- Juan Grabois se cree poco menos que Jesucristo. Francisco lo bendice y Cristina lo banca. El Papa, porque desde su vocación política tardía, lo percibe como un instrumento adecuado para hacer el lío que un neopopulista necesita hacer, como si no tuviera problemas más graves que solucionar en el corazón del intrigante Vaticano. La vice, porque Grabois se transformó en su más acérrimo defensor. La última vez que lo entrevisté, su defensa de Cristina fue muy pobre. Quedó muy en claro que no había leído ni un solo expediente. Solo tenía consignas contra Claudio Bonadio, el valiente juez que la procesó, acusada de graves delitos de corrupción, más de una vez.
- El mismo Grabois mesiánico, grandilocuente, denunciante de medio mundo sin pruebas, es el que acaba de terminar su patética aventura de la toma del campo de la familia Etchevehere.
- En su extraviado mensaje de 13 minutos, como si fuera un líder guerrillero recién bajado de Sierra Maestra, Grabois dijo una barbaridad tras otra. "O es un mesiánico y está completamente loco o es un vivo bárbaro, que obtiene enormes ventajas con cada movida mediática que protagoniza".
- Con todo respeto, Grabois me parece más un vivo y un oportunista que un mesiánico bien intencionado. La propia Hebe de Bonafini sugirió que no tiene seguidores de lucha, sino clientes. Y el propio Santo Padre estaría pensando seriamente desembarazarse del San Benito de mentor que le colocaron.
- Algo parecido se puede decir del ministro Sergio Berni. El mismo funcionario que entró sin permiso a la escena del crimen del fiscal Alberto Nisman y salió con las botas manchadas de sangre y un parte urgente para la entonces presidenta de la Nación. El comentarista de radio y tevé que dice una cosa y hace otra. Que no quiere que los intendentes de Juntos por el Cambio compren las pistolas Taser que él reivindica, porque siente que le están quitando su discurso de campaña de la boca.
- El que se demoró una eternidad en cumplir la orden de desalojar a los usurpadores de Guernica, no sin antes permitir que el gobernador, Axel Kicillof, dispusiera de hasta 600 mil pesos para cada familia dispuesta a tomar de nuevo otro pedazo de tierra, pública o privada.
- El que habla todo el tiempo de cualquier tema que le pregunten, mientras la inseguridad en la provincia crece minuto a minuto, y constituye el mayor tema de preocupación del distrito y del país.
- Berni, más que un funcionario probo, parece una caricatura. Una caricatura en la que parecen mezclarse las figuras de Jair Bolsonaro y Juan Domingo Perón, con algún toque de milico autoritario, sazonado con el oportunismo de cualquier peronista que siente al Partido Justicialista como la mejor franquicia para llegar al poder. Como el trampolín justo para dar el batacazo propio de los improvisados.
- Dicen que Berni parece un poco lento, pero que en el fondo es más vivo que el hambre. De hecho, cada vez que acepta una invitación, primero se asegura que no le pregunten por ningún corrupto del kirchnerismo. Es que no quiere verse en la obligación de tener que poner la cara por ellos.
- Con todo respeto, a mí Berni me da vergüenza ajena. Tanta vergüenza ajena, como la noche en que me dijo que no descartaba transformarse en presidente. Pero volvamos un momento sobre lo que pasó en Guernica. Sobre el ataque a la intendencia de La Plata, Kicillof escribió dos tuits. Uno repudiando la violencia de los atacantes. Otro, criticando la represión de la policía contra los atacantes.
- Pero ¿qué pasó en Guernica? Los niveles de violencia fueron altos. Los usurpadores se metieron en casas de otros vecinos. La policía arrojó gases lacrimógenos. De hecho, metió presas a 38 personas que ya fueron liberadas. Los desalojaron. Voltearon las casillas con topadoras. Otras casillas fueron incendiadas por los propios intrusos.
- Por momentos, el nivel de violencia se pareció al de las 12 toneladas de piedras en las afueras del Congreso, en diciembre de 2017, mientras se sesionaba para aprobar la nueva fórmula jubilatoria propuesta por el gobierno de Macri. Y, por supuesto, tanto el gobernador como Berni se volvieron a autocelebrar.
- Pero la pregunta del millón es: ¿Qué hubiera dicho el peronismo si la que hubiese tomado la decisión con idéntico resultado hubiera sido, por ejemplo, María Eugenia Vidal, Horacio Rodríguez Larreta o Mauricio Macri?
- Grabois y Berni son los nuevos falsos mesías del gobierno peronista. Es decir: de Cristina, de Alberto y de Kicillof. La vice necesita a Grabois porque, además de generar la impresión de que es su nexo con el Papa, es uno de los pocos que la defiende con tanta vehemencia, de las acusaciones y los procesamientos por robar plata del Estado y hacerse multimillonaria. Y también necesita a Berni, para que no se le fugue de la provincia el voto contra la inseguridad. El mismo que hizo perder al Frente para la Victoria a manos de Vidal, con el candidato Aníbal Fernández.
- Por su parte, Alberto y Axel no soportan a ninguno de los dos. Solo se los bancan, porque no les da el cuero para discutir con la jefa quien, como todo el mundo sabe, acaba de iniciar su operativo despegue del Gobierno, de cara a las legislativas del año que viene.
Por Luis Majul
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