Los últimos días que vivió dentro del penal
Los intensos dolores de columna y una caída en la ducha quizás hayan anticipado su deceso
Los últimos días de Jorge Rafael Videla fueron tan sufridos como intensos. No bien comenzó la semana, perdió el equilibro mientras se duchaba en el penal de Marcos Paz y, de allí en más, tras golpear su cadera contra el piso mojado, se acentuó su dolor físico.
La falta de estabilidad, producto de una severa escoliosis de columna, comenzaba a profundizarse y quienes lo rodeaban, sus "camaradas" presos, observaban cómo su espiga se desgranaba cada vez más.
Videla, de 87 años, no tenía otra enfermedad orgánica y aunque sin fractura (los golpes suelen terminar mal a esa edad), pudo ser llevado el miércoles al Tribunal Oral Federal N° 1, de Comodoro Py, donde se negó a declarar en la causa que se le seguía por los crímenes del Plan Cóndor . Mientras, entre los otros acusados, 14 en total, se encontraban Reynaldo Bignone y Santiago Omar Riveros.
Videla intentó mostrarse entero, aunque les dijo a los jueces que sufría de "pérdida de memoria y de estabilidad vertical", esto último, sin duda cierto.
Las últimas palabras que el país escucho de su boca fueron: "Hoy soy un preso político. No tiene sentido hacer una defensa en el marco de una Justicia vaciada de derecho". Volvió a referirse a la "guerra" contra la subversión. Y también repitió una vez más: "Esto ya es cosa juzgada".
Fue la última jornada, la primera más fría de 2013, en la que Jorge Rafael Videla volvió a ver las calles de Retiro, algo de verde de la barranca de la plaza San Martín y quizá la Torre de los Ingleses. Después, otra vez la oscuridad de todo penal.
En su celda de Marcos Paz, Videla seguía con los dolores hasta que, anteayer por la tarde, lo buscó la doctora Mirta Juárez Nasso y lo llevó al lugar sanitario de la cárcel para realizarle unos exámenes.
El ex presidente de facto volvió con su andador y les dijo al resto de los convictos: "Me hicieron los estudios y dieron muy bien". Pero lo real es que sufría una continua descompostura estomacal por la potencia de los analgésicos, casi no comía y estaba cada vez más flaco.
"El Servicio Penitenciario hizo lo que pudo", dijo uno de los ex militares presos a este cronista. Y luego se quejó: "El general debió haber estado en su casa, en un hospital o en Campo de Mayo, de donde lo arrancaron los jueces con la sugerencia del director del Servicio Penitenciario Nacional, Víctor Hortel, ese hombre que saca presos a pasear y que adhiere a una agrupación kirchnerista".
Otro de los presos, quien también conservaba la verticalidad para con Videla, aseveró: "Jamás perdió su dignidad y entereza. A pesar de que nosotros tratábamos de impedírselo, él lavaba sus cosas y todos sus utensilios". Fuentes castrenses indicaron que en los últimos días había tenido tres caídas.
"Me hicieron los estudios y me dieron bien", fueron las últimas palabras de Jorge Rafael Videla, ante un pequeño grupo.
Horas después, los médicos del penal confirmaban su defunción.
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