Los pliegos de Lijo y García-Mansilla quedaron trabados en el Senado y la Corte se prepara para funcionar con tres miembros
En la Casa Rosada, donde eran muy optimistas, ahora reconocen que se empantanaron las tratativas; la pulseada con el kirchnerismo quedó en un impasse; el peligro de la parálisis en el máximo tribunal
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Los trámites para nombrar al juez federal Ariel Lijo y al catedrático Manuel García-Mansilla están trabados y la Corte Suprema se prepara para funcionar a partir de enero con tres jueces. Todo un desafío para un tribunal que está partido y que necesitará unanimidad para dictar cada fallo, porque si no la consigue, deberá recurrir a conjueces. El peligro más grave es la parálisis; que las causas se demoren al infinito.
Los pliegos de los dos candidatos de Javier Milei para la Corte quedaron frenados en el Senado hace algunos días, según reconocen fuentes parlamentarias, del Gobierno y del kirchnerismo. En la Casa Rosada, los laderos del Presidente siempre se mostraron confiados en poder conseguir dictamen en la Comisión de Acuerdos de la Cámara alta. Pero en las últimas horas el optimismo en Balcarce 50 se desinfló completamente. “Está trabado”, reconocieron hoy a LA NACION muy cerca de Milei.
En la misma línea, en el juzgado de Lijo, en los tribunales de Comodoro Py, ya no se respira el vértigo de hace algunas semanas. Tanto es así que el juez viene de tomarse unos días de licencia, los primeros en mucho tiempo, dicen en su entorno. “No hay nada más que yo pueda hacer”, le dijo Lijo a un interlocutor que le preguntó por su futuro. En los tribunales cuentan que el juez es consciente de que la negociación de su pliego está empantanada y de que si no se destraba rápido, será difícil que su nombramiento salga el año próximo, que es electoral.
El 29 de diciembre próximo, Juan Carlos Maqueda cumple 75 años y deja la Corte. Si no hay avances antes de esa fecha, el máximo tribunal quedará conformado por tres miembros: Horacio Rosatti -que ayer fue reelecto como presidente de la Corte-, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti. Este último -que se abstuvo de revalidar a Rosatti y está en minoría dentro del tribunal- es el principal promotor de la candidatura de Lijo, según reconoció el propio ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona.
En el oficialismo reconocen a Cristina Kirchner como contraparte ineludible de cualquier negociación para integrar el máximo tribunal. Ella controla una porción muy importante de los bloques Frente Nacional y Popular y Unidad Ciudadana, votos imprescindibles para alcanzar los dos tercios que los pliegos necesitan en la Cámara alta.
Si bien Milei, en la última reunión de “agenda parlamentaria” que encabezó en la Casa Rosada, les aseguró a legisladores propios y aliados que no existe acuerdo alguno con el kirchnerismo por la cuestión de la Corte, desde hace varias semanas que el Gobierno y el Instituto Patria están, tácitamente, en la discusión sobre qué va primero.
El Gobierno quiere que se aprueben los pliegos Lijo y García-Mansilla para, recién allí, habilitar cualquier otra discusión sobre la ampliación del máximo tribunal y otros cargos sensibles en la Justicia. Y el kirchnerismo pretende, antes de avalar a los candidatos del Poder Ejecutivo, que haya una ley que amplíe la Corte Suprema y que garantice que habrá más sillas disponibles. En esas vacantes -se especuló con un tribunal de nueve miembros, el modelo estadounidense- la expresidenta quisiera impulsar a dos mujeres más afines a su sector. Es la historia del huevo o la gallina.
“Lo que quiere Cristina es la ampliación de la Corte. Nosotros no vamos a ceder. Estamos dispuestos a discutir la ampliación de la Corte si ellos primero nos aprueban los pliegos”, dijeron en la Casa Rosada.
Negociaciones empantanadas
El principal operador e interlocutor de la Casa Rosada para la cuestión de la Corte es el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio, un hombre del riñón del estratega Santiago Caputo. Durante los últimos meses, el segundo de Cúneo Libarona pasó largas horas en el despacho del jefe del bloque libertario, Ezequiel Atauche, para sumar firmas en la comisión de Acuerdos. Según fuentes del oficialismo, el pliego de Lijo llegó a sumar siete de las nueve firmas que necesita para pasar a la votación en el recinto, mientras que el de García-Masilla cosechó varios avales menos.
Pero hace poco más de una semana, Amerio, súbitamente, dejó de trajinar el Senado y todo quedó en un impasse. Además de tocar las puertas de los despachos en la Cámara alta, el viceministro de Justicia conoce a su antecesor en el cargo, el actual ministro de Justicia bonaerense, Juan Martín Mena, hombre de extrema confianza de Cristina para los asuntos tribunalicios.
Un factor que podría afectar el escenario en los próximos días es el fallo que dictará la Cámara de Casación en el caso Vialidad, en el que Cristina Kirchner está condenada a seis años de prisión. Una confirmación de su condena tensaría cualquier posible conversación, analizan en los tribunales. El Gobierno, en cambio, cree con optimismo, que podría abrir una oportunidad. “Si Cristina recibe un fallo adverso en la causa Vialidad, ella debería ser la primera interesada en que salgan los pliegos de Lijo y García-Mansilla para cambiar a esta Corte”, señalaron cerca de Milei.
Mientras tanto, la mesa nacional de la UCR se pronunció este miércoles por primera vez sobre el tema de los candidatos para la Corte: “Requerimos al bloque de senadores que actúe de manera tal de asegurar la integración de ministras mujeres a la CSJN (...) garantizando así una real equidad de género”. Esta decisión se tomó por unanimidad, con los votos de los 14 integrantes de la mesa nacional (entre los que están el senador Martín Lousteau y Daniel Angelici, que militó la candidatura de Lijo). Otra señal poco alentadora para el Gobierno.
Lorenzetti recupera poder
El 29 de diciembre próximo, cuando Maqueda cumpla 75 años, en la Corte quedarán Rosatti, Rosenkratz y Lorenzetti. Hasta ahora, Rosatti, Rosenkrantz y Maqueda forman una mayoría capaz de dictar sentencias sin Lorenzetti. Eso cambiará a fin de año. Para tomar cualquier decisión jurisdiccional, la Corte requiere como mínimo tres votos en el mismo sentido (si son dos contra uno, no hay fallo). Por eso, Lorenzetti recupera poder, pese a que sigue en minoría.
Si no se ponen de acuerdo, deben convocar para ese caso a un conjuez. Se elige por sorteo entre los presidentes de las Cámaras Federales de Apelaciones de todo el país. A quien salga sorteado se lo nombra para intervenir en el caso concreto en el que la Corte no haya podido formar una mayoría.
Pero la necesidad de los tres jueces rige solo en materia jurisdiccional (de fallos), para las cuestiones administrativas y de superintentendencia (como designaciones, licencias, cuestiones internas de la Corte) basta con dos firmas porque así lo dejaron establecido Rosatti, Rosenkrantz y Maqueda en una resolución de abril de este año, previendo el escenario de Corte reducida que se avecina. Es decir que ese tipo de decisiones sí pueden tomarlas Rosatti y Rosenkrantz solos.
Un político que conoce como pocos la Justicia dijo a LA NACION: “Con una Corte de tres se van a paralizar muchas causas. Y volverá una exteriorización de las peleas”. Ya hubo una Corte de tres con Lorenzetti, Maqueda y Elena Highton, pero por entonces ellos convivían en armonía con Lorenzetti como presidente.
Esta mañana, Lorenzetti habló de una “Corte de transición”, aunque subrayó que los grandes lineamientos de la Corte en materia jurisdiccional se mantienen (dijo que vienen de cuando él era presidente). En una entrevista con Radio Mitre, relató que ayer les planteó a sus pares que necesitarán “conversar” y “consensuar”. Un objetivo difícil cuando la relación Rosatti-Lorenzetti está rota.
En la Casa Rosada reconocen que lo más probable es que se termine en una Corte de tres, pero no quieren ceder con su pretensión de que, antes que cualquier otra cosa, se voten los pliegos de Lijo y García-Mansilla en conjunto. “Los pliegos que mandamos van a seguir ahí hasta la eternidad. Si el Senado no los aprueba habrá una Corte de tres y será un papelón. No está bueno para nadie”, señalaron en Balcarce 50.
Lorenzetti dijo que ya prácticamente están en una “Corte de tres”, pero advirtió que no es la primera vez que los pliegos para jueces del máximo tribunal se traban. Dijo que también había pasado con Rosatti y Rosenkrantz, que finalmente fueron nombrados, y sostuvo que a ellos dos también los habían criticado mucho (como a Lijo, pareció sugerir, aunque no lo nombró). Lorenzetti, que apadrina con mucho entusiasmo –y gestiones- la candidatura de Lijo, pidió tener “una mirada más amplia” y dejó una advertencia: “Si pasamos de tres a cinco, habrá que volver a elegir las autoridades”.