- Hoy, antes del mediodía, los cinco miembros de la Corte Suprema de Justicia, tomaron una decisión trascendente: aceptaron el instituto del per saltum para terminar de decidir si el desplazamiento de los camaristas Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli es ilegal, y lo que busca, en el fondo, es empezar a colonizar, a través de fiscales y jueces kirchneristas, todo el sistema judicial.
- Esto detiene, de manera automática, la decisión de correrlos de sus actuales puestos, hasta que el máximo tribunal dictamine sobre la cuestión de fondo. Repetimos para los distraídos: no termina con la disputa política, que se inició por el capricho de Cristina, de sacárselos de encima porque, en el caso de Bruglia y de Bertuzzi, no le gustan sus fallos, y en el caso de Castelli, teme que termine decidiendo en contra de su interés.
- Ahora falta que la Corte se aboque al tema de fondo, y no tiene plazos, más allá de la presión del oficialismo, por un lado, y de una buena parte de la sociedad por otro, para tomar, insistimos, la decisión de fondo. Todo parece indicar que podría suceder la semana próxima, pero nada es seguro todavía.
- Per saltum significa, palabra más palabra menos, la habilitación de un fallo de la Corte pasando por alto o "saltando" instancias intermedias. En los fundamentos del voto de Rosenkrantz en el que admite este recurso extraordinario se pueden entender dos cuestiones.
- Una, porque fue unánime y la otra porque podría anticipar otro fallo, quizá unánime, también, en contra de los desplazamientos de los camaristas. Rosenkrantz entiende que, si los jueces desplazados que presentaron un amparo tuvieran razón, "no se trataría únicamente de traslados irregulares, sino de un intento de revisar retroactivamente el mecanismo de designación de un número importante de jueces de la Nación". Y que todo eso "pondría en juego, la garantía de inamovilidad prevista en el artículo 110 de la constitución nacional".
- Es decir, volvió a recordar, Rosenkrantz, en el medio de tantos argumentos retorcidos, el motivo más sencillo y contundente por la que la pretensión de Cristina debería ser rechazada: que la independencia de los jueces se basa en que no pueden ser removidos si no es a través de un juicio político. ¿Y por qué decimos que se podría aventurar, en este caso, un nuevo fallo, también unánime, a favor del amparo de Bruglia, Bertuzzi y Castelli?
- Porque tanto Ricardo Lorenzetti, como Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda, ya coincidieron en una acordada de 2018, que el traslado de Bruglia era legal y legítimo. Y sería muy incómodo y difícil, para ellos tres, borrar con el codo lo que escribieron con la mano. Pero también lo sería para Rozenkrantz y Highton de Nolasco, quienes firmaron otra acordada, convalidando otros traslados de jueces, que aparecen como casos similares.
- El título de La República 5 y Cristina Fernández 0 es uno de los tantos que aparecieron, desde primera hora de la tarde, en las redes sociales. Yo no sería tan optimista, todavía. En la Argentina, la presión política sobre el sistema judicial, los medios y los periodistas están a la orden del día.
- Y hay gente, muy cerca de Cristina, como Carlos Beraldi, Oscar Parrilli y Rodolfo Tailhade, que trabajan a destajo para buscar el punto débil de cada miembro de la Corte, para ver si los pueden quebrar. Sin embargo, también es verdad que esta decisión, unánime, también aporta no poco, sino bastante aire fresco a la división de poderes y el respeto por las instituciones.
- Y deja una señal a todo el país: ningún gobierno, por más votos que tenga, y ni siquiera Cristina, por más influencia política que ostente, puede hacer lo que se le antoja.
- Hoy, aunque sea por unos días, los cinco miembros de la Corte le pusieron un límite a Cristina Fernández y también al pacto de impunidad que acordó con el Presidente. Esto quiere decir que la vicepresidenta y sus asesores jurídicos dispuestos a hacer y decir cualquier cosa van a tener que romperse la cabeza, todos los días, para conseguir que su plan de impunidad y venganza resulten exitosos.
- Y también quiere decir que, por más poder y dinero del que gocen, les va a costar el doble o el triple silenciar a los medios y a los periodistas que seguimos con detenimiento su agenda tan particular.
- Ayer, sin ir más lejos, Diego Cabot, el periodista que se transformó, a pesar de su deseo, en uno de los protagonistas de la causa denominada los Cuadernos de la Corrupción, nos anticipó que los abogados de Julio de Vido y de empresarios como el vasco Juan Carlos Lascurain, expresidente de la Unión Industrial Argentina, batallan para que se determinen si los testimonios de los arrepentidos pueden ser considerados inválidos.
- La sala Uno de la Casación, que debería decidirlo, es la que está integrada por los jueces Ana María Figueroa, Diego Barroetaveña y Daniel Petrone. A Figueroa se la considera una jueza muy cercana al cristinismo. Es la que está pidiendo el soporte digital de todos los testimonios de los imputados colaboradores de Cuadernos, como si las indagatorias por escrito no tuvieran validez.
- De hecho, Figueroa fue la única de los tres camaristas que, en su momento, hizo lugar al pedido de los abogados de Cristóbal López, de agosto de 2018, cuando pretendían el fin de la prisión preventiva. Los otros dos, Barroetaveña y Petrone, lo rechazaron.
- Al mismo tiempo, a través de la AFIP, el nuevo Gobierno persigue a los técnicos de carrera que presentaron los escritos, con los balances de cada una de las empresas, cuyos dueños o directores terminaron admitiendo que pagaron las coimas de la obra pública.
- Pero para poner todo esto en evidencia estamos nosotros, los periodistas. Y esto es lo que pone límites a cualquier pacto de impunidad. Hoy, en Clarín, Eduardo Paladini, uno de los colegas que más y mejor sigue las encuestas de las consultoras, explicó, una vez más, las razones de la asombrosa caída de la imagen positiva del Presidente, desde marzo a esta parte.
- Una: su mimetización con Cristina, lo que le generaría una completa sangría entre quienes lo votaron, porque suponían que la iba a contener y controlar.
- Dos: el desencanto con el manejo de las políticas para enfrentar la pandemia. En especial, el uso y abuso de la cuarenta, y el aislamiento casi como una herramienta de combate.
- Y tres: a la caída en picada de la economía, la devaluación constante del peso y la falta de claridad para encontrar un horizonte para una vida mejor.
- De hecho, Paladini también registró que, quienes antes culpaban casi exclusivamente a Macri por todos los males de la Argentina, ahora empiezan a poner a Alberto Fernández y a Cristina casi en el mismo nivel de responsabilidad.
- El domingo, en La Cornisa, lo planteamos sin demasiada vuelta: o el Presidente cambia, y empieza a generar confianza, o se termina, de la mano de Cristina, llevando puesto al gobierno que asumió, hace apenas nueve meses. Ojalá que esto no suceda. Que frenen antes de chocarse la pared, y cambien de rumbo.
Por Luis Majul
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