Lucas Ferraz: “Brasil y Argentina tienen visiones distintas: el Mercosur necesita avanzar con tarifas de importación menores”
El secretario de Comercio Exterior brasileño relativiza los riesgos de una crisis por el acuerdo entre Uruguay y China y destaca los beneficios de una mayor flexibilidad del bloque regional
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BRASILIA.– Tras los roces que marcaron el primer día de la cumbre del Mercosur en Asunción, el secretario de Comercio Exterior de Brasil, Lucas Ferraz, destaca el tratado de libre comercio con Singapur y la “mercosulización” del corte de 10% en el Arancel Externo Común (AEC), al mismo tiempo que niega una crisis por la negociación unilateral de Uruguay con China. “La posición de Uruguay refleja la necesidad de mayor flexibilización frente al atraso del Mercosur en la formalización de acuerdos comerciales”, dijo Ferraz, principal negociador del ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, en una entrevista telefónica con LA NACION desde la capital paraguaya, poco antes de la reunión de presidentes.
–¿Cuál es el balance de la cumbre tras el primer día?
–Dimos dos pasos muy importantes. Por un lado, la conclusión del acuerdo con Singapur, el primero en la región asiática. Hoy el eje dinámico del comercio internacional está en esa región. Para Brasil es el segundo mayor destino en Asia después de China: el año pasado exportamos 5500 millones de dólares. Es un destino que está conectado con siete acuerdos comerciales, tiene acceso preferencial a 90% del PBI mundial. Funcionará como un gran hub para las exportaciones brasileñas y del Mercosur. Además, conseguimos acercar al Mercosur en relación con servicios, inversiones y comercio electrónico, temas importantes para el comercio del siglo XXI. El segundo paso fue la reducción del AEC de 10%, coordinada entre los socios del bloque. Es un movimiento que venimos discutiendo desde 2019 y que adquirió otro contorno debido a la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania y las presiones inflacionarias creadas por esto. La AEC fue creada en 1994 y nunca fue reformada en 27 años, pese a las transformaciones en la economía global. Brasil anticipó el corte en noviembre usando una cláusula del Tratado de Montevideo y también hicimos otro corte recientemente, por otro choque inflacionario, inclinado a commodities agrícolas, metálicas y energéticas por la guerra. El primer corte quedó “mercosulizado” y la idea es sea aplicado hasta el 1 de septiembre. Nuestra expectativa es que continuemos negociando para conseguir también homologar el segundo corte, que por ahora irá hasta diciembre de 2023. Es importante para la competitividad de las economías del bloque.
–Más allá de los acuerdos, quedaron expuestas las divergencias que generó la negociación unilateral que Uruguay abrió con China por un Tratado de Libre Comercio. ¿El Mercosur está en una nueva crisis interna?
–No diría que (la negociación) está generando una crisis. No creo que Uruguay tenga intención de salir del bloque. Creo que la posición uruguaya refleja algo que viene siendo discutido, que es la necesidad de mayor flexibilización negociadora, en función del gran atraso que el Mercosur y Brasil tienen en términos de formalización de acuerdos comerciales. Conceptualmente, ya existe ese debate dentro del bloque. La decisión tomada por Uruguay no me cabe comentar, se trata de una decisión soberana. Desde el punto de vista técnico–jurídico, eventuales cuestiones pueden surgir cuando ese acuerdo eventualmente sea adoptado por Uruguay. Pero no hay ninguna regla en el Mercosur que impida a los países abrir diálogos bilaterales de comercio con otros países.
–¿Y cuál es la posición de Brasil en relación a ese posible acuerdo?
–Esa discusión sobre flexibilización negociadora ya viene dándose. Conceptualmente hay una visión de que necesitamos de más flexibilidad debido al gran atraso que tenemos frente competidores internacionales. Brasil tiene acceso preferencial en el destino de sus exportaciones en apenas 13% de todo lo que exporta, mientras el promedio mundial es de 60%. Está claro que necesitamos intensificar las redes de acuerdos comerciales y hay una percepción del Mercosur de que el proceso actual termina siendo muy lento. El anuncio hecho por Uruguay ciertamente traerá un impulso todavía mayor para el debate dentro del bloque. Si vamos o no legitimar el movimiento de Uruguay, es una cuestión técnica, una decisión soberana del país, pero ocurrirá en el momento de la adopción del acuerdo, no ahora. La discusión será impulsada para definir lo que entendemos como flexibilidad negociadora.
–¿Por qué se le negó intervención al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky? Se dijo que el rechazo vino de Brasil.
–No me cabe comentar eso. Es un tema fuera de mi competencia, envuelve cuestiones fuera del ámbito técnico.
–Frente al escenario global de inflación, guerra y amenaza de recesión, Brasil apuesta por mayor apertura comercial, mientras que su principal socio, Argentina, sostiene que es momento de proteger la industria local. ¿Hay, efectivamente, un debate entre dos caminos antagónicos?
–Es claro que Brasil y Argentina tienen visiones distintas con relación a beneficios provenientes de procesos de apertura comercial. Es natural, parte de la historia del bloque. El bloque es compuesto por economías que tienen realidades diferentes, muchas veces económicas y políticas, y eso genera una necesidad de un esfuerzo negociador mayor. En Brasil hay una visión clara que tenemos que reformar la AEC, tenemos que reducir los niveles tarifarios aplicados porque, además de encarecer los productos para nuestras economías y reducir el bienestar del consumidor, eso también contribuye negativamente para nuestra competitividad internacional. Brasil hoy cuando exporta un producto industrial tiene apenas entre 10 y 12% de contenido importado en sus exportaciones. Y competimos afuera con países en desarrollo que tiene contenido importado de entre 30 y 50%. Eso significa que el concepto de competitividad dejó de ser apenas local y pasó a ser global. En nuestra interpretación, el Mercosur necesita avanzar en esa línea. Tarifas de importación menores, más alineadas con las practicadas por países con el mismo nivel de desarrollo. Nuestra tarifa de importación todavía es muy alta, necesitamos hacer ese movimiento de forma gradual para que podamos dar un salto de competitividad en nuestras exportaciones y mejorar el bienestar del consumidor brasileño y del Mercosur.
–¿La reducción de 10% del AEC deja al bloque en un punto de equilibrio para 2022 o esperan que se avance con nuevas reducciones este año?
–La discusión sigue, no hay fecha para terminarla. Cuando reunamos condiciones económicas y políticas para ese movimiento, habrá más. Brasil continuará negociando con los socios e intentando que caminemos en esa dirección.