Los sectores críticos del radicalismo sueñan con Lavagna
Quieren llevar la discusión a la convención partidaria, pero la conducción prefiere aplazar el debate
Frustrada por ahora la alternativa de enfrentar a Mauricio Macri con un candidato propio en las primarias de agosto próximo, el sector más crítico del radicalismo evalúa un acercamiento con Roberto Lavagna , potencial candidato a presidente del peronismo no kirchnerista.
Si bien Lavagna todavía no confirmó su postulación, se suman las voces críticas del centenario partido que alientan la posibilidad de un acuerdo electoral con el exministro de Economía.
"Lo que parecía una quimera hasta hace pocas semanas, es una alternativa que por estos días está cobrando cuerpo y volumen", aseveran los más entusiastas, conscientes de que, de cristalizarse, un acuerdo de esta naturaleza colocaría a la coalición Cambiemos al borde de la ruptura.
Uno de los fogoneros de un acercamiento con Lavagna es Ricardo Alfonsín: el hijo del expresidente es uno de los exponentes del partido que más cuestionan la situación dentro de Cambiemos y, sobre todo, la actitud dócil que, a su juicio, ha tenido la conducción de la UCR frente al macrismo en estos tres años de convivencia política.
Su obsesión es que la plana mayor del partido convoque cuanto antes a la Convención Nacional para rediscutir la estrategia con vistas a las elecciones de octubre.
Sin embargo, la cúpula del radicalismo, encabezada por el gobernador de Mendoza Alfredo Cornejo, no le da el gusto por ahora: con él, buena parte de la conducción de la UCR pretende aplazar el debate interno, que se anticipa agitado e impredecible para el futuro de Cambiemos, hasta tanto se disipe el clima de incertidumbre en materia económica.
Según Alfonsín, el radicalismo tiene tres alternativas frente a las elecciones presidenciales. Una es competir con lista propia -la famosa "lista 3"-, sin alianzas. Él descarta esta posibilidad de plano.
La segunda opción es mantener el statu quo, esto es, continuar con la dinámica actual de Cambiemos con la preeminencia de Pro en la toma de decisiones. Alfonsín se opone también a esta opción. Como alternativa propone competirle a Macri en las elecciones primarias con un candidato propio, posibilidad que la conducción de su partido desecha.
Como tercera vía Alfonsín sugiere ampliar la coalición Cambiemos a nuevos actores políticos. "La gente demanda nuevas opciones: no quiere volver a la experiencia del kirchnerismo y su pasado de corrupción, pero tampoco repetir este presente de ajuste y recesión", argumenta.
¿Quiénes serían esos nuevos actores? "El socialismo, el GEN de Margarita Stolbizer y sectores del peronismo no kirchnerista", responde. "Solo si ampliamos esta coalición mediante acuerdos programáticos y electorales podremos garantizar la gobernabilidad del país a futuro", insiste.
En la misma línea se enrola el presidente de la convención del partido, el cordobés Jorge Sappia. "No creo que el radicalismo esté en condiciones de presentar un candidato propio, pero sí de proponer un gran frente de unidad electoral; de esta crisis no se sale con uno solo, sino en una alianza", enfatizó. Y advirtió: "Hay muchas cosas que corregir en Cambiemos; si la coalición sigue así tengo dudas de que subsista".
Alfonsín no lo menciona con nombre y apellido, pero en su mente está el nombre de Lavagna, exfuncionario del gobierno de su padre, como potencial aliado.
No sería la primera experiencia electoral juntos: en las elecciones presidenciales de 2007, Lavagna y el radicalismo se unieron para enfrentar al kirchnerismo en la alianza UNA (Una Nación Avanzada), en la que Gerardo Morales (hoy gobernador de Jujuy) secundaba al exministro como candidato a vicepresidente.
Alfonsín se postulaba entonces como candidato a gobernador de Buenos Aires.
En aquella oportunidad, la experiencia no resultó exitosa: UNA salió tercera en aquella contienda, la alianza se rompió a los pocos días de la derrota y, pocas semanas después, Lavagna se mostraba junto a Néstor Kirchner en la quinta de Olivos. El retorno del exministro al peronismo nunca se concretó finalmente, pero aquella foto permanece indeleble en la memoria de muchos radicales.
Otra página
Alfonsín prefiere dar vuelta la página y, en voz baja, alienta la posibilidad de un nuevo acercamiento de su partido con Lavagna. Incorporar, como él sugiere, al exministro a la alianza Cambiemos es todo un oxímoron político y él lo sabe bien: ni Macri ni Lavagna quieren saber nada el uno del otro, por lo que la convivencia electoral entre ambos es imposible.
Pero Alfonsín no arrojó la idea al azar: su objetivo es forzar la discusión dentro del partido y modificar el statu quo imperante. Es que si la conducción partidaria no convoca a la Convención Nacional, cada distrito gozará de libertad de acción para definir su propia estrategia electoral. Todo un desafío de los sectores más críticos del partido.
Cornejo se ampara en el silencio y prefiere no mover las fichas por ahora. Sucede que si bien la UCR acordó con el macrismo listas comunes de candidatos en la mitad de las provincias, todavía subsisten algunos focos de rebeldía inquietantes. Como en Córdoba: tras la ruptura de Cambiemos, el candidato radical a gobernador, Ramón Mestre, amenazó con retirar a sus cuatro diputados nacionales del interbloque de Cambiemos.
Con menos virulencia, también hay descontento en la UCR de Santa Fe (tras la intervención del partido) y de Misiones, mientras que en Buenos Aires genera cierta preocupación que la gobernadora María Eugenia Vidal no haya confirmado al radical Daniel Salvador como su candidato a vice.
Cornejo admite que todavía no es momento de convocar al partido: con semejante nivel de turbulencia, nada asegura la estabilidad de Cambiemos.
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