Macri: "No hay un presidente virtual, acá está el real; voy a tomar decisiones"
Un rato antes, Elisa Carrió y Miguel Ángel Pichetto habían motivado los aplausos más sonoros, con sus apelaciones a redoblar esfuerzos y no bajar los brazos. Cuando le tocó hablar, Mauricio Macri decidió dar una muestra de autoridad ante un público afín, sediento de señales de recuperación: "La Argentina acumula rarezas. Hacemos una gran encuesta nacional y generamos un presidente virtual. Pero acá está el presidente real, que soy yo, y que sigue gobernando", dijo el Presidente en el cierre de la reunión de gabinete ampliado.
Fue el primer encuentro desde la derrota electoral del domingo, y en una semana turbulenta con devaluación del peso y desplome de las acciones argentinas.
El Presidente cerró una lista de oradores seleccionada con un objetivo común: levantar el ánimo de la tropa que llenó la Ballena Azul, el salón del segundo piso del remodelado edificio del Correo.
"Tenemos que volver a creer en lo que estamos haciendo. El otro camino no es algo nuevo, no funcionó", dijo Macri con tono de predicador.
Y añadió: "He tenido muchas adversidades, me ha costado. Pero lo lindo, lo que realmente tiene valor, es vencerlas".
"El dolor nos está haciendo crecer", remató el Presidente, que incluso se permitió repetir, con ironía, la palabra "carajo", al igual que la semana pasada en el microestadio de Ferro.
"Alguna palabra en inglés hay que mechar", bromeó en ese tramo de su discurso, más largo de lo que el Presidente mismo tenía pensado.
Para comenzar, Macri había leído una carta de una mujer de Chivilcoy que había conocido en 2015, que ahora le pedía que "no aflojara".
El Presidente volvió a hacer autocrítica y reconoció: "Le exigimos mucho a la gente, y no nos dimos cuenta, en eso fallé".
Aseguró que el clima es ahora distinto y arriesgó que se "están anotando 20 fiscales por minuto" desde que Juntos por el Cambio perdió contra la fórmula encabezada por Alberto Fernández.
Gestos
El Presidente tuvo especial cuidado en algunos gestos. Saludó con un beso a María Eugenia Vidal, tal vez la más golpeada por los resultados de las PASO. Y se cuidó de no cargar las culpas en el kirchnerismo, como lo había hecho, enojado y desencajado, en sus conferencias de prensa de la noche del domingo y del lunes.
La ronda de oradores comenzó con la vicepresidenta Gabriela Michetti, la primera en recurrir al "inflador espiritual" para recobrar fuerzas. "Estamos un gol abajo, pero no perdimos el partido", dijo la vicepresidenta.
La siguieron los radicales Mario Negri y Luis Naidenoff, quienes insistieron en la necesidad de redoblar el compromiso de los funcionarios. "Olvídense estos 70 días del cargo, piensen que vinieron a cambiar el país", dijo el radical cordobés.
Cuando les tocó el turno, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal también dejaron, cada uno con su tono, mensajes esperanzadores.
"Basta con el bajón. Sabemos que es difícil, pero se puede. No podemos aflojar", dijo el jefe de gobierno porteño, el único orador que habló desde el lugar del triunfador en las PASO porteñas.
"Esto nos tiene que servir para escuchar más, para ser mejores, no en una elección, sino en la vida. Igual vamos a dejar la vida para esta elección", afirmó la gobernadora, en cuyas filas reinan el escepticismo y el enojo.
El discurso de Carrió
A los gritos y sin filtro, Elisa Carrió entonó uno de los discursos más inflamados de la reunión.
"Los problemas que estamos teniendo los argentinos es porque muchos no quieren tener a un Maduro en el gobierno", dijo Carrió, en sutil desafío al pedido que le hizo Alberto Fernández al Presidente para que desde el Gobierno no comparen a la oposición con el régimen venezolano.
"Lo que nos define como personas es quién está para la derrota. Porque para las victorias están todos", dijo la diputada nacional.
Carrió también les pidió a los ministros "que bajen, que no se borren, que toquen a la gente".
A su vez, Miguel Ángel Pichetto cuestionó que "siendo Estado faltaron fiscales". Sobre todo, precisó, en el norte del país. Intentarán que no vuelva a suceder el 27 de octubre.
El jefe de Gabinete y estratega electoral, Marcos Peña, escuchaba en silencio, sentado al lado del vicejefe de Gabinete Andrés Ibarra.
Jaime Durán Barba, sindicado por muchos como el "padre de la derrota", no participó.
Dos miembros del gabinete, Patricia Bullrich y Alejandro Finocchiaro, siguieron con el mismo tono "batallador" después de la reunión.
"Vamos por los votos de los argentinos", dijo la ministra de Seguridad, que negó que haya "transición" y completó: "En estos 72 días van a ver a Cambiemos en las calles y en los barrios buscando a la gente para seguir con el cambio", agregó la ministra. Aún resonaban los gritos de "Argentina, Argentina", que siguieron al discurso presidencial.
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