- A las cosas hay que ponerles nombre, aunque a muchos no les guste: la de hoy fue una marcha contra el Gobierno. Quizá la más multitudinaria y relevante desde que Alberto Fernández asumió, hace ya nueve meses.
- Lo segundo que hay que decir, urgente, es que nadie se la debería apropiar, ni caracterizarla como una movilización partidaria. Ni los dirigentes de Juntos por el Cambio, aunque muchos la apoyen y la alienten, ni Alberto Fernández, quien puso demasiado énfasis en la difusión del domicilio de la vicepresidenta, publicada por los medios de comunicación.
- Pero Alberto Fernández, horas antes, había retuiteado un mensaje de Agustín Rossi, un ministro que no suele levantar el perfil, ni pelearse con la oposición cada cinco minutos. Escriben los que simpatizan con el oficialismo: "Aprovecharon un feriado para hacer una marcha en el peor momento de una pandemia". Sí, pero también es cierto que podrían haber hecho cualquier otra cosa, y eligieron ir. Y muchos se quedaron durante por lo menos tres horas.
- Y lo segundo: la mayoría lo hizo con total responsabilidad. Pero si el Presidente la desprecia y la lee mal, será peor para el Gobierno. Porque el mensaje es muy claro. Le piden que se ocupen de las cosas urgentes e importantes, y no tanto de contentar o dejar tranquila a Cristina Fernández. Le pasan factura por la cuarentena eterna, y las graves consecuencias que está generando: en la salud, la economía, la educación, la pobreza y el estado de ánimo general.
- Rechazan la agenda "clandestina" y egoísta de Cristina Fernández. Le reclaman que respete la división de poderes, y a la Corte Suprema de Justicia. Están hartos del derrumbe de la economía, de la continua devaluación del peso.
- Están alarmados por el rumbo errático y las señales confusas de la administración. Con la inseguridad, la toma de tierras, el intento de expropiación de Vicentin, la presión impositiva hacia los sectores productivos. Si tuviera que elegir una palabra, diría que los manifestantes están enojados, pero, en especial, desencantados. Desencantados con las promesas que el Presidente hizo y no cumplió: gobernar por encima de la grieta, encender la economía, gobernar para todos, incluidos los que no lo votaron.
- Y también diría que están desesperados. Porque este Gobierno, preocupado más en las reacciones que en las necesidades de todos, no muestra un rumbo, ni un horizonte, ni una hoja de ruta hacia adónde ir. Esta es la quinta marcha multitudinaria, pero es la más relevante.
- Antes hubo la marcha del 20 de junio, contra el intento de expropiación de Vicentin, la del 9 de Julio, por Vincentin y en contra de la decisión de enviar a prisión domiciliaria a Lázaro Báez. La del 13 de septiembre, por la toma de tierras y la quita de casi dos puntos de la coparticipación al gobierno de la ciudad de Buenos Aires. También hubo movilizaciones el primero y el 26 de agosto pasado, contra la reforma judicial y el 19 de septiembre, en contra del intento de remover a los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli.
- Si efectivamente Alberto piensa que esto está armado por Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Hernán Lombardi alguien le debería avisar que lo de hoy fue un poco más grande y contundente que una simple convocatoria partidaria.
- Si el Presidente y el oficialismo piensa que, la entrevista que hoy concederá Macri más tarde a TN alimenta la grieta, como dicen los zócalos de C5N, es porque de verdad el cristinismo o el peronismo no cree en la libertad de expresión y por eso inventa esa especie de Gestapo a la bartola llamada Nodio.
- Lo peor que puede hacer un gobierno con los reclamos multitudinarios y masivos en el medio de una crisis es subestimarlos. Alberto Fernández sobre esto debería saber y mucho. Sufrió la convocatoria de Juan Carlos Blumberg en abril de 2004. Y tuvieron que cambiar el discurso y las decisiones en materia de seguridad. Les renunció en la cara a Cristina Fernández y a Néstor también, después del largo y nocivo conflicto con el campo.
- Los descriptos como los piquetes de la abundancia tienen un aire de familia con la supuesta opulencia de la ciudad de Buenos Aires, como la caracteriza Cristina, su hijo Máximo Kirchner y el Presidente mismo.
- Siempre me impresionó la anécdota contada por el propio Alberto Fernández cuando una madrugada, junto a Kirchner, el jefe de gabinete le pidió que mirara las manos de los productores agropecuarios que estaban a la vera de las rutas.
- "Néstor, ¿les viste las manos a esos tipos? Esa no es la oligarquía ganadera. Son laburantes. Es gente que trabaja. Algo estamos haciendo mal". Lo mismo debería preguntarse el jefe de Estado ahora.
- ¿Los argentinos que se movilizaron en más de 130 puntos del país, incluidas las ciudades más importantes, son contagiadores, vomitivos, gente resentida o personas a las que se les puede llevar de las narices? Al contrario. Lo más sano y lo mejor, para su propia gestión y también para el país, es que piense por qué, en todas las encuestas, aparece cada vez más gente arrepentida de haberlo votado. Esto es algo que le pasó al expresidente Macri y a Juntos por el Cambio, a partir de 2018. Y sus dirigentes no pudieron, no quisieron o directamente se negaron a verlo.
- Aquí, el problema es más grave y más urgente. Todavía no se cumple ni siquiera un año de gobierno. Y la situación política y económica parece empeorar día tras día.
Por Luis Majul
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