Los “Pingüinos”, La Cámpora y la vieja guardia: la familia kirchnerista en el área más sensible que reporta a Cristina Kirchner
El área energética es de suma importancia para la vicepresidenta; el grupo kirchnerista no es homogéneo y tiene pujas de poder
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Cuando Alberto Fernández diagramó su gabinete, la asignación de las sillas del área energética fue una tarea de máxima sensibilidad. En el esquema original, el Presidente había nombrado al misionero Sergio Lanziani como secretario de Energía, un “neutral” sin demasiada experiencia que ubicó debajo de Matías Kulfas, por entonces de su riñón.
Con el paso de los meses, el kirchnerismo fue ganando posiciones, en confrontación permanente con Kulfas, primero, y con Martín Guzmán, después. En la administración central, en los entes reguladores y en las empresas estatales, los cargos siempre fueron motivo de disputas de poder.
La familia kirchnerista en Energía combina distintas pertenencias: los cuadros técnicos de La Cámpora se conjugan con economistas cercanos a Axel Kicillof y con funcionarios provenientes de Santa Cruz, los “pingüinos”. Los viejos hombres de Julio De Vido –que el día uno parecían tener bolilla negra- finalmente obtuvieron algún protagonismo. Todos ellos confluyen en una sola terminal: Cristina Kirchner. Para ella, ese organigrama es sumamente estratégico. Quiere estar constantemente informada e incidir.
A pesar de sus diferentes orígenes, todos los funcionarios kirchneristas enarbolan las recetas aplicadas durante el cristinismo, cuando las tarifas estaban congeladas y el Estado condicionaba las reglas de juego del sector. Pero también tuvieron sus rencillas internas, que derivaron en desplazamientos y ascensos que se mantuvieron bajo perfil.
Cristina Kirchner, que atiende el teléfono a muy pocas personas, tiene diálogo directo con tres “funcionarios energéticos”: el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo; el interventor del Enargas, Federico Bernal y el titular de YPF, Pablo González.
Referentes
Sociólogo, investigador del Conicet y de Flacso, Basualdo es hoy el niño mimado de La Cámpora y un sinónimo de la resistencia a la política tarifaria de Fernández. Había sido interventor del ENRE con Cristina Kirchner y volvió a ocupar el cargo con esta gestión. Cuando en agosto de 2020, la secretaría de Energía migró al Ministerio de Economía, Basualdo ascendió a subsecretario de Energía Eléctrica y creció como la contrafigura de Guzmán, que intentó echarlo, sin éxito. Basualdo también habla sin intermediarios con Máximo Kirchner.
Si bien se integró a La Cámpora hace más de una década, a Basualdo no se lo verá con la remera militando en el territorio. Su rol en la “orga” es técnico. De su pelea con Guzmán salió fortalecido y creció en influencia, sin cruzar una palabra con el ministro de Economía. “Se quedó porque representa a un espacio político, pero no es un Devidito”, aclaran en el kirchnerismo.
En la práctica, hoy Basualdo sigue conduciendo el ENRE: dejó en su lugar a otra camporista, María Soledad Manín, y designó a varias personas de su confianza. También en Cammesa fue alineando a los ejecutivos. Fue así que designó a Sebastián Bonetto como gerente general de la compañía que opera el mercado eléctrico mayorista y desplazó a Ariel Kogan (mano derecha del secretario de Energía, Darío Martínez), y al economista Esteban Kiper (otrora cercano a Kicillof).
Basualdo también tiene interés en el proyecto del gasoducto Néstor Kirchner. La obra está bajo la órbita de Agustín Gerez, presidente de Integración Energética Argentina SA (IEASA), la ex Enarsa, ahora rebautizada como Energía Argentina SA. Si bien Gerez viene de Santa Cruz, conformó con La Cámpora una mesa de trabajo muy activa en las últimas semanas para defender la obra. De allí salieron las cartas contra Kulfas. En ese proyecto, las peleas palaciegas y las dilaciones provocaron la renuncia del titular de la Unidad Ejecutora del gasoducto, Antonio Pronsato, un viejo ladero de Julio De Vido que había sido convocado en el verano por su knowhow.
Bernal se referencia en el Instituto Patria. Hace una década, supo ganarse la especial valoración de Cristina Kirchner con la estatización de YPF. Cuando ella anunció la expropiación del 51% de las acciones a Repsol, exhibió una probeta con “el primer petróleo argentino”. Bernal se había desprendido de esa reliquia familiar para regalársela.
Desde entonces, Cristina Kirchner lo tiene como hombre de consulta en temas energéticos. Él la asesoró durante la gestión de Mauricio Macri y en 2018, él escribió el libro “La estafa del tarifazo”. Coautor junto con el exministro de Planificación del libro “Néstor y Cristina Kirchner: planificación y federalismo en acción”, en el primer reparto de cargos del 2019 algunos creían que por esa cercanía a De Vido no recalaría en el gobierno. Pero finalmente asumió como interventor del Enargas.
Bernal hoy no tiene una buena relación con Gerez. Y fue un abierto crítico del PlanGas que Fernández anunció en octubre de 2020 junto a YPF en Vaca Muerta. El subsecretario de Hidrocarburos, Juan José Carbajales, que había presentado el plan ante empresarios, fue desplazado el año pasado.
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