermanos brasileños están viviendo una crisis política y económica compleja.
-Por ese motivo en algunos sectores industriales se detecta pérdida del empleo. ¿El Gobierno está pensando en algún plan en particular para atenuar esto?
-Todo el tiempo estamos hablando con el sector y viendo qué podemos hacer para mantener el empleo. Jorge Triaca trabaja veinte horas por día y está viendo con diferentes instrumentos, como los Repro (Programa de Recuperación Productiva), resolviendo trabas. Lo mejor que hicimos fue decirle chau a las DJAI (declaraciones juradas anticipadas de importación), chau a las ROE (registros de operaciones de exportación), y estamos viendo cómo simplificar trámites directos y permitir la constitución de empresas en menos días. Pero claro, recién van 100 días y hay lugares en los que no encontramos ningún papel; es más, sólo encontramos trituradoras de papeles.
-Usted mencionaba una "drástica" disminución de la inflación. Algunos analistas advierten que eso enfría la economía y que puede tener un impacto mayor en el empleo. ¿Cuál es su perspectiva?
-Nos dicen que si vamos para un lado tenemos que tener cuidado con esto, pero si vamos para el otro nos dicen que vamos a tener recesión. Siempre encontrás alguno que le viene mal algo. Ni que hablar con los economistas, que ahí los egos se chocan peor que los autitos chocadores.
-¿Los propios o los ajenos?
-Hay de todo, pero la verdad es que los que trabajan en el Gobierno están trabajando muy bien, más allá de que se discute todo en el gabinete económico, se está logrando una masa crítica de inteligencia conjunta. Pero venimos de cinco años de que el país no crece. El último trimestre de 2015 estuvimos 3,5% abajo. El primer bimestre puede ser 2% abajo, lo que muestra que vamos a empezar a recuperar. El segundo semestre creo que vamos a estar creciendo, pero eso requiere bajar la inflación.
-¿Qué porcentaje de crecimiento espera para fin de año?
-No quiero dar números. No soy economista, pero lo que sí digo es que tenemos que empezar a crecer, y eso va a marcar un crecimiento mucho más fuerte para 2017. Tenemos con qué. No nos toca el mejor mundo. El mejor mundo fue el de la década pasada, con la soja a US$ 600 y el petróleo a US$ 100. Pero somos casi la única buena noticia que tiene el mundo.
-¿Qué esperan los inversores para llegar? ¿El acuerdo con los holdouts?
-Sí. Ése es un "pasa o no pasa". Y que sigamos confirmando cada día esta pequeña criatura de la confianza que viene creciendo. En la coherencia, de ver que la oposición vota lo mismo.
-¿Cuál sería la tasa en la que la Argentina podría endeudarse?
-Será decreciente con el tiempo. Arrancaremos cerca del 8% e iremos bajando. Esperemos llegar lo antes posible a las tasas posibles que pagan Bolivia, Perú, Colombia... ¿duele no? Porque deberíamos tener esa calidad de financiación, pero las cosas que hicimos nos llevaron al lugar donde todos nos ven con posibilidad de cobrarnos tasas más altas.
-La actual conducción de la AFIP actuó con celeridad en las denuncias referidas al Grupo Indalo. ¿La anterior conducción fue cómplice de esas maniobras?
-Hay que verificarlo. No puedo entender que se haya avalado por el artículo 32 el refinanciamiento de impuestos que no generó esa empresa. Es discutible, y hay que ver la solvencia de esa empresa, siempre pensando en preservar sus fuentes de trabajo. Cuando sos agente de retención, no podés utilizar ese impuesto para comprar otras cosas. Mientras sea Presidente, eso no va a volver a suceder.
-En estos 100 días de gobierno, ¿cuál ha sido su mayor satisfacción y su mayor frustración?
-La mayor satisfacción ha sido el apoyo de la gente en cada lugar que voy. Y la frustración es no poder bajar el enojo de ese núcleo kirchnerista.
-Se dice que en el Gobierno hay quienes creen que las causas que involucran a la ex presidenta o a su gabinete deberían avanzar a un ritmo más moroso... ¿Esto es así?
-Yo no lo escuché. Pero bueno, ustedes hablan en off con mi equipo... Pero yo tengo un compromiso y no lo cambio: quiero independencia, transparencia y celeridad en la Justicia. No quiero que la Justicia investigue a un ministro mío 15 años después. Si algún ministro mío comete una macana, quiero que la Justicia investigue y yo seré el primero en colaborar. Pero creo que no debo ser opinólogo de las causas, que si conviene o no conviene.
-Si tuviera que hacer una autocrítica, ¿cuál es?
-Al principio, tal vez espasmódicamente, teníamos el impulso de querer ir más rápido y salteamos la necesidad del diálogo y del convencimiento general. Frente a tanto daño y enojo, con desconfianzas, hay que tener paciencia ilimitada de convencer, dialogar, hablar.
-¿Qué ha cambiado en usted en estos cien días?
-¿En mí? Me estoy acostumbrando a este nuevo rol, que asusta a veces. Yo siempre pensé que tenía que ayudar a recuperar el valor de la palabra, como lo dije en la reunión de ADEPA. Trato de medirla. Pero me impresiona cómo cuenta cada palabra que digo. Entonces me reafirmo y trato de cuidar y llevar tranquilidad, mostrar convicción de que se puede. Y después me estoy acostumbrando a que, lamentablemente, he perdido bastante vida propia. Es como que te van encerrando aquí adentro, y yo no quiero que me encierren, pero es así. Será un período de mi vida en la cual tendré que resignar esas cosas, y espero que Dios me ilumine para poder guiar a los argentinos.
-Y ante esa sensación de aislamiento, ¿quién es la persona más crítica a la que escucha?
-Tengo muchos. Mi equipo funciona con un sistema de crítica interna, y yo lo pregono para tener análisis y no caer en el facilismo de creernos los mejores. Por supuesto, mis amigos, a los que veo los fines de semana. Voy al mismo lugar que hace 50 años y ellos me quieren ganar al paddle y al fútbol más que nunca, ahora que soy el Presidente. Eso te ayuda, te hace decir que sos una persona de carne y hueso y que te podés equivocar. Siempre pienso que esto no es para toda la vida y que un día volveré a ser una persona normal. No voy a estar como "ex" molestando. Me quiero preparar para ese día y con eso tengo mi cable a tierra permanente.
-¿Ese momento será dentro de cuatro años o de ocho?
-Yo digo al igual que mi filósofo de cabecera, "Mostaza" Merlo. Iremos "paso a paso". Vamos a ver cómo llego, con qué energía, al cuarto año. Falta mucho tiempo y mucha tarea por delante.
Inflación
"El principal responsable de la inflación es un gobierno que gasta mal y más de lo que puede. Después sí, siempre hay vivos"
Endeudamiento
"La reducción del gasto público implicará endeudarnos, pero para implementar un plan de infraestructura"
Industria
"Estamos hablando con el sector y viendo qué podemos hacer para mantener el empleo. Jorge Triaca trabaja veinte horas por día"
Herencia
"Les agradezco a los argentinos el afecto, la comprensión en estos meses. La herencia ha sido muy pesada, peor de lo que imaginaba"
Cristóbal López
"Mientras yo sea Presidente, eso no va a volver a suceder. Ese nivel de amiguismo perverso, en mi gobierno no existirá"
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