Los secretos de las coimas de Odebrecht se ocultan en Andorra
En un banco de ese principado, la empresa simuló contratos para desviar fondos destinados a los sobornos en la Argentina; el dinero terminaba en una cuenta atribuida a Corcho Rodríguez
Allá, en los Pirineos, entre España y Francia, el Principado de Andorra guarda los secretos sobre cómo Odebrecht generó los fondos negros necesarios para pagar sobornos en la Argentina y otros países de América Latina, según surge de los documentos judiciales y policiales de ese paraíso fiscal que LA NACION analizó durante las últimas semanas.
Es allí, en la Banca Privada de Andorra (BPA), donde Odebrecht simuló firmar contratos que le permitieron desviar decenas de millones de dólares de sus balances y, a cambio de una módica comisión para los intermediarios, girar esos fondos a sociedades offshore que se encargaron del trabajo sucio con el entorno del ministro Julio De Vido. Entre otros, en el soterramiento del tren Sarmiento, proyecto que los brasileños controlaron junto a la italiana Ghella, la española Comsa y la constructora Iecsa, de Ángelo Calcaterra, primo del presidente Mauricio Macri.
Odebrecht recurrió en particular a una pequeña firma española de arquitectura llamada DSC Workshop para triangular esas coimas, como también para canalizar decenas de millones en sobornos a funcionarios de Brasil, Perú, Ecuador y Guatemala.
En el caso de la Argentina, sin embargo, la triangulación de esos fondos a través de DSC Workshop sería "la precuela" de un tramo de los sobornos para la Argentina que los exejecutivos de Odebrecht devenidos "delatores premiados" ya confesaron ante los fiscales del Lava Jato. ¿Cuál tramo? El que siguió a la muerte del expresidente Néstor Kirchner en octubre de 2010, cuando los "arrepentidos" brasileños afirmaron que detuvieron los sobornos hasta que desde Buenos Aires un emisario les planteó las nuevas "reglas de juego". ¿Quién? En Brasil apuntaron al lobista Jorge "Corcho" Rodríguez.
¿Cómo habría sido la operatoria? Según los registros de la policía de Andorra a los que accedió LA NACION, Odebrecht simuló contratar por más de US$12,2 millones a DSC Workshop, que subcontrató a la sociedad Convergence Capital, que a su vez giró fondos a la sociedad panameña Carday Capital, que los derivó a una firma offshore con sede en Antigua y Barbuda, Klienfeld Services Ltd., que por último la giró a la uruguaya Sabrimol Trading. Es decir, la sociedad que la Justicia de ese país sospecha que pertenece a Corcho Rodríguez, quien lo niega de manera tajante.
Esa "precuela" comenzó el 31 de mayo de 2011 -siete meses y cuatro días después de la muerte de Kirchner-, cuando se labró un acta por el supuesto acuerdo alcanzado entre DSC y la unión transitoria de empresas (UTE) conformada por Odebrecht, Iecsa, Ghella y Comsa "para construir el corredor del metro de Argentina".
Para eso, Odebrecht debió recurrir a dos ejecutivos de BPA: el uruguayo Andrés "Betingo" Sanguinetti -quien fue extraditado de su país a Andorra, pero ya recuperó su libertad- y Francesc Xavier Pérez Giménez, más conocido como Sisco y señalado también en los sobornos que el holding brasileño pagó a exfuncionarios peruanos.
Con ese contrato ya firmado con la UTE, la española DSC dio el paso siguiente. Subcontrató a Convergence Capital, quien invocó una supuesta instrucción de su accionista controlante, la holandesa Lion's Soul Corporation, y le giró los fondos a la panameña Carday Capital.
¿Quiénes estarían detrás de todas esas sociedades? Difícil saberlo por la opacidad que las rodea. Pero la policía de Andorra apunta, por ejemplo, contra los dueños del estudio uruguayo Belhot, González Lerena (BGL) por la controlante Lion's Soul. Es decir, el mismo buffet que, por ejemplo, también apareció vinculado a Dusbel SA, la firma protagonista del "caso Ciccone".
A partir de aquella primera acta entre el consorcio y DSC se asentaron varias más. Las del 22 de julio y 23 de septiembre de 2011, por ejemplo, sirvieron para canalizar un total de 295.000 euros, para luego, ya en octubre de 2011, dar por terminada la operación. Pero para entonces ya había canalizado fondos espurios por más de US$12,2 millones.
Desde Madrid, los responsables de DSC Workshop se posicionaron en el rol de víctimas. Afirmaron que fueron "engañados y utilizados" por Odebrecht cuando el diario español El País los contactó, en marzo de 2018, cuando su nombre quedó asociado a la operatoria ilegal de los brasileños en otros países de América Latina. "El estudio ha servido de puente sin saber qué había detrás de esos pagos. Entonces nadie sospechaba de Odebrecht, una multinacional en la que todos querían trabajar", argumentaron.
Sin embargo, el primer borrador del "contrato de prestación de servicios" entre Odebrecht y DSC Workshop se retrotrae al 21 de junio de 2008. Demasiado tiempo. Y uno de los rostros visibles de la firma española, Juan Lago Novás, embolsó 200.000 euros. Poco comparado con el dinero que pasó por esa cuenta (menos del 1,5%), pero más que suficiente para involucrarlo en la trama.
Para los investigadores de Andorra, la operatoria se concentró en el desvío y blanqueo de fondos. "La simulación en este contrato tenía como objetivo transferir dinero a favor de DSC y, de ahí, al pago de sobornos", resumió. Porque "este dinero ingresado en DSC se transfirió a compañías holandesas y de allí a la cuenta de [Odebrecht] en el BPA", indicaron. Y de allí continuó hasta las cuentas de Sabrimol Trading en Uruguay... para luego cruzar el Río de la Plata.
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